Marcela Rincón: el arte de animar
Siete años necesitó la directora para completar “El libro de Lila”, película animada que ganó un premio en el Festival de Cine Internacional para Niños de Seattle, Estados Unidos.
El Espectador
Todo el que hace cine dice que es un trabajo difícil. ¿qué tan complicado fue hacer la animación “El libro de Lila”?
Si hacer cine es difícil, hacer animación es como el triple de difícil. Fue un trabajo de mucho tiempo, mucho esfuerzo, y retos. En total necesitamos ocho años para sacar adelante el proyecto: tres años en guion y desarrollo, otros tres en producción, uno en postproducción y otro más para promoción y exhibición.
Su trabajo ha estado enfocado en la animación. ¿De dónde viene el gusto?
Yo empecé trabajando documentales y largometrajes en imagen real. El primer corto de nuestra productora Fosfenos fue también en imagen real, pero en este trabajo se exploraron efectos digitales con el fin de acercarnos al tema de la fantasía, que es lo que siempre me ha gustado, y lo que me llevó a la animación. También hemos recorrido un camino en este género con nuestra serie Guillermina y Candelario, que cuando estaba en su tercera temporada decidimos hacer El libro de Lila.
El tema infantil también ha estado muy presente en su trabajo…
Sí, desde siempre las historias que me han gustado, que he escrito tienen que ver con niños, o protagonizadas por ellos o contadas para ellos. Nuestro primer corto, El pescador de estrellas, nos abrió la visión para entender lo que significa trabajar para el público infantil. En ese momento (2007) en Colombia apenas estaba comenzando la producción de contenidos infantiles y desde entonces descubrimos esa especialidad que a su vez nos permitió conocer a investigadores y realizadores muy metidos en el tema. Me siento muy identificada con ese tema.
¿Es la animación el recurso más fácil para llegar al público infantil?
Los temas infantiles pueden realizarse de muchas formas. Lo que sí creo que tiene que ver mucho con la animación es la fantasía porque es muy complicado plantearlos en otras técnicas. Como mis historias, además de ser para niños involucran elementos de fantasía, es más fácil desarrollarlas con animación. Pero a mucha gente que trabaja la animación le molesta que se considere que lo animado es para los niños y realmente en el mundo no es así.
¿Cuál es el mayor reto al realizar un trabajo audiovisual dirigido al público infantil?
Hay muchos retos en diferentes niveles. Cuando se hace televisión hay compromisos distintos relacionados con entender a la audiencia, conocer las etapas por las que pasan los niños, pensar en qué es lo que les gusta y saber mezclar los elementos que están ligados a la televisión como formato. Con el cine siento algo distinto, porque también hay que tener en cuenta al público, pero también hay una gran libertad y privilegio para hacer propuesta de autor.
¿Qué tanto influyen los padres de familia para que un niño pueda acercarse a este tipo de contenidos, especialmente una película?
La decisión es de los padres, así que apelamos a los padres que tengan cierta cultura audiovisual, que les guste explorar nuevas propuestas o que les interese que sus hijos vean otros contenidos que trasciendan lo comercial. Siento que hay un grupo grande de padres inquietos en esa búsqueda y tratamos de direccionarnos hacia allá. Pero no es la gran masa.
Clasificaciones como ‘infantil’, ‘fantasía’, ‘animación’, ‘mujer directora’, ¿aportan o dificultan la promoción y exhibición de una película?
Yo creo que esas palabras son características de nuestra obra que ayudaron específicamente en la promoción de la película, porque son elementos novedosos en el cine nacional. Siento que ayudaron a generar empatía, a llamar la atención de muchas personas. Pienso que en nuestro caso estuvo acertado.
¿Cómo ve el panorama de la animación en Colombia?
Lo ve positivo, veo que la animación en Colombia ha tenido un desarrollo enorme en los últimos años. Actualmente hay muchas empresas, muchos proyectos desarrollándose, tanto series como películas. Todo este desarrollo tiene que ver con la categoría 'animación' que abrió el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, lo cual dinamizó la industria de la animación en Colombia. Siento que ahora lo que nos hace falta es profesionalizar la formación.
¿Cómo reciben la nominación al Premio Platino 2018?
Estamos muy felices porque no nos esperábamos ni esta nominación ni la de los Premios Quirino. Nos llena de orgullo porque es un gran reconocimiento a nuestro trabajo. Siento que eso pone la animación de Colombia en un nivel diferente, un lugar importante en Iberoamérica. Son pequeños espacios que se van conquistando con lo que hacemos día a día.
