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“Al final, ¿Cómo es el asunto? ¿uno va llevando su vida adelante o la vida se lo lleva por delante a uno?”: Mafalda.
Cómo definir a Quino, en especial para las nuevas generaciones. Se podría decir con razón, como lo hizo el periódico El País de España, que fue “el dibujante más internacional del idioma español”. Pero, ¿Cómo hacer para que entiendan que su mayor creación, una tira cómica que gira alrededor de un grupo de niños argentinos que durante diez años no envejecen, de mediados de los sesentas y comienzos de los setentas, centrada en Mafalda, una niña única e irrepetible, que todo lo analizaba, cuestionaba y le dejaba al lector unas frases inolvidables y demoledoras, que se convirtió en ese Pepe Grillo interior que nunca dejaremos llevando dentro? (Le puede interesar: Murió Quino, el creador de Mafalda)
Pero, además, la genialidad del Maestro Joaquín Salvador Lavado, Quino, no terminaba ahí. También habría que explicar que fuera de este grupo inolvidable de amigos, su pincel incansable también desnudó con trazos inconfundibles las injusticias e inequidades del mundo, y de nuestra región, con otro tipo de caricaturas que, a pesar de haber sido publicadas varias décadas atrás, continúan teniendo plena vigencia. Tanta, que con frecuencia aparecen y reaparecen en las redes sociales, en memes de Whatsapp y son citadas con fruición en reuniones y corrillos de compañeros de colegio o amigos de infancia. Tal vez por esto, el universo Quino, como se le ha llamado, fue definido hace unos cuarenta años por Carlos Guillermo Martínez, Gaso, hermano de la vida, periodista, poeta, escritor y caricaturista de los jueves en ese diario, de manera inigualable: Laquinoamerica. (Lea también: Diez frases para recordar a Mafalda)
Quino, quien falleció a los 88 años, encarnó la critica inteligente y cuestionadora con el humor como arma infalible. No la critica per sé, sino la que pone a pensar, la que deja que sea el propio lector el que saque las propias conclusiones. Con el retorno de la democracia a la Argentina, en los ochentas, le preguntaron al Maestro qué había pasado con Mafalda, a quien dejo de recrear en 1973, y qué hubiera sucedido con ella en caso de haber continuado con su publicación diaria. El gran caricaturista dijo que había decidido no continuar con la serie porque se sentía demasiado cansado y era mejor dejarla en ese momento. En una nota aparecida en ese diario, se recuerda que el dibujante dijo que se: “levantaba a las ocho. A las nueve y cuarto me ponía a pensar la idea. Me daba tiempo hasta las cinco de la tarde. De las cinco de la tarde a las nueve de la noche hacía el dibujo. Así por semanas, por años”. Hasta que no dio mas.
Con respeto a que habría sucedido con Mafalda de continuar viva, manifestó que, con seguridad, hubiera sido una de las treinta mil personas desaparecidas durante la dictadura que vivió su país. Al leer y releer a Mafalda, hoy en día, no cabe la menor duda de que ese hubiera sido su mas probable destino. Su pacifismo, su lucha contra las injusticias sociales, su quijotesca búsqueda de un mundo mejor, su sentido de solidaridad con los que sufren, no le hubiera deparado un futuro muy distinto al de tantos jóvenes que no regresaron jamás de su viaje a la utopía.
Mafalda, paradójicamente, nació en 1962 como propuesta para una campaña publicitaria que presentaba a una familia, en su día a día, y los electrodomésticos que utilizaba. La compañía descartó la idea y Quino decidió retomarla en 1964 como tira cómica. En ella vivió una familia de clase media, con un padre, del que nunca se supo su nombre y que llegaba a casa como quien regresa de un campo de batalla cotidiano. Una madre, Raquel, que dejó de lado sus sueños, se casó y fue ama de casa. Con el tiempo vendría un hermanito, Guille. Estaban además sus amigos del colegio y del vecindario: el idealista Felipito, con el cual se identificaba, la insufrible Susanita, el metalizado y duro para pensar, Manolito y la existencialista Libertad. Lo demás es historia. Los libros, en un formato muy agradable, se vendieron por millones y fueron traducidos a varios idiomas, entre ellos al francés, ingles, japonés y chino, en otros treinta idiomas. Mas adelante se haría una recopilación de las casi dos mil tiras publicadas, en un libro de gran formato llamado Toda Mafalda, que continua ocupando un lugar destacado en muchas bibliotecas. También se hizo un largometraje y algunas series con las mejores caricaturas.
Siguiendo con las paradojas, a pesar del mundo infantil que recreó, no tuvo hijos con su esposa Alicia. “Es una mala porquería traer a alguien aquí sin haberle preguntado”, le dijo a El País en 1990. Según el mismo diario, “Quino tomaba el café sin azúcar, discrepaba de la nueva cocina porque las raciones eran muy pequeñas y adoraba el vino de La Rioja tanto como Mafalda odiaba la sopa. Tenía aspecto triste, quizás porque escuchaba mucho”. A pesar de ser republicano, y tener la nacionalidad española, pues sus padres llegaron a Argentina desde Andalucía hacia los años treintas del siglo anterior, mantuvo una relación muy cordial con el rey Felipe VI y doña Letizia, que le entregaron el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en 2014. De otro lado, y por culpa de un glaucoma, fue perdiendo poco a poco la vista, hasta quedar casi ciego. En los noventas sufrió varios quebrantos de salud y se deterioro aun mas desde la muerte de Alicia, en 2017. Como si le faltaran malas noticias a Hispanoamérica en materia de humor inteligente en este trágico año bisiesto, al fallecimiento de Marcos Mundstock, de Les Luthiers, se le suma ahora la partida del Maestro Quino, que enluta de nuevo no solo a la Argentina, sino a todos sus seguidores alrededor del mundo.
Fuera de la colección completa de Mafalda, nos quedan además sus libros Quinoterapia, Gente en su sitio, ¡Qué presente impresentable!, Yo no fui, o Quino para adultos, como recurso de primeros auxilios en esta Laquinoamerica. La misma que sigue gravitando a nuestro alrededor con los viejos-nuevos-mismos problemas que seguimos arrastrando como región, y como mundo. Hasta siempre Maestro y aquí continuaremos acompañados de tu imperecedero ingenio.
Frases inolvidables de Mafalda, publicadas por El País de España
Debiera haber un día en la semana en el que los informativos nos engañaran un poco dando buenas noticias.
Indudablemente, la primavera es lo más publicitario que tiene la vida.
Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio.
Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante.
Hoy quiero vivir sin darme cuenta.
Mamá, cuando conociste a papá, ¿sentiste que te devoraban las llamas de la pasión o apenas algo se te tostaba?
Bueno, pero y el espíritu ¿a qué edad empieza a necesitar maquillarse?
¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?
¿Y Dios habrá patentado esta idea del manicomio redondo?