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Patricia Ariza, a la cabeza del teatro alternativo

La directora del Festa 2020 (Festival de Teatro Alternativo), que se realiza de manera virtual hasta el 5 de julio, dice que este evento es una demostración de la capacidad de resistir que se logra desde el arte.

27 de junio de 2020 - 02:00 a. m.
La directora y actriz Patricia Ariza dice que el público tendrá acceso a 93 obras de teatro “online” en la edición XV del Festa. / Archivo particular
La directora y actriz Patricia Ariza dice que el público tendrá acceso a 93 obras de teatro “online” en la edición XV del Festa. / Archivo particular
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Por primera vez, en 26 años de historia, el Festa 2020 (Festival de Teatro Alternativo) se realizará de manera virtual. ¿Cuáles fueron los principales retos de crear esta edición?

El principal reto fue tomar la decisión de hacer el Festa de manera virtual. Al comienzo de la pandemia, en medio de la incertidumbre, pensamos en cancelarlo, pero consultando con los grupos, todos nos ayudaron a tomar la decisión. Y fue acertada. Hay Festa para todos los públicos. Habrá Festa para rato.

El Festa es un evento que, además de estar dedicado al teatro, acerca a las personas a un tema tan sensible como el arte. Teniendo en cuenta la situación actual, ¿qué temática abordará esta edición y de qué manera?

Además de las 93 funciones de 85 grupos, de la diversidad de medios, teatro digital, videoperformance, lecturas interpretadas y radioteatro, tenemos una programación académica de excelencia. Habrá encuentros del teatro colombiano sobre temas muy sensibles como “Teatro y pandemia”, “Emergencia teatral” y la necesidad de una política cultural pública desde una perspectiva de género. También tendremos talleres de teatro dictados por especialistas y un gran homenaje a Santiago García con los grandes directores y dramaturgos, hombres y mujeres, de América Latina.

La XV edición contará con 93 obras “online”, 47 colectivos de Bogotá, 26 grupos nacionales y 19 internacionales. ¿Cómo se hizo esta selección?

Hubo una curaduría muy minuciosa. Se inscribieron 350 propuestas. Fue difícil, pero elegimos casi la tercera parte. Es un festival enorme. Nos basamos primero que todo en el teatro, también en la elaboración de las obras, y tuvimos en cuenta las regiones y los grupos de países que se inscribieron.

El evento irá hasta el 5 de julio. ¿Cómo será la programación y cómo puede acceder el público?

Una programación de 93 funciones en diez días. Cada obra estará 24 horas disponible para la vista o para el oído. Se accede a través de la CCT y allí está la plataforma. La gente entra a www.corporacioncolombianadeteatro.com y allí encuentra todo.

¿Cuáles son los factores que hacen que esta sea una de las ediciones más emblemáticas e importantes en la historia del Festa?

En primer lugar, la capacidad que tenemos de resistir. Tenemos claro que el teatro es un acontecimiento vivo que solo sucede en el encuentro presencial entre actores y público, pero estamos viviendo una situación extraordinaria, por fuera de toda previsión. No podemos privar al público del contacto con las obras y con los actores. A cada tiempo su necesidad. Finalmente, la cultura está hecha de las respuestas que somos capaces de dar a las crisis. Y esta es una respuesta desde el teatro.

El Festa le realizará un homenaje a uno de los personajes más grandes del teatro: Santiago García. ¿Cuál fue su legado?

Un legado excepcional. Santiago fue el fundador de La Candelaria, de la Corporación Colombiana de Teatro, de la creación colectiva, del Taller Permanente de Investigación Teatral, de la Escuela Nacional de Arte Dramático, pero sobre todo de muchas causas. Por ejemplo, de hacernos entender que el teatro es, por encima de todo, un arte transformador de la percepción de los espectadores y también de los actores y actrices. De tomar este trabajo como un proyecto de vida, de ser capaces de abandonarlo todo por el teatro. Por eso somos grupo, por eso estamos dedicamos a la creación de manera sistemática. Además, Santiago y Enrique Buenaventura también fueron grandes teóricos del teatro. Nos enseñaron la necesidad de reflexionar sobre la práctica para no repetirnos y para descubrir los misterios del arte. Santiago nos enseñó a sobrevivir como grupo por encima de todo. Y a hacer un teatro atravesado por el país.