Respecto a los competidores del Premio Platino 2018, ¿cómo ven la animación iberoamericana?
Somos cinco en la categoría, estamos entre dos películas de España ("Deep", "Tadeo jones 2. el secreto del rey midas") y dos de Brasil ("Historia antes de uma historia", "Lino - uma aventura de sete vidas). Ahí se ve que hay un desarrollo enorme en la animación de España, éstas tienen una gran factura que se copia de lo estadounidense, son historias muy comerciales de gran nivel. Una de las animaciones de Brasil también refleja esa tendencia, pero la otra es mucho más artística y experimental. Es muy interesante ver esa diversidad. Veo que a Colombia le falta un poco de desarrollo en el género, porque en el continente México, Brasil y Argentina son los que más lo han trabajado y eso se siente en las propuestas.
"El libro de Lila" ya salió de la cartelera de cine nacional. ¿Cómo está el proceso de exhibición internacional?
Este año están sucediendo cosas interesantes con la película. Por un lado, hay dos distribuidores moviendo la película en el mundo, en Francia se estrena comercialmente en junio, por lo que entre abril y mayo se programó una gira de preestreno. Sabemos que también fue vendida en China, territorio muy importante, pero todavía no hay fecha de lanzamiento. En Latinoamérica también están sucediendo cosas muy especiales, pues en Perú se comenzó el doblaje en una lengua amazónica (machiguenga) para que pueda ser vista por comunidades indígenas. Para nosotros es precioso podernos salir de los circuitos convencionales y llegar a otras comunidades. También esperamos hacer convenios para llegar a bibliotecas, centros culturales, colegios… ahí es donde está la recompensa realmente, haciendo que más niños la vean.
En esta película Marcela Rincón desarrolló el guión, la producción y la dirección. ¿Qué fue lo más complejo?
Todo fue de una complejidad distinta, pero el guion fue una de las experiencias más duras, tal vez porque es un proceso muy solitario. La dirección también es muy compleja, pero tiene la ventaja que hay un equipo apoyando que enriquece el trabajo.
¿Qué proyectos laborales tiene?
Ahora volvemos a retomar la serie Guillermina y Candelario, que quedó en stand by. Por otra parte, ya empecé a escribir de nuevo y hay muchos proyectos en camino. Todo lo que uno hace es una bola de nieve que cada vez se va volviendo más grande, entonces tenemos un montón de cosas en el camino que van a estar bien interesantes.
Todo el que hace cine dice que es un trabajo difícil. ¿qué tan complicado fue hacer la animación “El libro de Lila”?
Si hacer cine es difícil, hacer animación es como el triple de difícil. Fue un trabajo de mucho tiempo, mucho esfuerzo, y retos. En total necesitamos ocho años para sacar adelante el proyecto: tres años en guion y desarrollo, otros tres en producción, uno en postproducción y otro más para promoción y exhibición.
Su trabajo ha estado enfocado en la animación. ¿De dónde viene el gusto?
Yo empecé trabajando documentales y largometrajes en imagen real. El primer corto de nuestra productora Fosfenos fue también en imagen real, pero en este trabajo se exploraron efectos digitales con el fin de acercarnos al tema de la fantasía, que es lo que siempre me ha gustado, y lo que me llevó a la animación. También hemos recorrido un camino en este género con nuestra serie Guillermina y Candelario, que cuando estaba en su tercera temporada decidimos hacer El libro de Lila.
El tema infantil también ha estado muy presente en su trabajo…
Sí, desde siempre las historias que me han gustado, que he escrito tienen que ver con niños, o protagonizadas por ellos o contadas para ellos. Nuestro primer corto, El pescador de estrellas, nos abrió la visión para entender lo que significa trabajar para el público infantil. En ese momento (2007) en Colombia apenas estaba comenzando la producción de contenidos infantiles y desde entonces descubrimos esa especialidad que a su vez nos permitió conocer a investigadores y realizadores muy metidos en el tema. Me siento muy identificada con ese tema.
¿Es la animación el recurso más fácil para llegar al público infantil?
Los temas infantiles pueden realizarse de muchas formas. Lo que sí creo que tiene que ver mucho con la animación es la fantasía porque es muy complicado plantearlos en otras técnicas. Como mis historias, además de ser para niños involucran elementos de fantasía, es más fácil desarrollarlas con animación. Pero a mucha gente que trabaja la animación le molesta que se considere que lo animado es para los niños y realmente en el mundo no es así.
¿Cuál es el mayor reto al realizar un trabajo audiovisual dirigido al público infantil?
