Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo imagina su vida lejos de los escenarios?
Trataré de ser un anciano sabio. Me estoy esforzando: solo me falta la sabiduría.
Ustedes siempre han tenido a Colombia entre sus giras. ¿Qué les gusta tanto de este país?
El colombiano tiene una calidez difícil de encontrar. Un don de gente, una amabilidad y una caballerosidad distintiva en América Latina. Y en lo artístico, ha sido siempre muy cariñosamente receptivo, cómplice de nuestro humor. Además, posee el recóndito secreto del ajiaco.
¿Había que incluir a Colombia en la gira porque uno siempre se despide de los mejores amigos?
Si es cierto que uno se despide de sus mejores amigos, Colombia era un país al que debíamos venir. Pero en mi caso particular, conservo entrañables relaciones afectivas. Así que, al contrario: por tener gente tan querida no me voy a despedir, sino que planeo regresar, aunque ya no con la excusa de trabajar, sino solo para verlos a ellos. Le invitamos a leer: Después de 55 años, Les Luthiers anuncia su despedida definitiva de los escenarios
¿Terminar la historia de Les Luthiers le resulta liberador, lo asusta o será la oportunidad para una nueva “lutherapia”?
Jorge y yo constituimos, en el 21, junto con Lino Patalano, conocido empresario teatral argentino, una sociedad para devolver a Les Luthiers a las tablas.
Pero Lino falleció en septiembre pasado. Eso fue bastante determinante. Sin Lino, Jorge y yo nos dimos cuenta rápidamente de que no queríamos ni podíamos afrontar el manejo de la tremenda máquina que es nuestra empresa, más grande y compleja de lo que la gente ve. En ese sentido, la decisión es liberadora. Como contraparte, nos despedimos de una actividad, creativa y escénica que nos ha acompañado durante 55 años, y sentirlo como cierre de un período tan importante de nuestra vida da tristeza y algo de estupor.
¿Despedirse de los escenarios genera gracia, nostalgia, tristeza o un poco de todo?
Elijo nostalgia y tristeza, pero, mirando atrás, se me agregan otras: satisfacción, orgullo, agradecimiento y seguramente existirá alguna larga palabra en alemán para condensar otras varias emociones más.
Le propongo un viaje en el tiempo. ¿Qué consejo les daría a los Les Luthiers de hace 55 años?
Piénsenlo bien, muchachos; este puede ser muy gratificante, pero hay caminos más fáciles.
A Les Luthiers lo han considerado el mejor grupo de humor en la historia en lengua castellana. ¿Qué sensación genera llevar ese cartel pegado en la espalda?
Me da orgullo. No lo llevo en la espalda para mostrárselo a nadie, sino en un bolsillo interior de mi chaqueta, junto a mi corazón.
Hace pocos años recibimos el Premio Princesa de Asturias; un casi Nobel concedido por un severo jurado internacional. Lo habían ganado, entre varios otros seres admirables, Woody Allen, Zygmunt Bauman, Morricone, Francis Ford Coppola, Barenboim, Bob Dylan y otros varios Premios Nobel.
¿Estamos viviendo en una sociedad aburrida y cada vez más incapaz de reírse de sí misma?
Estamos viviendo en una sociedad cada vez más medievalizada: el anacronismo y la naturaleza multiforme de la mal llamada corrección política ejercen una presión enorme y a la vez difusa sobre la libertad de decir y de reír. Cada vez somos más los que defendemos la libertad de expresión pero que, paradójicamente, nos autolimitamos al expresarnos. Esto dificulta la capacidad de pensar, y afecta, entre otras, la posibilidad de reír.
Hoy, al momento de reír en público, buena parte de la humanidad antepone inconscientemente un velo censor.
¿El humor sirve para superar incluso el fracaso?
Mi experiencia es un vivo ejemplo: una vez intenté tomarme con humor un fracaso... y fracasé.
¿Algún consejo para burlarnos de nuestros propios absurdos?
El humor no es la panacea. Los absurdos de la humanidad deben enfrentarse con conciencia y auténtica seriedad. Y sería bueno hacerlo antes de que sea tarde.
En los medios se suele leer más notas de farándula que de cultura ¿eso debería dar risa?
Yo leo solo las notas de farándula... y me dan mucha risa.
¿Hay un humor bueno y uno malo?
El humor malo y el humor bueno conviven; pero el malo le pega al bueno.
¿Hay un humor fácil y otro más “intelectual”?
Cada quién decidirá si se ríe con humor o con meras cosquillas, de esas que cualquiera puede hacerle.
El humor de Les Luthiers no es “intelectual”. Es solo humor refinado, construido con elementos nobles, y su público —más allá de la edad o de su formación— disfruta del buen uso de la lengua castellana.