Teniendo en cuenta que en la edición anterior asistieron más de 17.000 personas y se realizaron más de 140 funciones de teatro, ¿cuáles son los resultados que esperan obtener este año?

No lo sabemos. Es la primera vez que hacemos esto. Pero uno de ellos es haber acelerado en los grupos la necesidad de experimentar con los medios audiovisuales.

¿Cuál es el presente, pasado y futuro del teatro en Colombia?

Es tan incierto como el futuro de la sociedad. En la institucionalidad nacional hay tan poco interés en la parte conceptual de la cultura y en el arte. En este momento el país y los artistas tendrían que estar generando pensamiento para el mundo. Pero las políticas culturales han reducido la relación entre el Estado, el arte y la cultura a programas erráticos y convocatorias. Y en el caso del Ministerio, a la tal economía naranja. Nunca hemos negado que existan las industrias culturales, pero que un Estado reduzca la noción de cultura al mercado y convierta a los creadores en “agentes”, eso es mucha pobreza, así unos pocos empresarios adquieran riqueza con los presupuestos de la cultura. Fíjese usted, este Gobierno lleva ya la mitad de su mandato. Y ¿qué ha pasado con la cultura? El futuro está en manos de los que resistan, de los que no claudican de los que creemos en el teatro. De los que tenemos un pensamiento crítico.

¿Cuál es la importancia del teatro en estos momentos de crisis?

Es de la mayor importancia, porque en estos momentos es cuando la gente está valorando lo que verdaderamente vale la pena. Y ha ido, hemos ido, sabiendo qué es lo esencial. Lo esencial es el pensamiento, el arte, el medio ambiente y la sensibilidad. Todo esto para defender la vida, pero no solo para la “sobrevivencia”.

¿Por qué es primordial seguir haciendo este tipo de eventos en el país?

Porque son necesarios y a fuerza de hacerlos se vuelven imprescindibles.

¿Cuál es la principal preocupación del gremio teatral en estos momentos?

Que las salas no se cierren, que los grupos de larga trayectoria sin sala no se tengan que dispersar, que los que tengan salas alquiladas no tengan que entregarlas, que los que tenemos salas no tengamos que despedir a los empleados que nos ayudan. Además, que podamos tener unas condiciones mínimas para seguir creando. Por eso estamos clamando por una emergencia cultural y teatral. No son buenos estos tiempos para el arte ni para la vida. Hay una gente que se está enriqueciendo con la pandemia mientras otros, entre ellos los artistas, nos estamos empobreciendo económicamente… cada día escucho a un actor o una actriz deprimiéndose.

¿Cuáles son las medidas que el Gobierno nacional ha tomado con ustedes para ayudarlos a solventar la crisis?

Pues no podemos cantar victoria. Casi todo se reduce a las convocatorias, que son una lotería para quien se las gana. Y no está mal que haya convocatorias, porque con ellas aparecen proyectos innovadores y nuevos actores; pero no hay un apoyo sistemático a procesos de largo aliento. Han salido medidas paliativas o benéficas. Los artistas no estamos pidiendo limosna; estamos ofreciendo obras, investigación, pensamiento, experiencia, teorías, pedagogía. Se podrían hacer tantas cosas con los saberes acumulados de la gente de teatro. De todas maneras, hay diferencias. Por ejemplo, en Bogotá, en Medellín y en Cali se están haciendo mejores propuestas en las políticas públicas. Hay más diálogo, más concertación, pero, por ahora, el Festa, ¡carajo!

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