Óscar Acevedo, en el jazz “A toda costa”
El pianista colombiano acaba de publicar su cuarto trabajo discográfico dedicado al jazz. Mañana celebra más de tres décadas de presencia en la música con un concierto en el cierre del Mompox Jazz Festival.
Juan Carlos Piedrahita B.
Lo que hace Óscar Acevedo con la música es armar y desarmar. En el estudio de grabación se concentra en la escogencia de la mejor toma de una canción para producir lo que él llama un “Frankenstein musical”. La idea es que el resultado tenga la mejor parte del piano de la toma uno; luego el segmento más expresivo de alguno de los otros intentos, y más adelante el cierre elocuente de otra porción sonora.
La gestación artística en la sala de posproducción musical consiste en realizar ensambles efectivos, nada aterradores como el monstruo que le da origen a la expresión, para comunicar a través de las canciones. El material de Óscar Acevedo llega al estudio convertido en cuatro o cinco tomas de cada pieza para que él, respaldado por el grupo de productores, tengan de dónde escoger y el resultado sea el esperado.
Así, como un Frankenstein, nació A toda costa, la más reciente realización musical del pianista Óscar Acevedo y la cuarta dedicada en exclusiva a explorar las sonoridades relacionadas con el jazz. El disco, que hace parte de la lista de proyectos de la Universidad de los Andes, está integrado por nueve canciones, siete compuestas para el proyecto y las restantes pertenecientes a otras épocas.
“Yo había abandonado los discos porque la tendencia está en subir videos a las plataformas. Sin embargo, propuse la idea del registro y a la Universidad de los Andes le gustó el concepto. En enero de 2016 tomé la decisión de hacer el trabajo discográfico y terminé ahí de crear las composiciones”, cuenta Óscar Acevedo, quien se graduó del Berklee College of Music en 1983 y desde entonces ha combinado su gusto por el jazz con la elaboración de música para comerciales.
Los cómplices de Acevedo en A toda costa, que se lanzó de manera oficial el 2 de junio en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo, fueron William Pérez, en la guitarra; Kike Harker, en el bajo, y Juan Camilo Anzola, en la batería. Ellos entendieron que, más allá de la ejecución virtuosa del instrumento, lo que intentaba evidenciar el pianista era construir la cotidianidad de un músico, exhibir sus rutinas y elaborar una radiografía con su día a día. De ahí que en el disco tengan cabida temas como Embrujo Guane, dedicado a plasmar los parajes de Barichara, en el departamento de Santander; El retraso, creada a propósito de las excusas de los estudiantes, y el Ciclo mágico, cuya finalidad es mostrar las diversas sensaciones que tiene un usuario normal de la ciclovía en una ciudad compleja como Bogotá.
Los trabajos discográficos anteriores de Óscar Acevedo creados con y por el jazz (Libro abierto, Dedicatoria y Jazz colombiano en vivo) le han mostrado que la elección de género fue la acertada y que el camino, poco cultivado al momento de su inclinación sonora, siempre ha sido el correcto. Con más de tres décadas de actividad en la música, con muchas jornadas de conciertos y, sobre todo, miles de sus esfuerzos destinados a la ejecución adecuada de las teclas negras y blancas, el pianista cree que su labor ha servido para motivar a muchas figuras nacientes dentro del estilo de las síncopas.
“Me alejé de los estudios de grabación por un traslado a España y eso coincidió con la desaparición de las grandes cabinas de grabación y todo se redujo a los alcances de un computador. Ahora, con mucha más experiencia encima, me siento más cómodo en los escenarios porque utilizo los estudios solamente para embellecer y adornar el material. Ese secreto lo descubrí con el tiempo y el resultado en la música no se puede dejar en manos de la capacidad de una máquina”.
Por esa misma creencia, Óscar Acevedo prefiere escoger una sala de conciertos, separarla uno o dos días, citar a los músicos, hacer varias tomas de una misma canción, grabar todo lo sucedido durante esas jornadas para después irse tranquilo al estudio a embellecer lo que será su próximo tema.
“Casi no me gusta grabar por canales porque la emoción del momento se diluye. No hay clímax y grabar por canales es como un quirófano y no una tarima. A mí me gusta la reacción del instante y eso es lo que quiero plasmar en los trabajos discográficos que he publicado hasta ahora. Si el guitarrista está escuchando una pista con audífonos, seguro no va a motivarse de la misma manera que cuando tiene un colectivo de respaldo”.
Y la emoción del vivo es lo que quiere experimentar Óscar Acevedo durante su presentación en el Mompox Jazz Festival, un escenario propicio para las fusiones, para los encuentros de diferentes intencionalidades sonoras y la posibilidad de llegar a un público que jamás se hubiera imaginado poder cultivar.
El pianista es uno de los invitados al evento en su sexta edición y su concierto está concebido para mañana, la jornada de cierre. Durante su participación mostrará buena parte de su producción A toda costa, y también exhibirá los vínculos entre las manifestaciones sonoras del interior del país y el género sincopado.
