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¿Qué tanto se parecen las historias de sus empleados que están comenzando en esta industria a la vida de Mario Hernández cuando empezó como empresario?
Mi historia se parece mucho a la de las personas que trabajan conmigo. Mis comienzos fueron de hambre, porque uno nace desnudo. La vida nos enseña a que hay que gatear, pararse, caerse, llorar y volverse a levantar. Esos no son fracasos, son enseñanzas. Si uno tiene hambre, sale adelante; eso está demostrado. Hoy puedo decir que empresas como estas no hay en América, nosotros somos los únicos que tenemos esta mano de obra preparada por nosotros mismos. Nuestro sueño no es ser los más grandes sino los mejores.
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¿Cuáles son las características de la marca Mario Hernández?
Es que, en este punto, quedaron las grandes marcas europeas o las empresas asiáticas con productos muy baratos. Nosotros queremos ser la marca colombiana aprovechando nuestra historia en este país y queremos echar el cuento en todas partes del mundo. Cuando uno está en una nación extranjera, compra cosas de ese país, pero a nosotros nos da pena lo nuestro y Mario Hernández lo que quiere es mostrar a Colombia.
¿Usted se dio cuenta cuando su nombre se convirtió en una marca?
Al comienzo, la marca era Marroquinera y abrí en Nueva York en 1992 la primera tienda con marcas colombianas y llevaba objetos que ni siquiera iban acordes con las estaciones porque yo no sabía de eso, pero los fracasos son muy importantes. Por fortuna, una agencia que contraté en España me dijo que en Marroquinera hacíamos productos de lujo de fácil acceso y que eso siempre llevaba el nombre del fundador, así que, a pesar de mi negativa, nos tocó cambiar porque yo no quería figurar. Gracias a eso no tengo vida privada.
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¿Hoy con más de 45 años de historia empresarial cree que ha valido la pena no tener vida privada?
A mí me gusta más estar en la empresa que en cualquier parte. Uno tiene que hacer en la vida lo que le gusta para ser bueno. Mi gran meta es llegar a viejo contento conmigo mismo. Yo atiendo a todo el mundo porque vengo del sótano y me ha tocado subir despacito. Recuerdo que en una época no me aceptaban en ningún club de golf, así que montamos nuestro propio club. Hoy me aceptan en todos esos lugares, pero a mí ya no me interesa eso.
Siempre habla de los fracasos como unas buenas oportunidades, ¿por qué?
Es que uno no necesita mucho en la vida. Todo lo que tiene le sobra y por eso mi primer MBI es que fui desplazado de la violencia a los siete años. Quedé huérfano de padre muy pequeño y mi madre no sabía trabajar, así que me tocó ponerme a trabajar.
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¿Cuándo empezó usted a incluirles diseño a objetos que simplemente tenían que ser útiles?
Yo he tenido eso desde niño. No estudié nada, fui muy mal estudiante y empecé a trabajar a los catorce años, pero siempre en mi cabeza rondaban diseños. Todo eso lo voy a contar en un libro de Planeta que me convenció para que contara mi historia de vida.
¿Es decir, una autobiografía?
Así es... me convenció Planeta, yo no quería publicar un libro porque eso es para el ego de uno, pero accedí y se va a llamar Pulgarrecha Mario Hernández. Me dicen “Pulgarrecha” desde que era mensajero.
Está desde 1972 en el sector, ¿al mirar el retrovisor se siente feliz?
Claro que sí. Un señor me hizo unas chaquetas de cuero, montó su primera tienda en 1972, me llamó y me la fío. Yo desde niño tengo una sensibilidad especial con las cosas buenas, así que después de tener esa tienda, dije que quería una fábrica porque no encontraba lo que yo quería y aquí sigo en la lucha.
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Siempre habla con mucho amor sobre Colombia, ¿ventajas y desventajas de ser colombiano?
La ventaja es haber nacido en Colombia, ya esta edad no tengo para dónde irme y ya estoy acostumbrado a mi mazamorra. Somos cincuenta millones de personas aspiracionales, tenemos es que votar por los buenos. Los empresarios tenemos que participar. También tengo que decir que los colombianos no somos muy eficientes y valoramos mucho la plata.
¿Le pesa el hecho de ser ejemplo para tantos empresarios?
Yo creo que uno viene al mundo con una obligación y es no pasar desapercibido y ayudar a los demás.
¿Cómo vivió la época de pandemia y confinamiento?
La pandemia fue un gran momento para mí porque salí de la empresa y mi gente se empoderó. A ellos les tocó asumir el reto, como me tocó a mí desde hace años. En la empresa, mantuvimos todo el empleo y mi gran patrimonio es la gente con la que trabajo. Hoy hemos montado diez almacenes nuevos y generado más de cien empleos, ese es mi mejor regalo.
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¿Piensa en el retiro de su empresa?
Mi hijo Lorenzo tiene las ganas y la garra para hacer cosas que yo ya no puedo hacer. Creo que funcionaría como un asesor porque me gusta untarme y me gusta ayudar. Trato bien a la gente, porque somos una empresa de lujo y el lujo viene desde ahí.