La seducción de una subasta
Ana Sokoloff seleccionó con su agudo ojo y su criterio de experta las piezas que se rematarán en la velada Conexión Colombia 2009.
Angélica Gallón Salazar
Las dos más grandes casas de subastas del mundo, Christie’s y Sotheby’s, registraron con ánimo y sorpresa, el año pasado, una venta por encima de los 45 millones de dólares semestrales sólo en arte latinoamericano. Después de 20 años de presencia de obras y artistas de estas latitudes en las subastas que direccionan el mercado del arte mundial, la cifra da cuenta de un gran logro: las creaciones de latinos empiezan a estar, más que nunca, entre los gustos de coleccionistas y galerías de todo el mundo.
En esa inmensa marea de colores y lienzos, de millones de dólares y martillos que venden obras por precios récords como el alcanzado por El Trovador, de Rufino Tamayo (México), vendido por 7,2 millones de dólares, hay una mujercita liviana, una colombiana que, de estudiante de historia del arte en Nueva York, de recepcionista y preparadora de café —poco hábil— en las galerías, pasó a convertirse en una de las mayores expertas del arte latinoamericano y en una de las encargadas de colar lo mejor de las obras de Argentina, Perú, Brasil y Colombia en los gustos más refinados: Ana Sokoloff .
Su vida ha transcurrido desde hace dos décadas prioritariamente en la Gran Manzana, aunque durante meses vive más entre aviones y aeropuertos de tanto ir a Basilea, a Venecia, a Berlín, Miami y Buenos Aires en busca de nuevos talentos y cotizadas piezas en sus ferias de arte.
Por estos días, en su agite itinerario se ha colado Bogotá y Ana Sokoloff ha llegado a su tierra de siempre, la que no se le sale del corazón, para asesorar y seleccionar las obras del catálogo de la ‘Subasta Conexión Colombia: el arte por una causa’, que celebra su segunda versión este miércoles 30 de septiembre.
“Queríamos que el catálogo de 65 piezas de esta subasta fuera representativo de las artes en Colombia, pero que a la vez, tuviera obras de artistas que ya han muerto, de los consagrados, los emergentes —o de carrera media— y los muy jóvenes, y todo eso lo tenemos”, comenta la experta sin ocultar la emoción particular que le genera este proyecto en el que ha incluido las instalaciones de Nicolás París, las obras de Beatriz González, Carlos Rojas, Bernardo Salcedo, Alberto Baraya, los dibujos de Mateo López, entre otras obras remarcables del arte colombiano.
“Esta subasta tiene el potencial de convertirse en un referente del mercado del arte latinoamericano, porque aunque la mayoría de países de la región tienen sus propias subastas, esta es de las pocas con una intención más global, primero en agrupar artistas de toda Latinoamérica y, segundo, en enviar catálogos a compradores de todo el mundo”, añade Sokoloff, quien está convencida de que el arte es un lugar privilegiado para invertir y que es una alternativa para poner el dinero incluso y sobre todo en tiempos de crisis.
Fue justamente el afán de lograr un catálogo que se convirtiera en radiografía de las artes del continente, la razón por la que entre la selección de obras de Conexión Colombia se incluyen también piezas del venezolano Carlos Cruz-Díez, que con su obra cinética ofrece una de las piezas más costosas de la colección ($165 millones); también obras del cubano Julio Larraz y del polémico argentino León Ferrari. “Hell, from the series ideas for hell es una de las obras que quisiera resaltar, por su vanguardismo, asegura Sokoloff. Y es que a pesar de que León Ferrari nació en 1920, hace unos años se hizo una retrospectiva suya en Buenos Aires y levantó polvo y fue gravemente censurada, logrando que sus obras de 2008 fueran casi tan apetecidas y únicas como las de los setenta”.
Para construir este catálogo, Ana tuvo que indagar en la historia de cada obra, analizar en la singularidad de las piezas quién es el artista que la ha creado, cuál es la temática, la técnica, el año de creación, el color, el estado de conservación y cuál ha sido su procedencia desde que salió del estudio del artista —si pasó por galerías o por las manos de importantes coleccionistas—, para poder asignar así un precio estimado.
Aunque el valor del arte es en su gran mayoría subjetivo y se ve influenciado por valores materiales y circunstanciales, esta es una tarea en la que Ana se ha entrenado por años trabajando con Christie’s , en donde además de catalogar miles de obras, evalúa y avalúa piezas latinoamericanas que ella considera serían apetecibles en su mercado.
“Para Conexión Colombia, escogimos a artistas que tienen mucho éxito a nivel internacional, como Fernando Arias, que es uno de los colombianos mejor coleccionados en el exterior, y que junto a Rósenberg Sandoval, Nadín Ospina, Doris Salcedo, Juan Manuel Echavarría y Óscar Muñoz, están en la colección Daros”, explica Sokoloff, quien también resalta la importancia que entre las 65 piezas elegidas tiene el arte cinético: “Contamos con las obras de Carlos Cruz-Díez, Antonio Asís, Luis Tomasello, Martha Boto, que estuvieron trabajando al mismo tiempo que Negret, Feliza Bursztyn, Fanny Sanín, Carlos Rojas, Ramírez Villamizar y que estaban buscando y trabajando en una época coetánea y tenían intereses compartidos”.
Cada una de las piezas del catálogo da cuenta de lo mejor y más cotizado del arte, pero también hablan de la exquisitez, rigor y conocimiento de Ana Sokoloff, quien gracias a una indecible memoria visual y años y años de amar el arte, se convierte en el mejor tamiz para que el arte latinoamericano y los negocios hablen el mismo idioma.
