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Salió a escena. Tomó dos fotos de un público que lo había esperado durante toda la vida. Luego guardó su cámara en un bolsillo y comenzó a tocar. Armando Chick Corea quería un recuerdo de Colombia y se llevó un collage de caras sonrientes por tener, por fin, a su ídolo en frente.
Esa presentación se realizó en el Teatro Colsubsidio en 2001. Pasaron algunos años para que, en 2010 y 2014, el pianista estadounidense regresara a este territorio para presentarse en el Jorge Eliécer Gaitán y en el Teatro Libre, respectivamente.
De su debut ante el público en Colombia, al lado del baterista Jeff Ballard y del contrabajista Avishai Cohen, recuerda al público silbando algunos fragmentos de su composición Spain, una de sus más emblemáticas, además del color verde del paisaje, sobre todo en las montañas antioqueñas.
De su tercera presentación en territorio colombiano, que resultó ser la última, Chick Corea vino en una suerte de preámbulo del Festival de Jazz del Teatro Libre. De esa visita conservó muchos momentos y allí, según confesó, comenzó su deseo de aprender más palabras en castellano. En esa oportunidad, su respaldo sonoro estuvo en manos de Eddie Gómez (contrabajista de Puerto Rico) y de Antonio Sánchez (baterista mexicano).
En su último periplo por Colombia, el jazzista quiso recorrer más el país y por eso trajo en 2014 una comitiva ampliada, con la que estuvo de gira durante una buena temporada.
Chick Corea & The Vigil se hizo llamar la formación del colectivo en ese entonces, y sus exponentes fueron Carlitos del Puerto en el bajo, Marcus Gilmore (nieto de Roy Haynes) en la batería, Tim Garland en la sección de vientos, Charles Altura en la guitarra y Luisito Quintero en la percusión.
“El dueto es, obviamente, uno de los formatos más íntimos. Dos personas tocando juntas es un gran espacio para que cada uno ponga sus ideas, su sonido en la interpretación. Ahora, no importa si es un dueto o una banda porque, en últimas, lo que importa es el espíritu, la energía que hay entre los intérpretes. Me gusta hacer muchas cosas, no solo duetos. Me agrada componer, tocar piano, tener diferentes proyectos en los que puedo imprimir diferentes emociones y hacer música, que es lo que sigo haciendo solo, en dúo, en trío o con esta formación de Chick Corea & The Vigil”, contó el pianista durante su última visita en 2014.
Para Armando Chick Corea no existían estilos, ni fórmulas, más bien le interesaba hacer cosas nuevas en el arte. De ahí que jamás se amedrentara para establecer vínculos entre estilos musicales paralelos al jazz, como el tango y el flamenco. Del primero manifestó su devoción por propuestas como las de Astor Piazzolla, Alberto Ginastera y los aires del denominado folklore. Acerca del segundo, publicó en su suerte de homenaje Rhumba Flamenco.
“Creo que mi contribución es el hecho de que me gusta llevar arte y estética a la gente: es lo que hace sentir que mi vida sea divertida y gratificante. Me gusta darle placer a la gente con mi música, y eso me alienta para crear más y hacer cosas diferentes para que el público se sorprenda. Cuando veo a la gente sonriendo creo que, tal vez, estoy haciendo algo bien”, aseguró con la misma convicción con la que solía enfrentarse al piano a crear, innovar y, sobre todo, impulsar al público a ser un poco más feliz mientras él recorría las teclas blancas y negras con sus manos.
Las exitosas participaciones con su banda Return to Forever, así como sus conciertos con formatos eléctricos y acústicos dieron buena cuenta de las calidades interpretativas del músico estadounidense.
Sobre su experiencia con Return to Forever, Armando Chick Corea expresó: “Voy a tratar de poner en palabras mi aprendizaje. Particularmente, lo más satisfactorio, es el contacto con grandes músicos como Stanley Clarke, con quien siempre tuve una relación muy especial. Él fue mi suerte de compañero a través de todas las versiones del proyecto. No importa lo que hiciéramos juntos, siempre fue especial. Incluso, años atrás tocamos 50 conciertos con una formación en trío, con instrumentos acústicos: Stanley (Clarke) en el bajo y Lenny White en la batería”, recordó con algo de nostalgia en una entrevista concedida a este diario.
Corea nunca estuvo muy interesado en crear un estilo, una forma particular de música. Más bien, lo que siempre le llamó la atención fue establecer vínculos en el ámbito sonoro. Muy pocas veces se refirió a “su sonido” para catalogar su propuesta. Cuando tenía en mente un concepto que quería perseguir, incluso con el acompañamiento de otros músicos, hacía que esa idea se transformara rápidamente en su paleta de colores y dirección. En últimas, este pianista resumía su actividad como la simple ejecución de sus proyectos.
Armando Chick Corea murió el 9 de febrero a los 79 años y, contrario a lo que siempre quiso que pasara con su música, dejó un sonido, una forma de aproximarse al jazz sin prejuicios.