Julieth Restrepo, una actriz no tan mimada
Su personaje de Bárbara es opuesto a la paisa que desde los 13 años inició su carrera en la actuación y a los 19 dejó a su familia por el sueño de conquistar la televisión colombiana.
Un Chat con...
¿Tomó algo de usted para el personaje de Bárbara?
Aunque mis papás me han consentido y aún lo hacen, no siento que sea una malcriada. Siempre ha estado presente el sentido de la responsabilidad, de luchar por las cosas que se quieren, de ser superguerrera, de luchar por la adversidad, algo que no tiene el personaje.
¿Cómo llega Bárbara a Julieth?
Me fui a vivir a Los Ángeles el año pasado y cuando llevaba dos semanas allá me enteré de la audición y allá hice la grabación y la envié. Cuando supe que había pasado, tuve que volver a Colombia. El que mi personaje sea muy distante de mí, me divierte mucho. Entonces, cuando supe de la audición decidí sacarle el jugo.
¿Le es fácil despojarse de lo material?
Soy muy apegada a mi familia y a mis amigos. Pero en las cosas materiales, no. Antes de irme a Los Ángeles vendí todo. Por ahora mi vida está en cuatro maletas.
Una excentricidad.
Este año pagaré una boleta muy costosa para ver a Adele en Los Ángeles.
¿La actuación la descubrió a usted o usted a ella?
Cuando empecé a actuar, a los 13 años, no sabía qué era lo que realmente quería hacer. Sabía que me gustaba ver televisión y siempre estaba en un escenario haciendo el ridículo, pero en Medellín no era una cosa del otro mundo, todos me decían que estudiara otra cosa. Siempre lo vi como un hobby, hasta que hice Al final del espectro y decidí ser actriz.
¿Qué dejó por la actuación?
Ahora tengo menos miedo que antes. Al principio era insegura, sufría de ansiedad, me enfermaba de gastritis porque no me daban la respuesta del casting, vivía enferma. Ahora me arriesgo más y que lo que es para uno es para uno. Así no me complico la vida y disfruto más mi carrera.
¿Qué es lo más paisa que aún conserva?
El sentido de pertenencia por el lugar en el que estoy y la sensación de cercanía con la gente, expresar lo que siento, abrazarlos sin ser empalagosa, eso fue algo que descubrí cuando hice Laura, la esencia de los paisas. Extraño el clima de Medellín siempre.
¿Un momento en el que se sintió en la cuerda floja?
El momento más definitivo de mi carrera fue cuando terminé Al final del espectro. Tuve que decidir irme de la casa de mis papás a los 19 años. Me puso en una disyuntiva enorme. Es lo mismo que experimenté hace poco cuando me fui a Los Ángeles. A pesar de que tenía opciones de trabajo en Colombia, me fui persiguiendo mi sueño profesional.
¿Qué le diría a la Julieth de 19 años?
Que cumpla sus sueños sin miedo. Que se deje llevar por el instinto.
¿Qué significa comodidad para usted?
Estar en sudadera, tenis y sin maquillaje. Disfruto estar en la casa en pijama. Tengo una bata peluda que me acompaña en todos los viajes y una cobija cuando estoy rodando.
Un defecto.
La impaciencia.
¿Con cuál actor le gustaría compartir un protagónico?
Daniel Day-Lewis.
¿La mayor locura que ha realizado?
He aceptado tres trabajos al mismo tiempo, durmiendo dos horas diarias.
¿Tomó algo de usted para el personaje de Bárbara?
Aunque mis papás me han consentido y aún lo hacen, no siento que sea una malcriada. Siempre ha estado presente el sentido de la responsabilidad, de luchar por las cosas que se quieren, de ser superguerrera, de luchar por la adversidad, algo que no tiene el personaje.
¿Cómo llega Bárbara a Julieth?
Me fui a vivir a Los Ángeles el año pasado y cuando llevaba dos semanas allá me enteré de la audición y allá hice la grabación y la envié. Cuando supe que había pasado, tuve que volver a Colombia. El que mi personaje sea muy distante de mí, me divierte mucho. Entonces, cuando supe de la audición decidí sacarle el jugo.
¿Le es fácil despojarse de lo material?
Soy muy apegada a mi familia y a mis amigos. Pero en las cosas materiales, no. Antes de irme a Los Ángeles vendí todo. Por ahora mi vida está en cuatro maletas.
Una excentricidad.
Este año pagaré una boleta muy costosa para ver a Adele en Los Ángeles.
¿La actuación la descubrió a usted o usted a ella?
Cuando empecé a actuar, a los 13 años, no sabía qué era lo que realmente quería hacer. Sabía que me gustaba ver televisión y siempre estaba en un escenario haciendo el ridículo, pero en Medellín no era una cosa del otro mundo, todos me decían que estudiara otra cosa. Siempre lo vi como un hobby, hasta que hice Al final del espectro y decidí ser actriz.
¿Qué dejó por la actuación?
Ahora tengo menos miedo que antes. Al principio era insegura, sufría de ansiedad, me enfermaba de gastritis porque no me daban la respuesta del casting, vivía enferma. Ahora me arriesgo más y que lo que es para uno es para uno. Así no me complico la vida y disfruto más mi carrera.
¿Qué es lo más paisa que aún conserva?
El sentido de pertenencia por el lugar en el que estoy y la sensación de cercanía con la gente, expresar lo que siento, abrazarlos sin ser empalagosa, eso fue algo que descubrí cuando hice Laura, la esencia de los paisas. Extraño el clima de Medellín siempre.
¿Un momento en el que se sintió en la cuerda floja?
El momento más definitivo de mi carrera fue cuando terminé Al final del espectro. Tuve que decidir irme de la casa de mis papás a los 19 años. Me puso en una disyuntiva enorme. Es lo mismo que experimenté hace poco cuando me fui a Los Ángeles. A pesar de que tenía opciones de trabajo en Colombia, me fui persiguiendo mi sueño profesional.
¿Qué le diría a la Julieth de 19 años?
Que cumpla sus sueños sin miedo. Que se deje llevar por el instinto.
¿Qué significa comodidad para usted?
Estar en sudadera, tenis y sin maquillaje. Disfruto estar en la casa en pijama. Tengo una bata peluda que me acompaña en todos los viajes y una cobija cuando estoy rodando.
Un defecto.
La impaciencia.
¿Con cuál actor le gustaría compartir un protagónico?
Daniel Day-Lewis.
¿La mayor locura que ha realizado?
He aceptado tres trabajos al mismo tiempo, durmiendo dos horas diarias.