Las dos más grandes casas de subastas del mundo, Christie’s y Sotheby’s, registraron con ánimo y sorpresa, el año pasado, una venta por encima de los 45 millones de dólares semestrales sólo en arte latinoamericano. Después de 20 años de presencia de obras y artistas de estas latitudes en las subastas que direccionan el mercado del arte mundial, la cifra da cuenta de un gran logro: las creaciones de latinos empiezan a estar, más que nunca, entre los gustos de coleccionistas y galerías de todo el mundo.
En esa inmensa marea de colores y lienzos, de millones de dólares y martillos que venden obras por precios récords como el alcanzado por El Trovador, de Rufino Tamayo (México), vendido por 7,2 millones de dólares, hay una mujercita liviana, una colombiana que, de estudiante de historia del arte en Nueva York, de recepcionista y preparadora de café —poco hábil— en las galerías, pasó a convertirse en una de las mayores expertas del arte latinoamericano y en una de las encargadas de colar lo mejor de las obras de Argentina, Perú, Brasil y Colombia en los gustos más refinados: Ana Sokoloff .
Su vida ha transcurrido desde hace dos décadas prioritariamente en la Gran Manzana, aunque durante meses vive más entre aviones y aeropuertos de tanto ir a Basilea, a Venecia, a Berlín, Miami y Buenos Aires en busca de nuevos talentos y cotizadas piezas en sus ferias de arte.
Por estos días, en su agite itinerario se ha colado Bogotá y Ana Sokoloff ha llegado a su tierra de siempre, la que no se le sale del corazón, para asesorar y seleccionar las obras del catálogo de la ‘Subasta Conexión Colombia: el arte por una causa’, que celebra su segunda versión este miércoles 30 de septiembre.
“Queríamos que el catálogo de 65 piezas de esta subasta fuera representativo de las artes en Colombia, pero que a la vez, tuviera obras de artistas que ya han muerto, de los consagrados, los emergentes —o de carrera media— y los muy jóvenes, y todo eso lo tenemos”, comenta la experta sin ocultar la emoción particular que le genera este proyecto en el que ha incluido las instalaciones de Nicolás París, las obras de Beatriz González, Carlos Rojas, Bernardo Salcedo, Alberto Baraya, los dibujos de Mateo López, entre otras obras remarcables del arte colombiano.
“Esta subasta tiene el potencial de convertirse en un referente del mercado del arte latinoamericano, porque aunque la mayoría de países de la región tienen sus propias subastas, esta es de las pocas con una intención más global, primero en agrupar artistas de toda Latinoamérica y, segundo, en enviar catálogos a compradores de todo el mundo”, añade Sokoloff, quien está convencida de que el arte es un lugar privilegiado para invertir y que es una alternativa para poner el dinero incluso y sobre todo en tiempos de crisis.
Fue justamente el afán de lograr un catálogo que se convirtiera en radiografía de las artes del continente, la razón por la que entre la selección de obras de Conexión Colombia se incluyen también piezas del venezolano Carlos Cruz-Díez, que con su obra cinética ofrece una de las piezas más costosas de la colección ($165 millones); también obras del cubano Julio Larraz y del polémico argentino León Ferrari. “Hell, from the series ideas for hell es una de las obras que quisiera resaltar, por su vanguardismo, asegura Sokoloff. Y es que a pesar de que León Ferrari nació en 1920, hace unos años se hizo una retrospectiva suya en Buenos Aires y levantó polvo y fue gravemente censurada, logrando que sus obras de 2008 fueran casi tan apetecidas y únicas como las de los setenta”.
Para construir este catálogo, Ana tuvo que indagar en la historia de cada obra, analizar en la singularidad de las piezas quién es el artista que la ha creado, cuál es la temática, la técnica, el año de creación, el color, el estado de conservación y cuál ha sido su procedencia desde que salió del estudio del artista —si pasó por galerías o por las manos de importantes coleccionistas—, para poder asignar así un precio estimado.
Aunque el valor del arte es en su gran mayoría subjetivo y se ve influenciado por valores materiales y circunstanciales, esta es una tarea en la que Ana se ha entrenado por años trabajando con Christie’s , en donde además de catalogar miles de obras, evalúa y avalúa piezas latinoamericanas que ella considera serían apetecibles en su mercado.
“Para Conexión Colombia, escogimos a artistas que tienen mucho éxito a nivel internacional, como Fernando Arias, que es uno de los colombianos mejor coleccionados en el exterior, y que junto a Rósenberg Sandoval, Nadín Ospina, Doris Salcedo, Juan Manuel Echavarría y Óscar Muñoz, están en la colección Daros”, explica Sokoloff, quien también resalta la importancia que entre las 65 piezas elegidas tiene el arte cinético: “Contamos con las obras de Carlos Cruz-Díez, Antonio Asís, Luis Tomasello, Martha Boto, que estuvieron trabajando al mismo tiempo que Negret, Feliza Bursztyn, Fanny Sanín, Carlos Rojas, Ramírez Villamizar y que estaban buscando y trabajando en una época coetánea y tenían intereses compartidos”.
Cada una de las piezas del catálogo da cuenta de lo mejor y más cotizado del arte, pero también hablan de la exquisitez, rigor y conocimiento de Ana Sokoloff, quien gracias a una indecible memoria visual y años y años de amar el arte, se convierte en el mejor tamiz para que el arte latinoamericano y los negocios hablen el mismo idioma.