Patricia Teherán: "La diva del Vallenato"

En 1994, cuando estaba en furor con su agrupación "Las Diosas del Vallenato", la artista ofreció una entrevista en la que repasó su carrera. La retomamos a propósito de la novela "Tarde lo conocí".

Félix Carrillo Hinojosa * / Especial para El Espectador.
12 de septiembre de 2017 - 09:57 p. m.
Imagen de archivo de Patricia Teherán (C). / Archivo El Espectador
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Estuve sentado media hora, en espera que bajara de su habitación del Hotel San Francisco, de la Calle 23 con Carrera 10, en el centro de Bogotá. Eran las cuatro de la tarde del 15 noviembre de 1994. Cuando salió, vi frente a mí a una diva que descendía del Olimpo musical, con garbo y una magia que atraía. Me saludó con esa simpatía que siempre fue de ella. Su pelo ensortijado y de color sobresaliente, le cubría sus hombros.

Estaba frente a ella, por dos razones, la una periodística, porque quería saber por qué una mujer como ella, logró romper el mito del ascenso femenino en el vallenato y lo otro, un importante empresario radicado en los Estados Unidos, me había contactado para que ella y su agrupación, hicieran cuarenta presentaciones en ese territorio.

Ella atraía cada vez que gesticulaba. No necesitaba hablar. Tenía una mirada que seducía. Era distinta, eso la hacía sobresalir.

¿Dónde nació Patricia Teherán?

“Nací en Cartagena, el 10 de junio de 1969, en el hogar de Luz Romero y Carlos Teherán”.

¿De quién hereda la música?

Mi padre Carlos toca acordeón y he crecido escuchando el vallenato. Aun cuando me gusta cantar salsa y tocar instrumentos como el clarinete y saxofón, mi pasión es esa música.

¿Quiénes la inducen a meterse en el Vallenato?

Bueno mi madre Luz, es quien insistió para que llegará al grupo de Graciela “Chela” Ceballos, una acordeonera con la que luego hicimos “Las Musas del Vallenato”, pero quienes han incidido en mi vida musical son Amira Soledad Morelos, Oswaldo Simanca, Alberto Urrego, Nacir Eljack, “El Caballo” Castillo, “Chela” Ceballos, mi padre, Otto Medina, Omar Geles, Miguel Morales y Rafael Ricardo. A ellos les debo mucho.

¿Por qué Musas del Vallenato?

Somos mujeres y por esa razón inspiramos. Queremos ser la atracción, no solo de las mujeres, sino también de los hombres. Quiero ser siempre motivo de inspiración, para el hombre que me haga canciones y que la mujer al escucharme cantar, siga las huellas que aspiro a dejar en la música vallenata.

¿Cómo fue esa primera grabación?

No fue nada fácil. Nos ayudó a conseguirla Rafael Ricardo en 1989. Estaba ansiosa, nerviosa, Era un reto, la mujer ha tenido mucho protagonismo en el vallenato, pero en el canto eran pocas las apariciones. Por fortuna, ha sido bien recibido nuestro aporte musical. Ya hay un inicio, ahora solo falta consolidar lo que queremos ser.

¿Cómo fue esa primera presentación de las Musas del Vallenato?

La primera presentación de “Las Musas del Vallenato” se hizo en la Universidad de Cartagena. Eso fue la locura. Los estudiantes nos rodearon y allí empezamos a ver lo que ha de venir para nosotros. Eso nos estimuló a seguir, a veces no nos pagan tan bien, pero hoy ya empezamos a ser bien tratados económicamente.

¿Por qué se separó de Graciela Ceballos?

Bueno fue una decisión difícil, doloroso para mí. Ella es una gran acordeonera, con la que inicié mi carrera, pero por problemas de temperamento, nos hizo separarnos. Con ella grabé tres producciones musicales, las cuales marcaron mi ruta musical. Ahora estoy con Maribel Cortina, que toca bien el acordeón y me siento a gusto con ella.

¿Quiénes hacen parte de las “Diosas del Vallenato” y por qué ese nombre?

