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El impacto que tuvo el movimiento en otros países hizo que en Colombia y otros territorios latinoamericanos se encendieran las alarmas con especto a abusos sexuales contra mujeres. Justo en 2018, la organización feminista Sisma Mujeres publicó que cada 24.5 minutos una mujer era agredida sexualmente, y que por cada siete víctimas de delitos sexuales, seis eran mujeres en Colombia.
El tema de abuso sexual no era nada nuevo, pero gracias a las manifestaciones a nivel mundial que inspiró el movimiento, en Colombia empezaron a hacerse protestas de manera artística, y el #MeToo empezó a tomarse varios escenarios culturales. Las artes plásticas, la danza, la música se convirtieron en una voz que, hasta el día de hoy, lucha por los derechos de las mujeres en el país.
Murales hechos por colectivos feministas, galerías con exposiciones dedicadas al tema y cientos de mujeres artistas utilizan su talento a diario para reivindicar los derechos de las mujeres. Según un artículo publicado en la revista Directo Bogotá, la lideresa feminista Yulieth López quien hace parte de la ONG Cosas de Mujeres, afirmó que la acogida artística que tuvo el #MeToo “puso al arte y la cultura al servicio de las luchas por la reivindicación femenina”.
Uno de los casos más sonados en Colombia fue el del cineasta Ciro Guerra, denunciado por siete mujeres que aseguraban que las agresiones habrían ocurrido entre los años 2013 y 2019 en tres ciudades colombianas y tres extranjeras, y durante eventos como el Festival de Cine de Cannes, el Colombian Film Festival y el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Guerra afirmó en un comunicado que “no he cometido ninguna de las faltas de las que se me señala”.
El movimiento también puso en el ojo del huracán al Alcalde de Medellín Daniel Quintero, que estuvo presionando fuertemente a diferentes medios de comunicación para que no hicieran públicas las denuncias de dos mujeres que aseguraron haber sido violentadas por él. La Fundación para la Libertad de Prensa se pronunció al respecto expresando su preocupación ante las presiones ejercidas por Quintero, argumentando que funcionarios públicos no podían impedir la publicación de investigaciones que los afecten.
Gracias a las grandes manifestaciones, a la lucha en las calles y al poder de las redes sociales, el #MeToo ha sido la puerta para que mujeres se atrevan a denunciar actos de violencia sexual por parte de sus parejas, amigos, e incluso sus propios familiares. Algunos famosos de la farándula colombiana como Silvestre Dangond, Johan Álvarez y Guillermo Gálvez también fueron denunciados por sus víctimas.
El caso más reciente fue el 22 de febrero, cuando el colegio femenino Marymount de Bogotá sacó un comunicado en el que explicó que estaban llevando a cabo una investigación relativa a “quejas puntuales relacionadas con comportamientos indebidos al interior de la comunidad que involucran a un profesor en particular”.
Poco después de la publicación, un silencio colectivo se rompió. Bajo el hashtag #MaryMountNoMásSilencio, varias alumnas y exalumnas empezaron a denunciar un acoso sistemático por parte del profesor de educación física Mauricio Zambrano. Impertinente habla sobre los casos de violencia sexual en los colegios de Colombia, sobre la negligencia de las instituciones educativas y sobre el trabajo con las víctimas.