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¿Por qué la Fiscalía escogió el caso de su hijo como uno de los casos paradigmáticos para procesar al general Mario Montoya por falsos positivos?
Escogieron el caso de mi hijo porque es uno de los más emblemáticos. Él era un niño en un cuerpo grande, porque aunque tenía 26 años cuando murió, nunca aprendió a leer ni a escribir ni a identificar el valor del dinero, por su discapacidad. Este caso, además, es uno de los más avanzados judicialmente, pues se logró condenar a los militares que lo asesinaron a 54 años de cárcel y se reconoció como crimen de lesa humanidad.
¿Cómo fue asesinado Fair Leonardo Porras, su hijo?
Él desapareció el 8 de enero de 2008 y fue asesinado cuatro días después por la Brigada Móvil 15 con sede en Ocaña (Norte de Santander). El caso tuvo muchas dilaciones y fue entorpecido por los abogados de los militares.
¿Cómo era Fair Leonardo?
Él era un niño de educación especial, ya que su mentalidad solamente llegó hasta los 8 años. Además, tenía discapacidad en su brazo y su pierna derechos. En el momento del levantamiento encontraron un arma como a unos 50 centímetros de su mano derecha, lo cual resulta absurdo, pues él no podía manipular un arma con su mano discapacitada y él era zurdo.
¿Cómo juzga a los asesinos de su hijo?
Asesinaron a una persona inocente, que no tenía ninguna clase de inclinación política y no militaba en ningún grupo. Esto fue una política sistemática de crímenes en todo el país que afectó a civiles, campesinos, afros e indígenas. Mire, mi hijo fue sindicado de ser el jefe de una organización narcoterrorista. Imagínese, una persona con una discapacidad que no sabía ni leer ni escribir no podía liderar un grupo al margen de la ley. Eso me causa mucha tristeza. Y, además, que le hubieran puesto precio a la cabeza de mi hijo, pues el Ejército pagó $200 mil con el propósito de asesinarlo y presentar resultados durante el gobierno de Álvaro Uribe.
¿Qué piensa hoy del general Mario Montoya?
La Fiscalía debió operar inmediatamente después de que estalló el escándalo de Soacha, pero no pasó. En cambio, la premiación para el general Montoya fue una embajada en República Dominicana. Fue indignante. Él mismo decía que no le servían litros de sangre, sino ríos de sangre. Las víctimas hemos venido reclamando que no solo sean juzgados los militares u oficiales, sino los gestores políticos de esta criminalidad. Hay que llegar no solo hasta los generales, sino hasta la cabeza presidencial.
¿Debería investigarse también al expresidente Uribe por el crimen de su hijo?
Claro, él tiene que ser investigado por las más de 5.700 ejecuciones extrajudiciales en todo el país, porque era el jefe del Ejército, pero también el ministro de Defensa de la época, hoy presidente, Juan Manuel Santos. Él también tiene una culpabilidad muy grande, pues debió haber impedido tantas muertes.
Cuando trascendió el caso de Soacha, el presidente Uribe dijo: “Esos muchachos no estaban allá recogiendo café”. ¿Cómo le suenan esas palabras hoy?
Para nosotros fueron sorprendentes las palabras de Álvaro Uribe, quien dijo que los jóvenes de Soacha no se fueron precisamente a coger café, sino con propósitos delincuenciales. Él no debió haber degradado el nombre de nuestros hijos sencillamente porque no los conocía. ¿Y quién era él para estigmatizarlos? Y, además, recuerdo que cuando al hoy presidente Santos le preguntaron por el caso Soacha, dijo que esperaba que fueran positivos y no falsos positivos.
¿Qué opina del Ejército?
Fui una de las madres más orgullosas del país, porque uno de mis hijos prestó su servicio militar 24 meses y yo creía que aportar un hijo para prestar el servicio militar era lo máximo, pero desde que el Ejército asesinó a mi otro hijo, Fair Leonardo Porras, la razón de mi vida, soy una madre muerta en vida. Resulta terrible que los hombres que han jurado salvar y resguardar la vida de los colombianos estén acabando con nuestros hijos. ¿Acaso por ser pobres no tenemos el derecho a la vida? En este país no existe la pena de muerte.
¿Qué le diría hoy al general Mario Montoya si lo tuviera al frente?
Le diría que lo que hizo con nuestros hijos nunca debió suceder. Ninguno de los hijos de él prestó el servicio militar. Cuando se posesionó Uribe como presidente, dijo que iba a acabar con la pobreza, nunca nos imaginamos que iba a ser de esa manera, exterminándolos. Muchos ciudadanos inocentes murieron por esas órdenes. Le diría al general que tiene que responderle no solamente a una madre como yo, sino a miles de madres, hermanas, esposas y niños huérfanos por la muerte de sus padres. Hoy exigimos que él diga la verdad de estos crímenes.