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¿Cuándo descubrió su vocación por la actuación?
Siempre quise ser actriz. En el colegio, desde tercero de primaria, teníamos clases vocacionales y había teatro. Desde que lo descubrí me encantó y lo único que tenía claro en la vida era que quería tener esta profesión.
¿Cómo empezó su carrera en televisión?
Estudié comunicación social hasta que decidí que no iba a hacer una carrera para dedicarme, después, a lo que realmente quería. Salí y en los clasificados del periódico encontré un letrero que decía: “¿Quiere ser actor?”. Era una agencia de extras. Esa fue mi primera experiencia en televisión. Después estudié actuación hasta que me llamaron al casting de Clase aparte.
¿Es muy distinta la Sandra Reyes de “Clase aparte” a la que vemos ahora?
Lo que he experimentado me ha llevado a tener un entendimiento mucho más claro de la vida y mi profesión. Me he quitado muchas mentiras de encima, cosas que la sociedad cree y quiere que uno crea, pero no son ni ciertas ni importantes. Ya no quiero encajar en el estereotipo de mujer linda. Lo más valioso es ser yo misma y no pretender ser alguien más.
¿A qué se debe su fuerte relación con lo femenino?
Algunas mujeres desarrollan una masculinidad muy fuerte para darse a conocer y competir entre nosotras. A raíz de encuentros y ceremonias indígenas entendí que debemos abrazar el poder de nuestra feminidad. En el fondo, las mujeres somos unas brujas maravillosas, pero nunca nos dejaron ni nos dijeron que podíamos serlo.
¿Qué es lo más difícil de ser mujer en el mundo del entretenimiento?
Una de las cosas más difíciles es entender nuestro ciclo menstrual y trabajar mientras menstruamos. Es un momento reflexivo en el que el cuerpo pide descanso y hacer cualquier cosa hacia fuera nos cuesta el triple de trabajo. Es tenaz tenerle que mostrar al público lo que uno está sintiendo cuando en realidad no se le quiere mostrar nada a nadie.
¿Por qué cree que se habla tan poco sobre esto?
La sangre menstrual es sagrada porque nos permite ser madres. En algún momento decidieron que era sucia, fea y que nadie podía hablar ni saber sobre ella. Cuando las mujeres entregamos nuestra sangre, estamos alimentando la tierra y equilibramos la sangre que derraman los hombres. La de ellos es producto de la violencia, mientras la nuestra tiene que ver con la vida.
¿Cómo la cambió la maternidad?
Tener que grabar tanto tiempo y dejar a los niños encargados siempre va a ser muy complicado. En mi caso, me parece que la maternidad ha sido crucial porque gracias a ella me he podido dar cuenta de todo lo que tengo que cambiar. Ahora soy consciente de que debo atravesar una transformación para llegar a ser el ser humano que sé que soy y que quiero mostrarle a mi hijo.
¿Qué le dejó trabajar en novelas tan queridas por los colombianos?
Me ha dejado cariño. La gente siempre se me acerca con admiración y de una forma muy respetuosa. Vienen a mí con el corazón abierto y eso no tiene precio. Que el público tenga un bonito recuerdo de mi trabajo es un regalo maravilloso.
¿Cómo es su personaje en “Cuando vivas conmigo”?
Gertrudis López creció con su hermana y una tía que las trata muy mal. La única persona con la que cuenta es su hermana, pero no vuelven a verse durante muchos años. Gertrudis rehace su vida con un personaje que se llama Felícito Yanequé, pero haber perdido a su hermana la hace una mujer muy triste y nunca pierde la esperanza de encontrarla.
¿Qué le llamó la atención de este nuevo proyecto?
La historia me pareció fantástica. Ayudar a narrar una buena historia siempre va a ser rico. Es fresca, bonita, colorida, tiene música y viene a divertir, a limpiar un poco este espacio en la televisión tan lleno de narcos y balas. Para mí es una bendición hacer lo que me gusta, que me paguen por eso y que además la pase bien.