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“Siempre hace falta el público… El silencio hace que nos sintamos en el día a día como si fuera de montaje, nunca vamos a llegar al día en el que hay público”, dice Sebastián Aldana, productor técnico del Teatro Jorge Eliécer Gaitán.
Él, junto a María Paula Gómez (productora logística), trabajan en los espectáculos de Navidad que presentarán el 24 y el 31 de diciembre en alianza con Canal Capital, donde tocarán las orquestas de Pacho Galán y Lucho Bermúdez, lideradas por sus respectivos hijos, y también participarán Checo Acosta y Los Graduados.
Gómez y Aldana retomaron esta semana el estilo tradicional de producción de espectáculos, por decirlo de alguna manera, en la que el artista se sube al escenario y presenta el concierto completo mientras las cámaras de televisión, en vez del público, capturan el momento.
Sin embargo, no fue así durante la mayor parte de 2020. En marzo estaban realizando el montaje de luces y sonidos para la presentación que la violinista Lindsey Stirling iba a realizar el 12 de marzo, pero ella ni siquiera tomó el vuelo que la traería desde Chile, porque el mundo se encerró a causa de la emergencia generada por el COVID-19. También quedaron en veremos los desconectados que iban a protagonizar Adriana Lucía, Doctor Krápula y los Rolling Ruanas.
Los productores no tuvieron otra opción que cancelar todos los eventos programados, lidiar con la incertidumbre de no saber cuándo volverían al recinto y pensar en cómo mantener viva la programación cultural del Teatro.
Lo primero que idearon, basados en sus experiencias previas en proyectos digitales y bajo la dirección de Mauricio Galeano, subdirector de equipamientos culturales, y Nathalia Rippe, gerente de escenarios, fue llevar al formato online conferencias y talleres dirigidos al personal técnico y al público interesado en aprender temas de backstage, como sonido, escenografía o iluminación.
El quehacer de la producción de María Paula Gómez y Sebastián Aldana se concentró en el área digital. Junto con la community manager aprendieron cómo realizar transmisiones de buena calidad en streaming; y también rememoraron sus clases de diseño para realizar piezas digitales.
Antes de la pandemia, la programación cultural de este espacio abarcaba de martes a domingo, por lo que el reto principal fue mantenerla virtualmente, pero la oferta del Jorge Eliécer Gaitán cambió para siempre. Durante los primeros meses de la cuarentena obligatoria contaron con el apoyo de músicos como The Mills y Adriana Lucía, quienes se grabaron en sus casas haciendo una presentación que, luego de haber pasado por un proceso de edición con los productores, fueron emitidas en las redes sociales del Teatro.
En julio tuvieron que adaptarse de nuevo porque volvieron al recinto, así que la producción se concentró en controlar la bioseguridad presencial y mantener el estándar online.
“La producción ya no se hace pensando en el público, sino en el backstage. Nos tocó reinventarnos, y a los técnicos también les tocó cambiarles el chip porque ya no hacen un evento para la gente, sino un evento grabado, que tiene características diferentes”, explica Gómez.
Cuando los productores hablan del backstage se refieren a todo lo que tuvieron que acomodar detrás de escena, como los camerinos que, si antes tenían capacidad para veinte personas, ahora son para cinco. Así mismo, en el escenario pintaron líneas cada dos metros para que los artistas, máximo 37, estén a dos metros de distancia.
En este proceso cuentan con el apoyo del departamento de Seguridad en el trabajo y del jefe de sala, quienes les recuerdan constantemente que en una producción no pueden estar más de cincuenta personas.
Otro aspecto al que tuvieron que adaptarse fue al horario, porque hasta marzo era desde las ocho de la mañana hasta que finalizara el evento presencial, después de las once de la noche. Ahora, no pueden estar luego de las seis de la tarde, así que las dinámicas de trabajo cambian y se dedica toda la jornada al montaje, producción o grabación.
“Ahí también toca cambiar el chip, porque ahora son ocho horas de silencio, como si el evento durara ocho horas”, comenta Aldana.
Cuando comenzaba la pandemia, el personal que lleva trabajando dos o tres décadas les recordó que antes se hacían eventos al aire libre o en el Callejón de las Exposiciones, donde se puede apreciar desde esta semana la exposición de carteles “Por la causa latinoamericana”.
Eso les dio pistar para abrir y utilizar espacios olvidados, como el Salón de los Espejos, el foso de la orquesta o las terrazas. En octubre hicieron el primer piloto de “Gaitán al Aire”, un evento cuyo objetivo es acercar el arte al ciudadano que transita el septimazo.
Esto realmente no es nuevo, porque el Teatro siempre ha llevado diversas expresiones artísticas a la carrera séptima, pero ahora el evento lo hacen desde la marquesina exterior, por lo que el público puede ver a los artistas como si estuvieran en una tarima.
En ocasiones especiales cuentan con el apoyo del equipo de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Bogotá o con el programa de urbanismo de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, por lo que el septimazo se convierte en una especie de carnaval en el que se respeta la distancia social.
“Uno se siente muy afortunado porque somos de los pocos que hemos podido ver espectáculos en vivo. Es una sensación que es muy fuerte porque es, por decirlo, un concierto exclusivo. Es gratificante en estos momentos de pandemia”, admite María Paula Gómez. Cuando se les pregunta cuál ha sido la mayor enseñanza de este año, sin dudarlo coinciden en tener la mentalidad abierta para “reinventarse”, una palabra muy usada este año, pero que, en el fondo, no todo el mundo es capaz de aplicar, porque aceptar los cambios no es fácil.
Contar con unos jefes vanguardistas les dio la posibilidad, también, de no tener miedo de explotar la creatividad y decir sí a toda idea creativa cultural.
Por eso, ahora cuentan con una agenda nutrida en streaming con pregrabados, eventos presenciales desde la terraza y exposiciones, y ampliaron culturalmente su oferta con danza, teatro, conciertos y conferencias, porque, como dice Sebastián Aldana, para seguir adelante hay que cambiar la lógica diaria.