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¿Su elección al Concejo demuestra que hay más interés por la causa animal en Bogotá?
Son dos fenómenos: uno tiene que ver con una nueva manera de participación política; la gente no está votando por partidos o expresiones tradicionales de la política, sino por candidatos, agendas y trayectorias. Yo llevo más de 17 años en el tema animalista, con resultados, y eso creo le dio tranquilidad al elector. Los animales llegaron para quedarse y crecer. La gente joven, sobre todo, está conectada con la reivindicación de los derechos de los animales. La agenda animalista es muy potente.
¿Es Bogotá una ciudad amigable con los animales?
Hemos avanzado mucho, basta ver el número de perros criollos que ahora hay. Creo que hemos logrado inculcar en la gente responsabilidad frente a la adopción y la esterilización, sobre todo. Las cifras de tenencia de animales es alta, cerca del 70 % de hogares tienen un gato o un perro. Ese concepto de familia multiespecie va ganando espacio; el animal es considerado parte de la familia y es un fenómeno común en parejas jóvenes. Pero falta mucho, pues sigue el abandono, el comercio animal, el maltrato y siguen presentándose arbitrariedades contra dueños de animales.
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¿Cuál es ese panorama del maltrato en Bogotá?
No hay cifras porque no hay sistematización de las denuncias, pero el Instituto de Bienestar Animal dice que, en promedio, hay setenta denuncias diarias por maltrato. Eso es mucho.
¿Qué cabe dentro del maltrato?
Eso es bueno aclararlo, porque puede ser que una persona vio a un perro amarrado un día y pues eso solo pasó en esa ocasión. Es decir, para que haya maltrato debe haber intención de hacer daño, dolo, maldad, un trato perverso recurrente, como no darle alimento, mantenerlo encerrado todo el día, golpearlo... Pero eso no se detecta bien, en parte, porque las denuncias son desatendidas. En el Instituto de Bienestar Animal no hay recursos para atender todo eso y por eso uno de mis planes en el Concejo será llevar el tema a las alcaldías locales.
¿Qué puede hacer una animalista en el Concejo cuando hay una ciudad tan llena de problemas?
La agenda animalista ha tomado mucha fuerza, muchos concejales me han dicho que están interesados en esto. Yo voy a dar peleas muy fuertes con mi equipo de trabajo: acabar con las ventas de animales, mediante mesas de trabajo con vendedores y comerciantes para generar alternativas concertadas; quiero acabar con el uso de perros en seguridad y vigilancia, una pelea aún más difícil, pero hay que intentarlo; también el tema de las corridas de toros hay que abordarlo, al igual que el de las peleas de gallos: esta actividad, en su mayoría, es clandestina en Bogotá.
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¿Por qué hay cifras tan altas de abandono de mascotas en Colombia?
Creo que es porque hay personas que adquieren (compran o adoptan) un animal de compañía sin tomar una decisión responsable, esto tiene que ser una decisión de familia porque es incluir a alguien que va a estar con usted hasta quince o veinte años. Los compran o adoptan por impulso, sin hacer un ejercicio de responsabilidad: ellos necesitan tiempo, inversión, amor. A la primera dificultad deciden dejarlo en la calle o en fundaciones o creen que el Distrito debe hacerse cargo, y eso no es así. Por eso regalar animales es tan inadecuado.
¿Estamos humanizando a las mascotas?
Yo sí creo que los derechos de los animales y la protección pasa por respetar su animalidad, por permitirle al gato o al perro ser eso: cuando a un animal lo visten, pues no pueden acicalarse naturalmente como lo hacen, se incomodan, es molesto para ellos, pero no creo que esto sea maltrato. Detrás de estas acciones hay, generalmente, amor; son maneras equivocadas de ejercer el amor, hay que educar a la gente en la tenencia de animales, en convivir con un ser vivo diferente, con necesidades naturales a los que se les debe respetar su naturalidad y carácter. No todos los perros ni todos los gatos son iguales.
¿Gatos o perros?
Tengo una gata, se llama Kora y tiene quince años. La adopté cuando tenía tres años. Pero toda mi vida crecí con perro y luego conocí los gatos. Kora llegó con su hermana, Hanna, que ya murió. Pero mi casa siempre es un hogar de paso: han pasado por aquí setenta gatos que recojo, sobre todo gatas gestantes o lactantes, que rescato de la calle o del maltrato. Lo suspendí hace poco porque Kora está muy abuelita y necesita atención y tranquilidad.
Lo mejor de tener una mascota...
Convivir con ellos da dos bondades: la primera, que uno cambia su percepción de la vida y se vuelve más dócil, más empático, más compasivo. Un animal lo invita a uno a bajarse para atender a otro que no puede hablar, es hacer un ejercicio diario de conocer las necesidades del otro. Y la segunda, que eso hace que se cambie la forma de relacionarse con los seres humanos. Quienes convivimos con animales entendemos el amor diferente. Yo estoy rumiando todo el tiempo las ideas, soy más intimista, me gusta estar sola y eso creo yo tiene que ver con la convivencia con gatos. Ellos son como una píldora diaria de felicidad, viven el presente, no miran para atrás ni adelante.
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¿Qué hacer con un perro en Bogotá?
Una ciudad que pretenda ser amable con los animales de compañía, particularmente los perros, porque los gatos no se sienten bien fuera de su espacio, debe tener más verde, más parques. Eso haría la ciudad más amable. Y también la educación de nuevo, hay mucho conflicto entre personas por cuenta de las mascotas. La razón principal por riñas es esa: que nos falta responsabilidad con el animal, en educarlo, recoger sus desechos, evitar los malos olores... de nuevo cultura, una tenencia mala e irresponsable deriva en malestar con los vecinos. Eso se puede evitar.