Hay muchos retos en diferentes niveles. Cuando se hace televisión hay compromisos distintos relacionados con entender a la audiencia, conocer las etapas por las que pasan los niños, pensar en qué es lo que les gusta y saber mezclar los elementos que están ligados a la televisión como formato. Con el cine siento algo distinto, porque también hay que tener en cuenta al público, pero también hay una gran libertad y privilegio para hacer propuesta de autor.
¿Qué tanto influyen los padres de familia para que un niño pueda acercarse a este tipo de contenidos, especialmente una película?
La decisión es de los padres, así que apelamos a los padres que tengan cierta cultura audiovisual, que les guste explorar nuevas propuestas o que les interese que sus hijos vean otros contenidos que trasciendan lo comercial. Siento que hay un grupo grande de padres inquietos en esa búsqueda y tratamos de direccionarnos hacia allá. Pero no es la gran masa.
Clasificaciones como ‘infantil’, ‘fantasía’, ‘animación’, ‘mujer directora’, ¿aportan o dificultan la promoción y exhibición de una película?
Yo creo que esas palabras son características de nuestra obra que ayudaron específicamente en la promoción de la película, porque son elementos novedosos en el cine nacional. Siento que ayudaron a generar empatía, a llamar la atención de muchas personas. Pienso que en nuestro caso estuvo acertado.
¿Cómo ve el panorama de la animación en Colombia?
Lo ve positivo, veo que la animación en Colombia ha tenido un desarrollo enorme en los últimos años. Actualmente hay muchas empresas, muchos proyectos desarrollándose, tanto series como películas. Todo este desarrollo tiene que ver con la categoría 'animación' que abrió el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, lo cual dinamizó la industria de la animación en Colombia. Siento que ahora lo que nos hace falta es profesionalizar la formación.
¿Cómo reciben la nominación al Premio Platino 2018?
Estamos muy felices porque no nos esperábamos ni esta nominación ni la de los Premios Quirino. Nos llena de orgullo porque es un gran reconocimiento a nuestro trabajo. Siento que eso pone la animación de Colombia en un nivel diferente, un lugar importante en Iberoamérica. Son pequeños espacios que se van conquistando con lo que hacemos día a día.
Respecto a los competidores del Premio Platino 2018, ¿cómo ven la animación iberoamericana?
Somos cinco en la categoría, estamos entre dos películas de España ("Deep", "Tadeo jones 2. el secreto del rey midas") y dos de Brasil ("Historia antes de uma historia", "Lino - uma aventura de sete vidas). Ahí se ve que hay un desarrollo enorme en la animación de España, éstas tienen una gran factura que se copia de lo estadounidense, son historias muy comerciales de gran nivel. Una de las animaciones de Brasil también refleja esa tendencia, pero la otra es mucho más artística y experimental. Es muy interesante ver esa diversidad. Veo que a Colombia le falta un poco de desarrollo en el género, porque en el continente México, Brasil y Argentina son los que más lo han trabajado y eso se siente en las propuestas.
"El libro de Lila" ya salió de la cartelera de cine nacional. ¿Cómo está el proceso de exhibición internacional?
Este año están sucediendo cosas interesantes con la película. Por un lado, hay dos distribuidores moviendo la película en el mundo, en Francia se estrena comercialmente en junio, por lo que entre abril y mayo se programó una gira de preestreno. Sabemos que también fue vendida en China, territorio muy importante, pero todavía no hay fecha de lanzamiento. En Latinoamérica también están sucediendo cosas muy especiales, pues en Perú se comenzó el doblaje en una lengua amazónica (machiguenga) para que pueda ser vista por comunidades indígenas. Para nosotros es precioso podernos salir de los circuitos convencionales y llegar a otras comunidades. También esperamos hacer convenios para llegar a bibliotecas, centros culturales, colegios… ahí es donde está la recompensa realmente, haciendo que más niños la vean.
En esta película Marcela Rincón desarrolló el guión, la producción y la dirección. ¿Qué fue lo más complejo?
Todo fue de una complejidad distinta, pero el guion fue una de las experiencias más duras, tal vez porque es un proceso muy solitario. La dirección también es muy compleja, pero tiene la ventaja que hay un equipo apoyando que enriquece el trabajo.
¿Qué proyectos laborales tiene?
Ahora volvemos a retomar la serie Guillermina y Candelario, que quedó en stand by. Por otra parte, ya empecé a escribir de nuevo y hay muchos proyectos en camino. Todo lo que uno hace es una bola de nieve que cada vez se va volviendo más grande, entonces tenemos un montón de cosas en el camino que van a estar bien interesantes.