Nito Mestre: “Hacer un éxito es un arma de doble filo”
El músico argentino, uno de los pioneros del rock en español, dice que siempre le ha gustado el bajo perfil y que por eso nunca se creyó el cuento de la fama.
Juan Carlos Piedrahíta B.
En los seguidores de su música hay un ingrediente alto de nostalgia. Para usted, ¿qué papel juega la nostalgia dentro de la música que elabora?
No hay mucha nostalgia en mi música. Cuando canto los temas, los canto hoy y no me pongo a pensar en el pasado. Yo no extraño nada de Sui Generis ni de Los Desconocidos de Siempre por muchas causas, entre las que cuento que tuve una etapa de alcoholismo y ya me rehabilité. No sufro de esa melancolía ni en la parte musical ni en lo personal. Al público creo que le pasa todo lo contrario, porque mucha gente me dice que los hago regresar a la juventud.
¿Pero cuando canta hoy esas canciones compuestas hace décadas encuentra nuevos elementos en ellas?
Lo que descubro es que ahora las canto mejor. Yo escucho a Sui Generis en ese momento y esas canciones me parecen muy flaquitas. La voz se me ha mejorado con la edad, pero hay ciertos temas, como Amigo, vuelve a casa pronto, que he intentado cantar en la actualidad y no puedo. Hay canciones que toca dejarlas descansar definitivamente y otras que toca cantar siempre. Es como si Paul McCartney no cantara Yesterday.
Ya que habla de McCartney, él decía que no podía competir con los artistas actuales porque ellos hacen un tema exitoso y que él prefiere hacer álbumes. ¿Qué piensa usted?
Hacer un éxito es un arma de doble filo. Es preferible hacer buena música para que la gente se quede escuchando el disco completo. A León Gieco le pasó con Solo le pido a Dios, y todo el mundo se quedó esperando a que él superara esa canción. Los hits de los Beatles, por ejemplo, salían de manera espontánea.
¿Qué le dice la música hoy comercialmente exitosa vinculada en un amplio porcentaje con el género urbano?
A mí no me gusta el reguetón. Yo acabo de escuchar que Julio Iglesias grabó un reguetón y me parece extraño, porque cuando alguien tiene que dejarse llevar por la tendencia, está muy mal. Yo ni siquiera lo pienso. Yo le envío unos ocho temas a mi productor y ninguno tiene nada que ver con el género urbano. Pienso que no hay una fórmula para hacer éxitos, creo que se tienen nociones, pero no una fórmula.
¿En la actualidad disfruta más el escenario en vivo o el estudio de grabación?
A mí siempre me gusta tocar en vivo; lo disfruto mucho. En cambio hay momentos de mi vida en los que le huyo a entrar en un estudio de grabación. Lo que pasa es que me reconcilio cuando escucho un tema que vale la pena grabar. Lo que me pasa con tocar en vivo es que lo relaciono con los viajes, los encuentros y los reencuentros, aunque la preparación es mucho más rigurosa.
¿Cuál es el artista argentino que usted más extraña y por qué?
El que más extraño porque me dio una pena absoluta su partida fue Luis Alberto Spinetta. No era muy amigo de él ni nada, pero lo extraño mucho. Gustavo Cerati, de quien se acaban de conmemorar cuatro años de muerte, era un tipo genial, pero la muerte de Spinetta significaba para los rockeros de mi generación la partida de un hermano mayor. Cuando era muy joven pasé por una tienda de discos y vi el disco de Almendra y con Charly (García) pensábamos si nosotros podríamos grabar un elepé. Spinetta no merecía irse antes de tiempo.
¿Cómo ha sido su relación con lo que llaman fama?
En la actualidad tengo un oficio fantástico, porque encuentro el respeto de la gente por todos lados. Lo de la fama es puro cuento. Cuando estaba joven creo que me llegó a marear un poco, pero yo siempre tuve un bajo perfil, así que nunca dije: “Me siento medio famoso”. A decir verdad, esa expresión me parece algo boluda.
En los seguidores de su música hay un ingrediente alto de nostalgia. Para usted, ¿qué papel juega la nostalgia dentro de la música que elabora?
No hay mucha nostalgia en mi música. Cuando canto los temas, los canto hoy y no me pongo a pensar en el pasado. Yo no extraño nada de Sui Generis ni de Los Desconocidos de Siempre por muchas causas, entre las que cuento que tuve una etapa de alcoholismo y ya me rehabilité. No sufro de esa melancolía ni en la parte musical ni en lo personal. Al público creo que le pasa todo lo contrario, porque mucha gente me dice que los hago regresar a la juventud.
¿Pero cuando canta hoy esas canciones compuestas hace décadas encuentra nuevos elementos en ellas?
Lo que descubro es que ahora las canto mejor. Yo escucho a Sui Generis en ese momento y esas canciones me parecen muy flaquitas. La voz se me ha mejorado con la edad, pero hay ciertos temas, como Amigo, vuelve a casa pronto, que he intentado cantar en la actualidad y no puedo. Hay canciones que toca dejarlas descansar definitivamente y otras que toca cantar siempre. Es como si Paul McCartney no cantara Yesterday.
Ya que habla de McCartney, él decía que no podía competir con los artistas actuales porque ellos hacen un tema exitoso y que él prefiere hacer álbumes. ¿Qué piensa usted?
Hacer un éxito es un arma de doble filo. Es preferible hacer buena música para que la gente se quede escuchando el disco completo. A León Gieco le pasó con Solo le pido a Dios, y todo el mundo se quedó esperando a que él superara esa canción. Los hits de los Beatles, por ejemplo, salían de manera espontánea.
¿Qué le dice la música hoy comercialmente exitosa vinculada en un amplio porcentaje con el género urbano?
A mí no me gusta el reguetón. Yo acabo de escuchar que Julio Iglesias grabó un reguetón y me parece extraño, porque cuando alguien tiene que dejarse llevar por la tendencia, está muy mal. Yo ni siquiera lo pienso. Yo le envío unos ocho temas a mi productor y ninguno tiene nada que ver con el género urbano. Pienso que no hay una fórmula para hacer éxitos, creo que se tienen nociones, pero no una fórmula.
¿En la actualidad disfruta más el escenario en vivo o el estudio de grabación?
A mí siempre me gusta tocar en vivo; lo disfruto mucho. En cambio hay momentos de mi vida en los que le huyo a entrar en un estudio de grabación. Lo que pasa es que me reconcilio cuando escucho un tema que vale la pena grabar. Lo que me pasa con tocar en vivo es que lo relaciono con los viajes, los encuentros y los reencuentros, aunque la preparación es mucho más rigurosa.
¿Cuál es el artista argentino que usted más extraña y por qué?
El que más extraño porque me dio una pena absoluta su partida fue Luis Alberto Spinetta. No era muy amigo de él ni nada, pero lo extraño mucho. Gustavo Cerati, de quien se acaban de conmemorar cuatro años de muerte, era un tipo genial, pero la muerte de Spinetta significaba para los rockeros de mi generación la partida de un hermano mayor. Cuando era muy joven pasé por una tienda de discos y vi el disco de Almendra y con Charly (García) pensábamos si nosotros podríamos grabar un elepé. Spinetta no merecía irse antes de tiempo.
¿Cómo ha sido su relación con lo que llaman fama?
En la actualidad tengo un oficio fantástico, porque encuentro el respeto de la gente por todos lados. Lo de la fama es puro cuento. Cuando estaba joven creo que me llegó a marear un poco, pero yo siempre tuve un bajo perfil, así que nunca dije: “Me siento medio famoso”. A decir verdad, esa expresión me parece algo boluda.