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“El hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor da una vida que está espirando. Yo no puedo estar sin ti, no puedo privarme voluntariamente de mi Manuela. No tengo tanta fuerza como tú para no verte: apenas basta una inmensa distancia; te veo, aunque lejos de ti. Ven, ven, ven luego. Tuyo de alma, Bolívar”, escribió en una carta el libertador Simón Bolívar a su amada Manuelita Sáenz.
A lo largo de la historia han sido incontables los historiadores y escritores que describen a la ecuatoriana Manuelita Sáenz como la amante del Libertador. Sin embargo, la historia no fue así. En realidad, ella fue su acompañante, espía, mejor camarada y amiga fiel. En la nueva producción de Caracol Televisión, Bolívar: el hombre, el amante, el libertador, se da una nueva mirada a la prócer en la gesta de la independencia de América Latina. (Le recomendamos: “Escribir ‘Bolívar’ fue mi campaña libertadora”: Juana Uribe).
“Siempre trato de reivindicar esa connotación que le han dado de que es la amante del Libertador. Ella es amante de la libertad, y lo fue mucho antes de conocer a Bolívar. El libertador simboliza la libertad que ella anhelaba y quería”, dice Shany Nadan, actriz encargada de interpretar a su compatriota Manuelita Sáenz en la serie.
Bolívar y Sáenz se conocieron en 1822, en Quito. La quiteña, que era reconocida por su lucha en el país, quería conocer al Libertador en persona porque solo había oído de sus hazañas por medio de personas.
“Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tomé la corona de rosas y ramitas de laureles y la arrojé para que cayera al frente del caballo de S.E. (Bolívar); pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída, a la casaca, justo en su pecho. Me ruboricé de la vergüenza, pues el Libertador alzó su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados de tal acto; pero sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano, y justo esto fue la envidia de todos, familiares y amigos, y para mí, el delirio y la alegría de que S.E. me distinguiera de entre todas, que casi me desmayo”, escribió Saénz en su diario sobre el día en que se conocieron.
Su relación fue de altos y bajos, fue mayor el tiempo que estuvieron separados que juntos. Bolívar la conoció después de haber perdido a su esposa, María Teresa del Toro Alayza, y Sáenz estaba involucrada en un matrimonio arreglado con James Thorne desde 1817.
“La historia es un poco más cruda que la que vemos en la serie. Fue una relación fuerte que se basó, en gran parte, en cartas. Manuela era la mano derecha de Bolívar. Lo de ellos fue un amor libre, porque sabía muy bien cómo era la vida de Bolívar, los viajes que tenía que emprender, las mujeres que tenía, porque era muy mujeriego. Pero, a pesar de esto, ella fue una mujer que entendía la naturaleza del hombre con el que estaba, y viceversa”, dice Nadan al describir la relación.
De acuerdo con Nadan, la parte más difícil de interpretar al personaje de Manuelita Sáenz fue conseguir la información sobre ella, porque solo contaba con los libros que la describían de una manera heroica o denigrante. “Después de leer eso decidí recurrir a las cartas que el Libertador escribía a Manuela porque la describía de una forma tierna, femenina, alegre, viril, orgullosa e infantil, palabras que no encontré en ningún otro lugar”.
El espíritu guerrero de Sáenz no nació con Bolívar. Ella era así mucho antes de conocerlo. Por eso los dos fueron tan cercanos: porque coincidían en algunos valores y formas de ver la vida. Sáenz era inteligente, culta, elocuente, no vivía por los protocolos sociales ni los estándares de la época, sino que era muy coherente con lo que sentía y hacía. “Manuela Sáenz estaba enamorada de la independencia, de las revoluciones y del pensamiento de Bolívar. Sin conocerlo en persona defendía sus ideales como si fueran de ella y luchaba incansablemente por formar parte del proceso independentista”, señala Nadan.
Fueron amantes y compañeros de vida hasta 1830, cuando Simón Bolívar murió a causa de una enfermedad en Santa Marta, Colombia.
Después de la muerte del Libertador, Sáenz quedó devastada, no logró despedirse de su amor verdadero porque estaba tramitando los papeles para que él se fuera del país.
Al final murió sola, sin un peso, con varios detractores y exiliada en Perú. No pudo reclamar su herencia y su familia se alejó de ella.
Mi adorada Manuelita:
Manuela bella, Manuela mía, hoy mismo dejo todo y voy, cual centella que traspasa el universo, a encontrarme con la más dulce y tierna mujercita que colma mis pasiones con el ansia infinita de gozarte aquí y ahora, sin que importen las distancias. ¿Cómo lo sientes, ah? ¿Verdad que también estoy loco por ti?…
Tuyo, Simón Bolívar.
Muy señor mío:
Tiene usted mi amor verdadero, con el prendimiento de mi corazón por usted. No me calmo hasta que usted me dé su explicación de su ausencia de usted, sin que yo sepa qué se ha hecho usted. ¿Es que no ve el peligro? ¿O yo no le intereso más que ayer? Decida usted, porque yo me regreso aun sin la gloria de usted, que no vacila en hacerme sufrir.
Suya, Manuela Sáenz.
Muy señor mío:
Sé que ha partido con usted mi única esperanza de felicidad. ¿Por qué, entonces, le he permitido escurrirse de mis brazos como agua que se esfuma entre los dedos? En mis pensamientos estoy más que convencida de que usted es el amante ideal, y su recuerdo me atormenta durante todo el tiempo. Si usted me dijera venga, yo iría volando, ¡así fuera al fin del mundo!
Su pobre y desesperada amiga, Manuela Sáenz.