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¿Cómo llegó Santiago Duque a trabajar en la industria musical?
Siempre estuve obsesionado con las guitarras. Empecé tocando a los seis años, escuchando diariamente Steve Ray Vaughn, luego empecé a interesarme en la producción de audio y cómo funcionaban los estudios de grabación. Trabajé en la época del tropipop organizando varias fiestas y ahí comencé a entender la industria de la música. Luego tuve la oportunidad de estar trabajando con Tigo Music en Audiovisión y con Sony Music Andes, donde logré trabajar estrategias para artistas como Michael Jackson, Backstreet Boys, Beyoncé y muchos otros.
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Usted se ha caracterizado por transformar la industria musical. ¿Cuál cree que ha sido su mayor aporte?
La coherencia y atención en los detalles. Siempre he sido partidario de que todo debe estar enmarcado en un concepto, en objetivos claros y en entender qué paso estamos dando en un gran plan del artista; cada canción, cada presentación, es un paso adelante hacia una gran meta que debe ser clara, medible y concisa.
Ha trabajado con artistas como Bad Bunny, Jowell & Randy, Eladio Carrión y Arcángel, entre otros. ¿Cuál cree que ha sido la clave para su desarrollo?
Sin duda es un honor poder trabajar de la mano de Rimas Music como consultor, porque no solo hemos logrado encontrar una fórmula increíble en el reconocimiento y desarrollo de artistas, sino que hemos entendido cómo darle la libertad de su arte. En varias ocasiones en mi vida profesional he podido ver cómo las disqueras intentan moldear la música que ciertos artistas hacen, muchas veces incluso en contravía de lo que a ellos les nace escribir o cantar.
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¿Cuál es su percepción del género urbano en Colombia?
Sin duda alguna hemos contribuido en que el género urbano sea un fenómeno global. No desde el lado de consumo, sino claramente desde el cómo adaptamos el reguetón boricua. J. Balvin abrió el paso a que hoy en día, incluso, consideremos el reguetón como pop, tomando su esencia y llevándola hasta mercados como México y España. Hoy en día hay una movida innegable de producción de contenido en Medellín, Barranquilla, Cali e incluso Bogotá. Artistas como Beéle (Barranquilla), Blessd (Medellín) y Crissin (Medellín) están dando de qué hablar en todas partes.
¿Cómo ha visto la transformación musical con la llegada de las plataformas digitales?
Es un ciclo que se repite. La forma en que fijamos los fonogramas lleva cambiando constantemente en los últimos cien años de una forma acelerada; desde acetatos a un formato de acceso mas no de propiedad, como lo son las plataformas de streaming Spotify, Apple Music, etc. Creo que lo vital es siempre tener claridad en el contenido. Antes, distribuir un álbum requería, probablemente, un contrato con una disquera que tuviera un alto poder de negociación con los distribuidores o tiendas para que, dentro de los miles de opciones en una tienda, su trabajo se viera destacado; ahora, gracias a las plataformas, el comportamiento es distinto.
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¿Cuáles son esas características que tiene en cuenta para desarrollar un artista nuevo?
Son varias. Los grandes y exitosos proyectos musicales se caracterizan porque el artista te entrega el 80 % de su proyecto listo y tú desde el lado de manejo te encargas de que con ese 20 % de responsabilidad hagas llegar su música a donde debe llegar. Un artista debe saber cómo quiere sonar. No debe tener su sonido completamente maduro; de hecho, puede tener solo una idea de cómo quiere sonar con sus primeras maquetas, pero hay un punto en la carrera de uno como ejecutivo musical en donde reconoce dónde hay semillas que pueden prosperar.
¿Cuál es la mayor aprendizaje que le ha dejado este proceso con la música?
Trabajar con una industria tan incierta hace que la planeación sea muy difícil de cumplir. Soy una persona a la que le gusta tener planes, por lo que cuando no salen como espero, me frustro. El mayor aprendizaje de trabajar en música ha sido dejarme llevar y desarrollar la intuición.
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¿Cuáles son sus proyectos ahora?
Quiero tener mi propia empresa 360 de entretenimiento, en la que podamos ofrecer servicios de management, publishing y disqueros, pero, finalmente, tener el gusto de seguir en el trajín de trabajar con música, como ha pasado los últimos diez años.