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¿Cómo nació la idea de hacer “Bonita, pero complicada” y presentarla virtualmente?
Nació de una experiencia que tuve al principio de la pandemia, que fue hacer clases de yoga en la plataforma virtual Zoom, y me di cuenta de que estaba en escena y tenía la ventaja de comunicarme con el público. Hablé con Dago (García), le conté sobre las posibilidades y él me dijo que tenía una obra y fue así como la trabajamos durante dos meses.
¿Dos meses es lo que les toma, normalmente, montar una obra presencial?
No, esta vez nos demoramos más. La verdad, no fue fácil porque nunca nos vimos y Dago dirigió virtualmente. Lo único presencial que hubo fue que el director de arte, Hernán García, vino a mi casa y trajo los elementos para apoyar la escenografía y las luces.
Ahora hay mucha oferta digital. ¿Cuál es el diferencial de “Bonita, pero complicada”?
A diferencia de otras obras virtuales, esta no es grabada ni es una conversación en Zoom. Es una obra de teatro diseñada para esa plataforma. Es una ventana donde el público puede mirar más cerquita la historia que se está presentando. También hay una ventaja y es que todos los asistentes están en primera fila y el voyerismo del espectador está satisfecho. Muchas veces rompo la llamada cuarta pared para comunicarme con el público y hacerlo cómplice de todo lo que le pasa al personaje, Teresa Londoño.
¿Quién es Teresa Londoño?
Es una secretaria ejecutiva muy bonita, con la vida típica de una mujer trabajadora. Es separada, su marido le fue infiel, tiene hijos, debe complacer al jefe, tiene a sus amigas, enfrenta al acosador de la oficina, tiene una empleada sin la cual no podría vivir, porque es quien le ayuda con los hijos… Es una mujer como millones de mujeres que hay en el mundo, que le toca sortearse la vida haciendo multitareas.
¿Se siente cómoda con el espectador que está en el plano o en el escenario junto a usted?
Me parece que estamos descubriendo un modelo nuevo de comunicarnos con el público. Primero, esta obra la presentamos cada viernes en vivo, así que tiene el calor del espectáculo en directo, con la adrenalina de que cualquier cosa puede pasar y toca sortearlo como pasaría en la sala de teatro. Se puede olvidar la letra, se puede caer, se puede ir la luz o internet. El público sabe eso y lo entiende, y como actriz sé que estoy en vivo… pero la cercanía con la cámara y el desarrollo de los otros trabajos (maneja la cámara, el sonido, la luz, el encuadre) es un experimento y una nueva manera que no remplazará el espectáculo presencial, pero nos permite otras maneras de presentarnos, con la ventaja de que cualquier persona en Colombia o en el mundo puede vernos.
¿Cuál es el mayor reto de la obra virtual?
Una de las cosas difíciles es trabajar y actuar mirándome. Una de las recomendaciones de los maestros de actuación es no trabajar mirándose al espejo y aquí me toca trabajar mirándome, pero me tocó aprender a manejarlo porque si uno se mira, se le olvida la letra o se cae la magia. En estos meses Dago y yo aprendimos muchísimo, él como director y yo como actriz.
¿Por qué decidieron transmitir “Bonita, pero complicada” a través de Zoom?
Tal vez porque me enamoré de esta plataforma haciendo mis clases de yoga, porque tiene una gran capacidad para interactuar y manejar la cámara y la parte visual que tiene. Como la sé usar, nos quedamos con esta. Creo que van a crecer mucho porque son la posibilidad que tenemos de seguir haciendo espectáculos. Como está la necesidad de los espectáculos en vivo, también tenemos la necesidad de ponernos en escena como sea, y esta fue la forma que nos inventamos ahora.