La mayoría de los músicos, que estaban con mi anterior agrupación, están conmigo en este nuevo sueño. Entre ellas están Bau Gutiérrez, Jenny Pérez, Rosalba Chico, Hemira Herrera, Luz Mary Escobar, Minerva Romero, Maryoris Mejía, Eufemia Álvarez. Eso de “Diosas” tiene su explicación. Nosotras las mujeres, cuando estamos tocando el vallenato somos eso. Yo soy una “Diosa”, que siente lo que canta, la misma que cuando sube a la tarima es igual, a la que está en su casa descansando. Mi forma de ser, no varía por motivos de ambiente.

Todo ese mundo que tenía para dar y en el momento cumbre de su carrera, “la diva del Vallenato”, lo vio al igual que sus seguidores, truncado, una tarde del 19 de enero de 1995, cuando el Mazda 626 de color azul y placas PB6954, se salió de la vía en el sitio Boca Tocino, jurisdicción de Santa Catalina (Bolívar), a la entrada de Lomita Arena, al explotarle las llantas traseras. Ella en compañía de Víctor Sierra, fallecido, Tayron del Cristo Céspedes y Billy Pertuz, habían salido de Barranquilla, donde había firmado varios contratos, que asegurarían su presencia en los Carnavales de esa ciudad, quienes la llevaron al Hospital Universitario de Cartagena donde falleció a los 25 años de edad.

Hoy veintidós años después, “ella sigue viva”, con la audiencia representada en su música, que dejó como un legado, el cual se levanta como “un gran techo insuperable”, en el aporte cantoril de la mujer en el vallenato.

El recuerdo de “Alma de Mujer” grabado en 1990, punto de partida de su lucha artística, al que le siguieron “Guerrera del Amor”, “Explosivas y Sexys”, “Con aroma de Mujer”, y “Adiós a la Diosa” están como el primer día, muchas de esas obras están en el mundo clásico del vallenato. Y ella es la figura para mostrar siempre como la mujer que revolucionó el canto femenino en el vallenato. Pese a que su madre quiso seguir con la agrupación, todo naufragó debido a la poca ayuda recibida después de la muerte de la gran cantora.
Ya sus padres no están, al igual que varias de las que iniciaron ese sueño “con alma de mujer”. Solo junto a su música está su hijo Yuris Alexander Teherán Romero, resultado de su relación con Rodrigo Castillo, fallecido. Es un joven que cuando ella murió, solo tenía cuatro meses. De ella solo tiene lo que le han contado las personas más cercanas a su madre y quienes se hicieron cargo de él.

Su voz se entrecorta para decir, “Me duele no haberla conocido, sentir las caricias de mi madre hubiera sido maravilloso. Solo me dicen que ella era genial, extrovertida, alegre, amiguera, vanidosa, coqueta y que lo hecho por ella en el Vallenato, es siempre tomado como un referente. Los amigos de ellas no los volví a ver jamás. Ni a la familia de mi padre. Vivo en la casa que ella tiene en el Barrio Nuevo Bosque, duermo en su cuarto y todos los días contemplo su foto que está allí como hablándome. De sus derechos de autor como intérprete poco o nada sé, ya ni los pagan”.

Mientras él sigue trabajando en una discoteca en Cartagena como DJ, Caracol Televisión decidió hacer una serie en su honor con el título “Tarde lo conocí”, una de sus obras cumbres como intérprete y cuyo creador es Omar Geles Suarez. Su imagen será desarrollada por la actriz María Elisa Camargo con el acordeón de Mimi Anaya, quienes, junto a un importante elenco, mostrarán al mundo el aporte de Patricia Teherán, “una diva del vallenato”, que llegó para quedarse eternamente, en el corazón de los seguidores del vallenato, porque supo cantar de la mejor manera, nuestra música como toda una dama, para darle status al canto femenino.

*Escritor, periodista, compositor, productor musical, gestor cultural para que el vallenato tenga una categoría dentro del Premio Grammy Latino.

Por Félix Carrillo Hinojosa * / Especial para El Espectador.

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