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Roberto Fonseca dice que la música es el reflejo de lo que uno tiene en la cabeza: “Uno toca como piensa”. Y lo primero en la cabeza de Fonseca, quien va a estar en esta edición del Festival Internacional de Jazz del Teatro Libre, es Cuba. Quizás eso se lo enseñó Ibrahim Ferrer, uno de sus maestros, quien le aconsejó que, sin importar la música que hiciera, nunca olvidara que era cubano.
“Ibrahim Ferrer fue quien me reafirmó y me dio la seguridad para poder correr”, afirma Fonseca. Él hizo parte de la orquesta de Buena Vista Social Club por cinco años, donde tocó junto al contrabajista Orlando Cachaíto López, el trompetista Manuel Guajiro Mirabal y el pianista Rubén González, entre otros. Mirabal y otro miembro de Buena Vista, el guitarrista y el cantante Elíades Ochoa, participaron en su más reciente disco: Abuc.
Abuc es el palíndromo de Cuba. El disco es un recorrido por la música de la isla: el mambo, el bolero, el chachachá, el jazz e incluso la contradanza. Y hablar de Cuba es hablar de su música. En una de las canciones de Abuc, Velas y flores, Fonseca llama a la isla “una fábrica de músicos” y dice que, gracias a ella, él es quien es: “pienso que si no hubiese sido mi tierra Cuba / no sería ni el músico ni la persona que soy hoy”.
Sin embargo, Abuc no es un disco nostálgico. Fonseca fusiona esta música tradicional con otros ritmos, como el hip hop, el R&B o la música electrónica. Tumbao de la unidad es un buen ejemplo: a la voz y la guitarra de Ochoa se contraponen los efectos de una guitarra eléctrica y el ritmo de hip hop de una batería.
En el video de Afro mambo, otra canción del disco, Fonseca está con su grupo tocando en una sala de conciertos. En un momento, todos dejan de tocar porque alguien pone en un tocadiscos una melodía que suena a un mambo viejo. Pronto, el piano vuelve a sonar y la melodía, en vez de olvidarse, se reafirma en el resto de la canción: la intervención del tocadiscos advierte la conciencia en la canción de que su ritmo parte del mambo, pero ya es otra cosa: el afro mambo. Y el ritmo de la canción es tan vertiginoso, tan a la orilla entre lo que es y no el mambo, que hace que las teclas del piano de Fonseca se desprendan y que la percusionista pierda sus dedos al tocar los bongós. También hace que un bailarín, asombrado por el sonido de la orquesta, se desmembre en el escenario. Sin embargo, la sala de conciertos donde tocan en el video se llama Teatro Cuba. Fonseca mezcla los ritmos cubanos, pero nunca se olvida de que Cuba es la protagonista de ese disco. Todo parte de la isla y a ella regresa, pero distinto, nuevo: ya no es Cuba sino Abuc.
Fonseca escucha desde música clásica hasta house, desde jazz trap hasta acid jazz. Cuenta que en cada país que conoce se interesa por oír su música folclórica. Le interesa, por ejemplo, la música de los Balcanes o la de Malí. Todo eso lo guarda en su cabeza. “Soy el resultado de lo clásico y lo urbano”, dice en Velas y flores.
Apenas compone una canción se la muestra a su familia, sus primeros maestros: “El jurado más fuerte, más importante que tengo es mi familia. Ellos no me van a decir algo sólo por decírmelo, van a ser los más severos, los más sinceros del mundo”, afirma Fonseca. Esa familia le mostró la música tradicional cubana, así como el funk y el rock, y lo ha acompañado en toda su carrera. Él ha tocado con sus hermanos y primos y su madre ha cantado en sus discos. “Todo viene de mi familia. Siempre lo he dicho y siempre lo diré. el mayor apoyo que tengo es mi familia”.
Abuc también es un homenaje a su familia. Jon Pareles, crítico de música popular del New York Times, recomendó Family, otro tema de este disco, como una de las canciones destacadas de 2016.
Family, cuenta el crítico, mezcla los “estridentes” vientos de Nueva Orleans con tonadas “del tipo del rock que usaría un programa de televisión de los 60”, y de ahí hace un puente, acompañado por las voces de Rafael Lay Bravo y Roberto Espinosa Rodríguez de la Orquesta Aragón, a un lento chachachá, para terminar en un lugar entre Santana y Buena Vista Social Club. Esa canción, dice Pareles, está “muy lejos de la tradición”, y su género quizás podría definirse como la fusión entre el doo-wop (un estilo vocal de música nacido de los géneros R&B y góspel) y el electro Aragón.
Roberto Fonseca tiene en su cabeza a Cuba y a su familia porque ambas, o la mezcla de ambas, produjeron su sonido musical y le incitaron la libertad para jugar con la música tradicional de su país. “En la unión está la fuerza”, dice en Tumbao de la unidad. En Fonseca, la unidad está en la mezcla. Eso permite que en su último disco se fusionen el mambo y el funk, la contradanza y el hip hop.
Fonseca presentará Abuc en Bogotá, en el marco del Festival Internacional de Jazz del Teatro Libre, hoy, así que en el Teatro Libre de Chapinero se podrá oír lo tradicional y lo nuevo de la música cubana.
Roberto Fonseca en el Teatro Libre de Chapinero. Miércoles 6 de septiembre, 7:30 p.m. Información y boletería: www.tuboleta.com.