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                                                                                                                                Los “Ejercicios de memoria”, de Salomón Kalmanovitz

                                                                                                                                Fragmento de la autobiografía del reconocido economista barranquillero, que es también una revisión de la historia de Colombia y de la cultura judía.

                                                                                                                                Salomón Kalmanovitz * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

                                                                                                                                La autobiografía del exmiembro de la junta del Banco de la República, Salomón Kalmanovitz.
                                                                                                                                Foto: Cortesía de la editorial
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Miguel Antonio Caro fue el ideólogo conservador del período, y a él le repugnaba en especial el protestantismo: aducía que Inglaterra y Estados Unidos eran sociedades libertinas y degeneradas. Hubo también un cambio de régimen político en 1930, cuando terminó el aislamiento de las corrientes culturales de Occidente, impulsado por la hegemonía conservadora, aunque habían empezado a abrir tímidamente la economía frente a Europa y Estados Unidos desde 1910.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No obstante, hacia 1930 la ciudad vivía el final de la primacía de su puerto. El Canal de Panamá funcionaba desde 1918, lo que le dio alas al puerto de Buenaventura, que ya en 1935 superó a la Puerta de Oro de Colombia en volumen de comercio. El freno de la actividad portuaria también ralentizó su auge comercial e industrial, aunque los agentes económicos, incluyendo a mi papá, no se daban cuenta del cambio económico adverso que se cernía sobre la ciudad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Recuerdo una casa enorme que parecía un palacio, de los Marulanda, reconocidos latifundistas del Gran Magdalena, que quedaba cerca del Teatro Metro. La llegada de inmigrantes sirio-libaneses -a quienes llamaban turcos por llegar con pasaportes del Imperio otomano-, de españoles refugiados de la Guerra Civil y de europeos huyendo del fascismo, incluyéndonos a los judíos, animaban la manufactura y el comercio. Así se fue construyendo una sociedad bastante cosmopolita, liberal y tolerante.

                                                                                                                                Los libaneses que llegaron eran católicos en su mayoría y se integraron más fácilmente en la sociedad local que los judíos, que tuvimos que soportar el mote de asesinos de Dios, y otros mensajes de odio que surgían de quienes simpatizaban con el eje fascista que se estaba erigiendo en la Europa de los años treinta y en la España franquista. Muchos descendientes de los libaneses incursionaron en política exitosamente, a diferencia de nosotros que nos sentíamos extranjeros, a pesar de haber nacido en el país, aun en la segunda y tercera generación.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El Colegio Hebreo, en especial, fue una institución que tuvo una política abierta de admisiones, respetuosa de la religión de los no judíos, lo que permitió una mayor integración con la sociedad local. Hacia 1940 se creía que había 6.000 judíos en Colombia, de los cuales mil se habían establecido en Barranquilla. En los años veinte, Parrish demarcó manzanas cuadradas al estilo de los suburbios norteamericanos en la urbanización de El Prado, organizadas a partir de dos bulevares arborizados en unas rotondas; sus casas contaban con antejardines sembrados de césped, arbustos y frondosos árboles de matarratón.

                                                                                                                                Para los hijos de los norteamericanos, que trabajaban con las petroleras y otros negocios, se fundó un colegio que replicaba un currículo de su país, el Colegio Parrish, que colindaba con los campos de golf del Country Club. Allí estudiaban también los hijos de las familias ricas que aspiraban al nivel de vida norteamericano y que frecuentaban Miami para hacer sus compras.

                                                                                                                                * Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial.

                                                                                                                                La autobiografía del exmiembro de la junta del Banco de la República, Salomón Kalmanovitz.
                                                                                                                                Foto: Cortesía de la editorial
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Miguel Antonio Caro fue el ideólogo conservador del período, y a él le repugnaba en especial el protestantismo: aducía que Inglaterra y Estados Unidos eran sociedades libertinas y degeneradas. Hubo también un cambio de régimen político en 1930, cuando terminó el aislamiento de las corrientes culturales de Occidente, impulsado por la hegemonía conservadora, aunque habían empezado a abrir tímidamente la economía frente a Europa y Estados Unidos desde 1910.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No obstante, hacia 1930 la ciudad vivía el final de la primacía de su puerto. El Canal de Panamá funcionaba desde 1918, lo que le dio alas al puerto de Buenaventura, que ya en 1935 superó a la Puerta de Oro de Colombia en volumen de comercio. El freno de la actividad portuaria también ralentizó su auge comercial e industrial, aunque los agentes económicos, incluyendo a mi papá, no se daban cuenta del cambio económico adverso que se cernía sobre la ciudad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Recuerdo una casa enorme que parecía un palacio, de los Marulanda, reconocidos latifundistas del Gran Magdalena, que quedaba cerca del Teatro Metro. La llegada de inmigrantes sirio-libaneses -a quienes llamaban turcos por llegar con pasaportes del Imperio otomano-, de españoles refugiados de la Guerra Civil y de europeos huyendo del fascismo, incluyéndonos a los judíos, animaban la manufactura y el comercio. Así se fue construyendo una sociedad bastante cosmopolita, liberal y tolerante.

                                                                                                                                Los libaneses que llegaron eran católicos en su mayoría y se integraron más fácilmente en la sociedad local que los judíos, que tuvimos que soportar el mote de asesinos de Dios, y otros mensajes de odio que surgían de quienes simpatizaban con el eje fascista que se estaba erigiendo en la Europa de los años treinta y en la España franquista. Muchos descendientes de los libaneses incursionaron en política exitosamente, a diferencia de nosotros que nos sentíamos extranjeros, a pesar de haber nacido en el país, aun en la segunda y tercera generación.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para los hijos de los norteamericanos, que trabajaban con las petroleras y otros negocios, se fundó un colegio que replicaba un currículo de su país, el Colegio Parrish, que colindaba con los campos de golf del Country Club. Allí estudiaban también los hijos de las familias ricas que aspiraban al nivel de vida norteamericano y que frecuentaban Miami para hacer sus compras.

                                                                                                                                * Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial.

                                                                                                                                Por Salomón Kalmanovitz * / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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