Me parece que la cuestión es si hay verdadero humor o no. Le tengo mucho respeto a este concepto. Como señaló Bergson: “Es la risa lo que nos hace humanos”. Lo hay de estructura simple, como hay hombres simples, y algunos que no somos tan simples, pero nos gusta lo sencillo. También lo hay más complejo.
Hay humor construido con elementos banales, con groserías, hasta con escatologías y lo hay con ideas, con estructuras, con conceptos y mensajes más profundos. Pero lo importante es que aparezca la risa.
¿Cree que con el humor negro todo se vale o debe tener límites?
No hay humor sin risas, y yo no podría reírme de una tragedia. Si una tragedia llega a ser risible, sucede que el humorista es excepcionalmente bueno o la tragedia —por el paso del tiempo, algún cambio de la hermenéutica o lo que fuere— ha perdido su condición de tal.
En octubre se cumplen 40 años de la restauración de la democracia en Argentina. ¿Las dictaduras deberían temerle al humor?
Las dictaduras suelen emplear métodos contundentes para combatir ese temor.
¿Ustedes significaron algún peligro para la dictadura argentina?
Todo lo contrario; la dictadura significó un peligro para nosotros.
¿Cuál es el chiste más recordado de Mastropiero?
“Había una vez un loro azul”. Me parece genial. Es una lástima que solo lo entienda gente excepcionalmente inteligente.
¿La política latinoamericana genera risa o tristeza?
Había una vez un loro azul.
¿Cómo se escribe un chiste? Esto dista mucho de otras escrituras.
Sí, por favor, ¿cómo se hace?
¿Cómo es el proceso creativo? Hablemos de música y humor.
Durante la mayor parte del tiempo es un proceso irritante, largo, tedioso. En algunos escasos momentos se produce la sinapsis, la epifanía, la revelación. Entonces hay risas y un poco de alegría. Luego todo vuelve a empezar.
¿A veces hay que reír para no llorar? ¿O solo es una frase hecha?
Es una frase dolorosamente hecha, nadie la dijo riendo.
Volvamos al principio para terminar. ¿Qué ha sido más difícil para esta gira de despedida? ¿Hacer el ensamble con nuevos miembros del elenco o escribir sabiendo que es la última?
En verdad la línea de tiempo fue al revés. Primero escribimos Más tropiezos de Mastropiero y mucho después decidimos la gira de despedida.
Más tropiezos de Mastropiero es el primer espectáculo de Les Luthiers firmado por solo dos de sus integrantes históricos: Jorge Maronna y yo.
Decidimos emprender su escritura hace cuatro años, a principios de 2019. En aquel momento no estaba en nuestros planes terminar. Tampoco imaginábamos que habría una inesperada suspensión de la vida conocida durante dos años.
Con el elenco actual veníamos trabajando desde el comienzo de 2019, así que desde el inicio sabíamos cuál sería el elenco al que destinaríamos el nuevo espectáculo:
Fuimos escribiendo este show al tiempo que explorábamos y descubríamos sus muchas posibilidades y la gran cantidad de recursos novedosos que podían aportar los más jóvenes.
¿Para sus ensambles musicales qué ritmo cree que les quedó faltando?
En cualquier historia de vida se pueden enumerar más metas no alcanzadas que empresas exitosas. Los ritmos faltantes son innumerables.
Así que, mejor, le cuento que en este espectáculo debutamos con el chachachá. Tenemos, además, villancicos, un bolero, una clase de piano clásico y no tan clásico, algo de rock, una sonata casi de Schumann, un gran final que Beethoven y Agatha Christie habrían envidiado.
¿Cuál es el instrumento de Les Luthiers al que le tiene más cariño?
Sin duda, por proximidad y por ser su mejor intérprete, el latín o violín de lata.
¿Con algún instrumento pensó “eso nunca va a sonar”?
Me pasa con el latín cada vez que me dispongo a hacerlo sonar.
El último adiós de Les Luthiers
Con el elenco 2019, el grupo presentará “Más tropiezos de Mastropiero”, un acto que gira en torno a una supuesta entrevista -culta, aguda, documentada y ejemplificada- al mítico creador de las obras de Les Luthiers, Johann Sebastian Mastropiero.
En el transcurso de esa entrevista se rememora, con oportunos ejemplos musicales y escénicos, buena parte de la vida del compositor, desde sus primeros fracasos hasta los más recientes.
Los autores de “Más tropiezos de Mastropiero” son dos de los integrantes “históricos” del grupo, Carlos López Puccio y Jorge Maronna.
Habrá, junto a los ya conocidos, nuevos instrumentos informales y muchas nuevas canciones y escenas, a las que se añadirá una corta selección de obras del repertorio tradicional.
Además de ellos, el elenco 2019 de Les Luthiers está integrado por Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano, y actúan como alternantes Santiago Otero Ramos y Pablo Rabinovich.
Con este elenco de prestigiosos artistas Les Luthiers se ha presentado desde marzo de aquel año en ocho países.