Sebastián Yatra: Desde mi ventana
Los días llenos de canciones y charlas largas con mis papás y mis hermanos pasaron de un tirón y llegó la revolución con el virus, que hoy nos tiene como viviendo una película de ficción que no ve su fin.
Sebastián Yatra
Yo venía de Madrid emocionado, activado y, como siempre, con mil planes en mi cabeza y la agenda full. Estábamos coordinando que, apenas aterrizara el avión en Bogotá ir al Arena para caer de sorpresa al show de Juanes, ufff… Íbamos a cantar Bonita juntos.
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Yo venía de Madrid emocionado, activado y, como siempre, con mil planes en mi cabeza y la agenda full. Estábamos coordinando que, apenas aterrizara el avión en Bogotá ir al Arena para caer de sorpresa al show de Juanes, ufff… Íbamos a cantar Bonita juntos.
Estábamos en la felicidad absoluta y de pronto empezamos a ver más y más noticias, más y más tapabocas, la gente que caminaba rápido y miraba muy extraño... la paranoia estaba asomándose. (Lea: El amor de Sebastián Yatra)
Estaba enterado de la situación, pero, de un momento a otro, esa parada en España me cambió el destino o, por lo menos, la manera de afrontar ese virus que se expandía a toda velocidad y sin piedad por el mundo.
Era prioridad cambiar los miles de personas en el Movistar por encerrarme de inmediato en mi casa. Nosotros entendimos lo básico: “Tú me cuidas, yo te cuido”. No me cabía en la cabeza hacerle daño a alguien, si es que por casualidad veníamos contagiados,
Aunque estamos sufriendo por cada persona enferma, por las vidas que se fueron, por los que no tienen agua ni comida, por las personas que sí o sí deben seguir saliendo de sus casas y por los héroes que nos defienden desde las clínicas y centros de salud, del otro lado hay todo un reto personal y espiritual, un momento para pensar, para orar, para crear.
En realidad el deseo de mi corazón, además del primario que es la vida, es que todos en el mundo seamos más conscientes de nuestros actos, del amor y la dedicación a nuestras familias, de las oportunidades que tenemos, de nuestro propósito, de nuestra relación con los otros, con Dios, con la Tierra, con nuestros animales, con las diferentes especies que no protegemos. (Además: Sebastián Yatra y Tini Stoessel, listos grabar su serie para Disney+)
Son varios los frentes que tenemos que tener en cuenta para poder recuperarnos, sanarnos y hacer las paces con el planeta.
Y volviendo a la trivialidad del día a día, las semanas pasan entre adelantar trabajo, reestructurar ideas, echar mano de nuestro poder de improvisación, replantear estrategias en la música y darles vida a nuevos planes para seguir con mi carrera, un poco de piano, otro tanto de guitarra.
Creo que, en medio de todo, nosotros debemos hacer un alto y ser agradecidos. Para mí ha jugado un papel decisivo, pues es por ese medio que puedo mantener el vínculo con mi gente. Incluso creamos la mezcla más linda: los libros físicos, en papel, con las redes, esto, más las familias que están conectadas conmigo desde sus casas, ha cambiado absoluta- mente mi cuarentena. Yo tengo una afinidad especial con los niños y pensar en ellos me llevó a organizar rápidamente un Show de libros: cada noche a las 7 estoy en vivo desde mi Instagram leyéndoles historias a los chiquitos, contándoles cuentos de Rafael Pombo, los hermanos Grimm, Saramago y otros… He contado con la suerte de poder llamar a varios amigos como Carlos Vives, Álex Campos, Juanes, por nombrar algunos, para invitarlos a que nos acompañen un rato en estas horas antes de dormir.
Es clave que nuestros mandatarios la tengan clara y entiendan que este es un esfuerzo conjunto, que ¡no hay que salir de casa! Este es el momento de ser estrictos, implacables, de tomárnoslo en serio. Es la vida la que está en juego y somos unos bendecidos, porque esto no nos tomó por sorpresa; no fuimos los primeros, así que es de sabios aprender de los errores ajenos.
Tenemos que seguir en casa, convertir nuestros hogares en lugares mágicos, ver lo que antes no queríamos ver… De repente esos vidrios con marco por los que pasábamos siempre, casi sin fijarnos, empezaron a cobrar una relevancia indiscutible: hoy son las ventanas del mundo, de un nuevo mundo que, estoy seguro, va a renacer más sano, más coherente, más sensible, más humilde, aferrado a Dios y más consciente de lo que algún día fue.