La sinfonía del conflicto
El oratorio “El río de los muertos”, de la escritora caleña, será presentado el 4 de junio en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura de la capital vallecaucana , con el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de Cali y los coros de la Universidad del Valle.
Jorge Consuegra, Libros y Letras
¿Qué es “El río de los muertos”?
Es la primera obra compuesta para orquesta sinfónica, coro y solistas, que rinde un homenaje a todas las víctimas del conflicto, a través de textos de poetas colombianos.
¿Por qué el nombre de “El río de los muertos”?
La violencia colombiana bien puede escribirse desde sus ríos. Cuando todo el mundo callaba, los ríos de Colombia siempre han dicho su verdad. Como una imagen fotográfica que se trabaja en laboratorio y que sale a la luz con el líquido de contraste, los ríos han sacado a flote nuestra terrible historia reciente.
¿Qué papel tuvo el director y compositor Alberto Guzmán Naranjo en el oratorio?
Cuando publiqué Entre la espada y la pared, poemario que tiene algunos de estos poemas, el maestro Guzmán me propuso trabajar un libreto y desde hace tres años empezamos a fraguar la idea.
¿Qué orquestas le darán vida a su obra?
Contaremos con la participación de la Orquesta Filarmónica de Cali y los coros de la Universidad del Valle. Nos presentaremos el próximo jueves 4 de junio en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura de Cali, a las 7 de la noche.
¿Cómo nació el oratorio?
Creo que la poesía ha sido mi forma de escribir sobre el conflicto. He estado dedicada a la comunicación organizacional, pero la periodista de formación ha estado vigente de otra forma. Así, por muchos años, he escrito poesía alrededor de todo lo que me aterra.
¿Y qué le aterra?
La muerte de Manuel Cepeda, periodista colombiano, la caravana de los desplazados en las esquinas, el ataque a Bojayá, las masacres paramilitares, los falsos positivos y ese episodio que a todos nos ha conmovido: el entierro de los NN de Puerto Berrío, con nuevos nombres y nuevos deudos.
¿Cree en la poesía comprometida?
Quisiera decir como Celaya que la “poesía es un arma cargada de futuro”. Para eso, ante todo, es necesario que sea muy buena poesía. Ahí es donde aún siento que no tengo tan altos vuelos. Por eso me sentí muy cómoda desbaratando la mía para convertirla en una historia continua.
Y a pesar de no tener la suficiente experiencia en la oratoria, ¿cómo logró que su poesía tuviese la característica de estar bien narrada?
Cuando necesité el gran final, pedí auxilio a Antonio María Flórez, con sus versos de Desplazados del Paraíso; y a Guillermo Martínez, que me autorizó citar el Réquiem por la muerte grande, de Matilde Espinosa. El compromiso en el oratorio quedó totalmente sellado cuando logramos introducir un narrador periodístico, inspirado en algunos fragmentos de las crónicas de Alberto Salcedo Ramos y en informes de medios de comunicación.
Usted ha sido enfática en afirmar que este oratorio es para todas las víctimas…
Sí, y quiero agregar algo: el libreto fue posible, también, porque gracias a la Fundación Víctimas Visibles, pude no sólo escuchar a víctimas de todos los actores del conflicto nacional, sino que tuve la oportunidad de coordinar, por cuatro meses, el módulo sobre arte, narrativa y víctimas en la organización.
¿Cómo conoció de la Fundación Víctimas Visibles?
Me invitaron a tomar el diplomado de “Narrativa desde las víctimas para construcción de memoria histórica”.
¿Qué es “El río de los muertos”?
Es la primera obra compuesta para orquesta sinfónica, coro y solistas, que rinde un homenaje a todas las víctimas del conflicto, a través de textos de poetas colombianos.
¿Por qué el nombre de “El río de los muertos”?
La violencia colombiana bien puede escribirse desde sus ríos. Cuando todo el mundo callaba, los ríos de Colombia siempre han dicho su verdad. Como una imagen fotográfica que se trabaja en laboratorio y que sale a la luz con el líquido de contraste, los ríos han sacado a flote nuestra terrible historia reciente.
¿Qué papel tuvo el director y compositor Alberto Guzmán Naranjo en el oratorio?
Cuando publiqué Entre la espada y la pared, poemario que tiene algunos de estos poemas, el maestro Guzmán me propuso trabajar un libreto y desde hace tres años empezamos a fraguar la idea.
¿Qué orquestas le darán vida a su obra?
Contaremos con la participación de la Orquesta Filarmónica de Cali y los coros de la Universidad del Valle. Nos presentaremos el próximo jueves 4 de junio en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura de Cali, a las 7 de la noche.
¿Cómo nació el oratorio?
Creo que la poesía ha sido mi forma de escribir sobre el conflicto. He estado dedicada a la comunicación organizacional, pero la periodista de formación ha estado vigente de otra forma. Así, por muchos años, he escrito poesía alrededor de todo lo que me aterra.
¿Y qué le aterra?
La muerte de Manuel Cepeda, periodista colombiano, la caravana de los desplazados en las esquinas, el ataque a Bojayá, las masacres paramilitares, los falsos positivos y ese episodio que a todos nos ha conmovido: el entierro de los NN de Puerto Berrío, con nuevos nombres y nuevos deudos.
¿Cree en la poesía comprometida?
Quisiera decir como Celaya que la “poesía es un arma cargada de futuro”. Para eso, ante todo, es necesario que sea muy buena poesía. Ahí es donde aún siento que no tengo tan altos vuelos. Por eso me sentí muy cómoda desbaratando la mía para convertirla en una historia continua.
Y a pesar de no tener la suficiente experiencia en la oratoria, ¿cómo logró que su poesía tuviese la característica de estar bien narrada?
Cuando necesité el gran final, pedí auxilio a Antonio María Flórez, con sus versos de Desplazados del Paraíso; y a Guillermo Martínez, que me autorizó citar el Réquiem por la muerte grande, de Matilde Espinosa. El compromiso en el oratorio quedó totalmente sellado cuando logramos introducir un narrador periodístico, inspirado en algunos fragmentos de las crónicas de Alberto Salcedo Ramos y en informes de medios de comunicación.
Usted ha sido enfática en afirmar que este oratorio es para todas las víctimas…
Sí, y quiero agregar algo: el libreto fue posible, también, porque gracias a la Fundación Víctimas Visibles, pude no sólo escuchar a víctimas de todos los actores del conflicto nacional, sino que tuve la oportunidad de coordinar, por cuatro meses, el módulo sobre arte, narrativa y víctimas en la organización.
¿Cómo conoció de la Fundación Víctimas Visibles?
Me invitaron a tomar el diplomado de “Narrativa desde las víctimas para construcción de memoria histórica”.