Óscar Acevedo en los estudios se dedica a crear Frankensteins, mientras en vivo pretende divulgar su propuesta y dejar claro por qué optó por el jazz a toda costa.
Lo que hace Óscar Acevedo con la música es armar y desarmar. En el estudio de grabación se concentra en la escogencia de la mejor toma de una canción para producir lo que él llama un “Frankenstein musical”. La idea es que el resultado tenga la mejor parte del piano de la toma uno; luego el segmento más expresivo de alguno de los otros intentos, y más adelante el cierre elocuente de otra porción sonora.
La gestación artística en la sala de posproducción musical consiste en realizar ensambles efectivos, nada aterradores como el monstruo que le da origen a la expresión, para comunicar a través de las canciones. El material de Óscar Acevedo llega al estudio convertido en cuatro o cinco tomas de cada pieza para que él, respaldado por el grupo de productores, tengan de dónde escoger y el resultado sea el esperado.
Así, como un Frankenstein, nació A toda costa, la más reciente realización musical del pianista Óscar Acevedo y la cuarta dedicada en exclusiva a explorar las sonoridades relacionadas con el jazz. El disco, que hace parte de la lista de proyectos de la Universidad de los Andes, está integrado por nueve canciones, siete compuestas para el proyecto y las restantes pertenecientes a otras épocas.
“Yo había abandonado los discos porque la tendencia está en subir videos a las plataformas. Sin embargo, propuse la idea del registro y a la Universidad de los Andes le gustó el concepto. En enero de 2016 tomé la decisión de hacer el trabajo discográfico y terminé ahí de crear las composiciones”, cuenta Óscar Acevedo, quien se graduó del Berklee College of Music en 1983 y desde entonces ha combinado su gusto por el jazz con la elaboración de música para comerciales.
Los cómplices de Acevedo en A toda costa, que se lanzó de manera oficial el 2 de junio en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo, fueron William Pérez, en la guitarra; Kike Harker, en el bajo, y Juan Camilo Anzola, en la batería. Ellos entendieron que, más allá de la ejecución virtuosa del instrumento, lo que intentaba evidenciar el pianista era construir la cotidianidad de un músico, exhibir sus rutinas y elaborar una radiografía con su día a día. De ahí que en el disco tengan cabida temas como Embrujo Guane, dedicado a plasmar los parajes de Barichara, en el departamento de Santander; El retraso, creada a propósito de las excusas de los estudiantes, y el Ciclo mágico, cuya finalidad es mostrar las diversas sensaciones que tiene un usuario normal de la ciclovía en una ciudad compleja como Bogotá.
Los trabajos discográficos anteriores de Óscar Acevedo creados con y por el jazz (Libro abierto, Dedicatoria y Jazz colombiano en vivo) le han mostrado que la elección de género fue la acertada y que el camino, poco cultivado al momento de su inclinación sonora, siempre ha sido el correcto. Con más de tres décadas de actividad en la música, con muchas jornadas de conciertos y, sobre todo, miles de sus esfuerzos destinados a la ejecución adecuada de las teclas negras y blancas, el pianista cree que su labor ha servido para motivar a muchas figuras nacientes dentro del estilo de las síncopas.
“Me alejé de los estudios de grabación por un traslado a España y eso coincidió con la desaparición de las grandes cabinas de grabación y todo se redujo a los alcances de un computador. Ahora, con mucha más experiencia encima, me siento más cómodo en los escenarios porque utilizo los estudios solamente para embellecer y adornar el material. Ese secreto lo descubrí con el tiempo y el resultado en la música no se puede dejar en manos de la capacidad de una máquina”.
Por esa misma creencia, Óscar Acevedo prefiere escoger una sala de conciertos, separarla uno o dos días, citar a los músicos, hacer varias tomas de una misma canción, grabar todo lo sucedido durante esas jornadas para después irse tranquilo al estudio a embellecer lo que será su próximo tema.
“Casi no me gusta grabar por canales porque la emoción del momento se diluye. No hay clímax y grabar por canales es como un quirófano y no una tarima. A mí me gusta la reacción del instante y eso es lo que quiero plasmar en los trabajos discográficos que he publicado hasta ahora. Si el guitarrista está escuchando una pista con audífonos, seguro no va a motivarse de la misma manera que cuando tiene un colectivo de respaldo”.
Y la emoción del vivo es lo que quiere experimentar Óscar Acevedo durante su presentación en el Mompox Jazz Festival, un escenario propicio para las fusiones, para los encuentros de diferentes intencionalidades sonoras y la posibilidad de llegar a un público que jamás se hubiera imaginado poder cultivar.
El pianista es uno de los invitados al evento en su sexta edición y su concierto está concebido para mañana, la jornada de cierre. Durante su participación mostrará buena parte de su producción A toda costa, y también exhibirá los vínculos entre las manifestaciones sonoras del interior del país y el género sincopado.
Óscar Acevedo en los estudios se dedica a crear Frankensteins, mientras en vivo pretende divulgar su propuesta y dejar claro por qué optó por el jazz a toda costa.