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Cansado de los desplantes de un antipático y amenazante padrastro, Christopher Gardner se hizo una gran promesa cuando tenía cinco años: si llegaba a tener hijos, les haría saber quién era su padre.
Este muchacho nacido en medio de una barriada pobre en Milwaukee (Wisconsin) en 1954 tuvo que conocer en su infancia la pobreza y las burlas de un padrastro alcohólico y maltratador que le repetía incesantemente “tú no tienes papá”. En medio de eso, su madre, una mujer trabajadora y alegre, siempre lo estimuló a seguir sus sueños, así fueran aparentemente imposibles. A pesar de las dificultades, Gardner salió de la secundaria a la Armada y empezó una carrera como visitador médico.
Algunos años más tarde, Christopher tenía todos sus recursos invertidos en escáners médicos de alto costo y poca salida entre los profesionales de la salud; sus afanes económicos y el anhelo de una carrera que le apasionara precipitaron su fracaso matrimonial y una dura crisis económica que lo llevó a vivir de la caridad.
Fue entonces cuando aquella promesa hecha de niño le dio el valor para quedarse con su hijo de 2 años, con quien pasó noches en hogares de caridad mientras lograba su sueño de convertirse en corredor de bolsa. Su historia inspiró su libro En busca de la felicidad, que llevó posteriormente al cine como productor asociado y que protagonizó Will Smith.
Hoy, dueño de su propia y exitosa empresa de corretaje que nació en 1987, cinco años después de haber entrado a Bear Stearns & Co., y abuelo feliz, dedica parte de su tiempo a dar talleres de motivación, como el que tendrá lugar el próximo 25 de febrero. Gardner habló con El Espectador sobre su experiencia.
¿Por qué siendo un financiero exitoso decidió hacer charlas de motivación y liderazgo?
Después de resolver tantos problemas básicos, uno descubre que tiene sólo más problemas y más retos. El dicho “más plata más problemas” es cierto. Además, en esta parte de mi vida es una verdadera bendición poder ayudar a otras personas a que sueñen y realicen cosas que en un principio creyeron imposibles.
¿Por qué cree que tanta gente necesita lecturas y encuentros de motivación, de optimismo?
La verdad es que hay tantas historias negativas que si uno busca optimismo, no lo encuentra fácilmente, ni en la televisión ni en los periódicos, y donde seguro no lo encontrará es en los políticos. Así que está bien buscar cosas que te ayudan a seguir adelante.
¿Qué cree que busca la gente, inspiración o un método?
Yo puedo decir lo que estoy dispuesto a dar. Y es que Chris Gardner no ha hecho nada en la vida que usted no pueda hacer, pero el tema no es de riqueza. No se trata de conseguir dinero. Se trata de hacer cosas que son más grandes que usted. Muchos han interpretado la película En busca de la felicidad como la historia del mendigo a millonario y no se trata de eso. Para mí es la historia de un hombre que está dispuesto a darle a su hijo algo que él nunca tuvo: un padre… y eso no tiene precio.
¿Qué es la felicidad?
Ahora, en este instante: estoy saludable y como padre soltero eduqué a dos hijos que son jóvenes buenos y prometedores y logré una posición que refleja mis valores. Y lo que me hace más feliz es que me acabo de convertir en abuelo.
Dicen que los hombres son mejores padres de sus nietos que de sus hijos… ¿qué dice usted de esto?
Probablemente, porque los hombres maduramos más tarde que las mujeres. Así que todas las cosas que nos hacían padres inmaduros han desaparecido con el tiempo. La verdad es que las mujeres maduran más rápidamente, lo siento por ellas, pero es así.
Volviendo a la película. Usted fue productor asociado...
Sí, además estuve 17 semanas en el set de grabación porque Will Smith quiso que yo estuviera ahí todo el tiempo.
¿Cómo vio el trabajo de Smith? ¿cómo se encontró en el cuerpo de este actor?
En realidad fue él quien me encontró a mí. Así fue como funcionó.
Usted ha dado muchas lecciones, pero cuál ha sido la lección que sus hijos le han dado.
Una muy dura de aprender: los educamos para que sean auténticos, piensen por sí mismos y tomen sus propias decisiones. Pero un día se levantan y este aprendizaje lo aplican a aquellas cosas que nosotros esperamos que hagan y no hay cómo imponerse. Pues si uno se los enseñó, ahora tiene que acostumbrarse a que ellos tomen sus propias decisiones.
¿Cuál fue esa decisión en particular que cambió su vida?
Hubo dos definitivas: la primera, decidí que cuando creciera y tuviera hijos mis niños tendrían claro quién es su papá. Así que esa decisión que tomé a los 5 años repercutió aquella noche que tuve que dormir en un baño con el niño metido en una bolsa. Por eso hablo mucho de ese concepto de la genética espiritual. Todos entendemos lo que es la genética: el color de los ojos, la nariz del padre y todas aquellas cosas que no escogemos, pero el espíritu de lo que vas a ser de adulto, ese sí se puede escoger. Yo escogí la luz que vi en mi madre.
¿Uno escoge ser un amargado o una persona agradecida o feliz?
Claro, y por eso lo defino como genética espiritual. No se hereda necesariamente de los padres, se recibe de un profesor o de un tío o de alguien que te marque de niño. Pero escogerlo y asumirlo son dos acciones separadas.
¿Por qué escogió en ese terrible momento algo tan difícil como el mundo financiero?
No se trata de lo fácil. La segunda decisión que tomé cuando era muchacho era que quería ser Miles Davis, el gran jazzista. Pero la verdadera decisión era: “Quiero ser un fuera de serie”. El mundo de las finanzas me dio el mismo sentimiento que la música. ¿Hubiera podido hacer algo más? Claro que sí. Pero escogí algo que me hiciera vibrar y pensar qué bueno que el sol salió porque tengo que ir a trabajar.
¿Es la clave?
Es necesario vibrar por algo. Hay quienes ganan mucho dinero, pero el trabajo los hace infelices, hasta que encuentran otra cosa en su vida que les hace brillar el corazón.
Las mujeres tenemos una parte muy dura en su vida, al menos en la película... ¿Qué opina de aquel dicho: cuando la plata falta el amor sale por la ventana?
¡Pues que hay que cerrar la ventana! (risas). Eso puede pasar... pero entonces uno se preguntar si eso era amor realmente.
¿Cómo se volvió un motor en su vida el peor momento de crisis?
Eso vino de la genética espiritual. Yo vi a mi mamá que por más que tuviera sus sueños rotos, destruidos o negados, seguía enseñándome que podía tener sueños y no sólo tenerlos, sino que tenía el poder y la responsabilidad de realizarlos. Cuando llegaron los desafíos eran sólo eso: desafíos.
¿Cómo lidiar con el temor al fracaso?
Es un miedo muy fuerte, pero la mayoría de las personas tienen tal vez más temor del éxito que del fracaso. Está bien fallar y fracasar, pero no está bien renunciar ni no haberlo tratado de hacer.