Las historias de amor de Nacarid Portal
La escritora juvenil de 26 años ha publicado tres libros, está trabajando en el guion de su primera película, inspirada en la novela “Amor a cuatro estaciones”, y prepara una saga. Comenzó a escribir a los nueve años y sus padres son su inspiración.
El Espectador
¿Cómo comenzó a escribir?
Escribía cuentos cortos a los nueve años. Mi mamá siempre me decía que lo hiciera, no sólo cuando estaba inspirada, sino en todo momento, para cultivar mi vocación. Estudié periodismo y artes, he hecho de diez a once obras de teatro. Sabía a dónde quería llegar y cómo lograrlo, pero no pensé que fuera a ser tan rápido.
¿Qué quería lograr?
Mi sueño era cambiar el mundo a través de mis letras y mis acciones. Gracias a Dios, estoy haciéndolo. Empecé con el movimiento Acción Poética en Caracas. Pedí permiso al poeta Armando Larix, que es el fundador del movimiento a nivel mundial; empecé a pintar los murales de las comunidades más pobres en Venezuela y luego hice escritos. Muchos de ellos están en el libro La vida entre mis dedos. Fue el trampolín para comenzar.
¿Qué la cohibía antes?
Todo tiene un proceso, se hace poco a poco. He tenido que aprender de la paciencia y de valorar cada momento. No tenía miedo a nada, me propuse hacerlo y he crecido cada vez más. Lo que me cohibía era el cómo, porque a veces nos cuesta mucho empezar, pero a los jóvenes escritores les digo que busquen la manera de hacerlo. Si de verdad quieres y todas las puertas están cerradas, construye tu propia puerta.
¿De dónde salen sus ideas y cómo ha logrado materializarlas?
Vengo de una familia de puros artistas, son sumamente bohemios y tuve una experiencia muy cercana a la muerte. Mi mamá, que en paz descanse, ha sido el impulso que me ha dado la vida para materializar todo, porque, si te pones a ver, no tienes nada seguro, ni siquiera este día. Nada de lo que tenemos es nuestro. Eso lo entendí el día que fallecieron mis padres en 2012. Depende de ti vivir de quejas, ser un fracasado o el protagonista de tu vida.
¿Qué les sucedió a sus papás?
Mi mamá murió de un ataque cardíaco y mi papá se quitó la vida el mismo día. Era una relación amorosa demasiado fuerte, la única que tuvieron ambos, una cosa como de otro mundo. Romeo y Julieta se quedó corto. Desde que estábamos muy jóvenes él siempre decía que no podía vivir sin ella, y al final fue así. Yo tuve dos opciones: sumergirme en el dolor o convertirlo en luz para seguir adelante. Decidí hacer lo segundo y eso es lo que me trae hoy acá.
¿Qué le enseñó esa historia de amor?
Que el amor existe, es la fuerza más grande que hay y podemos lograr todo a través de él. No es sólo el amor de pareja, sino el propio: valorar cada detalle, lo que sea que hagamos. Puede mover montañas y, si nos llenamos de él todos los días, cualquier sueño se consigue.
Sus padres la marcaron mucho.
Sí, todas las cosas sociales que hago ahora vienen de que ellos me enseñaron a desprenderme de lo material, ayudar a las otras personas. Tuve una crianza preciosa, me quedé con todo lo bonito para aprender de ellos. Puedo hablar de esto con total confianza porque el dolor no dura para siempre. Todo depende de cómo lo tomes.
¿Cómo es ser escritora en Venezuela?
Es un trabajo como en cualquier país. En Venezuela, aunque todo está difícil, depende de ti como ser humano y como persona lograr lo que quieres. Puedes estar en Venezuela, Cuba o Sudáfrica, y todo depende de lo que quieres dar por ti y por tu país. Hay muchísimo talento, pero no es un secreto para nadie que el Gobierno que tenemos no es bueno.
¿Cómo comenzó a escribir?
Escribía cuentos cortos a los nueve años. Mi mamá siempre me decía que lo hiciera, no sólo cuando estaba inspirada, sino en todo momento, para cultivar mi vocación. Estudié periodismo y artes, he hecho de diez a once obras de teatro. Sabía a dónde quería llegar y cómo lograrlo, pero no pensé que fuera a ser tan rápido.
¿Qué quería lograr?
Mi sueño era cambiar el mundo a través de mis letras y mis acciones. Gracias a Dios, estoy haciéndolo. Empecé con el movimiento Acción Poética en Caracas. Pedí permiso al poeta Armando Larix, que es el fundador del movimiento a nivel mundial; empecé a pintar los murales de las comunidades más pobres en Venezuela y luego hice escritos. Muchos de ellos están en el libro La vida entre mis dedos. Fue el trampolín para comenzar.
¿Qué la cohibía antes?
Todo tiene un proceso, se hace poco a poco. He tenido que aprender de la paciencia y de valorar cada momento. No tenía miedo a nada, me propuse hacerlo y he crecido cada vez más. Lo que me cohibía era el cómo, porque a veces nos cuesta mucho empezar, pero a los jóvenes escritores les digo que busquen la manera de hacerlo. Si de verdad quieres y todas las puertas están cerradas, construye tu propia puerta.
¿De dónde salen sus ideas y cómo ha logrado materializarlas?
Vengo de una familia de puros artistas, son sumamente bohemios y tuve una experiencia muy cercana a la muerte. Mi mamá, que en paz descanse, ha sido el impulso que me ha dado la vida para materializar todo, porque, si te pones a ver, no tienes nada seguro, ni siquiera este día. Nada de lo que tenemos es nuestro. Eso lo entendí el día que fallecieron mis padres en 2012. Depende de ti vivir de quejas, ser un fracasado o el protagonista de tu vida.
¿Qué les sucedió a sus papás?
Mi mamá murió de un ataque cardíaco y mi papá se quitó la vida el mismo día. Era una relación amorosa demasiado fuerte, la única que tuvieron ambos, una cosa como de otro mundo. Romeo y Julieta se quedó corto. Desde que estábamos muy jóvenes él siempre decía que no podía vivir sin ella, y al final fue así. Yo tuve dos opciones: sumergirme en el dolor o convertirlo en luz para seguir adelante. Decidí hacer lo segundo y eso es lo que me trae hoy acá.
¿Qué le enseñó esa historia de amor?
Que el amor existe, es la fuerza más grande que hay y podemos lograr todo a través de él. No es sólo el amor de pareja, sino el propio: valorar cada detalle, lo que sea que hagamos. Puede mover montañas y, si nos llenamos de él todos los días, cualquier sueño se consigue.
Sus padres la marcaron mucho.
Sí, todas las cosas sociales que hago ahora vienen de que ellos me enseñaron a desprenderme de lo material, ayudar a las otras personas. Tuve una crianza preciosa, me quedé con todo lo bonito para aprender de ellos. Puedo hablar de esto con total confianza porque el dolor no dura para siempre. Todo depende de cómo lo tomes.
¿Cómo es ser escritora en Venezuela?
Es un trabajo como en cualquier país. En Venezuela, aunque todo está difícil, depende de ti como ser humano y como persona lograr lo que quieres. Puedes estar en Venezuela, Cuba o Sudáfrica, y todo depende de lo que quieres dar por ti y por tu país. Hay muchísimo talento, pero no es un secreto para nadie que el Gobierno que tenemos no es bueno.