“Semana” cumple 35 años
Alejandro Santos, director de la revista, dice que no cambiaría nada de la historia del medio y rescata la importancia de la investigación y el análisis para explicar un país que “es difícil de entender”.
El Espectador
¿Qué significan estos 35 años para la revista Semana?
Un compromiso profundo con el periodismo, la buena información y la independencia. Semana ha jugado un papel importante en la búsqueda de la verdad, al elegir ser un contrapoder de los abusos del poder político, económico y judicial. En ese sentido, ver la historia de la revista en estos años representa redoblar nuestro compromiso con la buena información y con el interés público.
¿Cuáles han sido los mayores logros?
El papel de Semana es dar elementos de juicio y contexto sobre Colombia. Logros contundentes han sido destapar gran parte de los escándalos, como la parapolítica, las grabaciones ilegales del DAS, los abusos del Ejército en casos como torturas o Tolemaida Resort y el Proceso 8.000. El otro gran aporte es más silencioso, pero no menos importante: el papel analítico en un país que es difícil de entender.
Esos logros son de periodismo de investigación. ¿Cómo seguir esa línea en la era de la inmediatez?
Los medios estamos viviendo momentos difíciles porque estamos siendo presionados por distintos frentes. Precisamente por ese contexto, la buena información y la credibilidad del periodismo serio pueden tener una nueva era para las personas, sobre todo las que valoran y son conscientes de que esa información es vital para la democracia y para tomar decisiones en la vida cotidiana.
¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha tenido “Semana”?
¡Hemos tenido tantos! En los años 80, las amenazas de los Extraditables encabezados por Pablo Escobar . Las presiones políticas de los últimos 20 años de todo tipo, amenazas de fuerzas oscuras, delincuentes con patente de corso de entidades de inteligencia, periodistas que han estado en el territorio cubriendo el conflicto y en situaciones delicadas. Grandes denuncias en las cuales hemos librado solos la batalla, a pesar de las presiones y el escepticismo de sectores, y en las que afortunadamente la historia nos dio la razón.
Usted habla de amenazas a periodistas.
Es importante hablar de la vulnerabilidad de la prensa regional, porque hay una diferencia entre la gran prensa y los medios que están en el territorio con emisoras comunitarias o colectivos, en zonas de posconflicto o disputa donde puede haber clanes políticos o grupos ilegales. Esos periodistas indefensos y de valor admirable se atreven a hacer denuncias a pesar de que sus vidas corren riesgo. Por eso, de los más de 130 periodistas asesinados en Colombia en los últimos 30 años, el 80 % son de las regiones.
Los periodistas también somos humanos. ¿Le ha dolido tener que compartir alguna noticia?
Hemos tenido que mirar fotografías para la portada que lo consternan a uno y dan dolor de patria, donde hay que mantener la sensibilidad de lo que significa la tragedia para que un país no se vuelva insensible, pero al mismo tiempo mantener el criterio periodístico. Esa combinación de no perder la sensibilidad y no perder el criterio racional se vuelve un dilema permanente para el periodista colombiano a la hora de enfrentar esos grandes episodios trágicos.
¿Qué responsabilidades debe adquirir el periodismo en la era digital?
Creo que el periodismo no es otra cosa que una manera de tener un criterio formativo para sintonizarse con la propia época. En la era digital, cuando hay tanta mala información y manipula|ción, el buen periodismo tiene que convertirse en un baluarte informativo fundamental para volver a tener la preponderancia que se merece en una sociedad. Principios, integridad, imparcialidad, carácter, equilibrio, información, capacidad de contextualización, investigación y rigor son elementos esenciales para hacer el buen periodismo.
¿Cambiaría algo de estos 35 años?
La historia es la historia, con todos sus aciertos y errores. Hay que dejarla así. Los errores y fracasos, más allá de cambiarlos, dejaron lecciones y aprendizajes.
¿Qué sigue para “Semana”?
Una era en la que tenemos que reinventarnos, utilizar nuestro análisis de interpretación del entorno, no sólo para seguir informando e investigando, sino para tener la capacidad de enfrentar desafíos que los medios tienen en el mundo. Además, tener la creatividad, el carácter y la humildad de saber cuál es nuestro papel en la sociedad, manteniendo siempre la mejor información y el compromiso con el país.
¿Qué significan estos 35 años para la revista Semana?
Un compromiso profundo con el periodismo, la buena información y la independencia. Semana ha jugado un papel importante en la búsqueda de la verdad, al elegir ser un contrapoder de los abusos del poder político, económico y judicial. En ese sentido, ver la historia de la revista en estos años representa redoblar nuestro compromiso con la buena información y con el interés público.
¿Cuáles han sido los mayores logros?
El papel de Semana es dar elementos de juicio y contexto sobre Colombia. Logros contundentes han sido destapar gran parte de los escándalos, como la parapolítica, las grabaciones ilegales del DAS, los abusos del Ejército en casos como torturas o Tolemaida Resort y el Proceso 8.000. El otro gran aporte es más silencioso, pero no menos importante: el papel analítico en un país que es difícil de entender.
Esos logros son de periodismo de investigación. ¿Cómo seguir esa línea en la era de la inmediatez?
Los medios estamos viviendo momentos difíciles porque estamos siendo presionados por distintos frentes. Precisamente por ese contexto, la buena información y la credibilidad del periodismo serio pueden tener una nueva era para las personas, sobre todo las que valoran y son conscientes de que esa información es vital para la democracia y para tomar decisiones en la vida cotidiana.
¿Cuál ha sido el momento más difícil que ha tenido “Semana”?
¡Hemos tenido tantos! En los años 80, las amenazas de los Extraditables encabezados por Pablo Escobar . Las presiones políticas de los últimos 20 años de todo tipo, amenazas de fuerzas oscuras, delincuentes con patente de corso de entidades de inteligencia, periodistas que han estado en el territorio cubriendo el conflicto y en situaciones delicadas. Grandes denuncias en las cuales hemos librado solos la batalla, a pesar de las presiones y el escepticismo de sectores, y en las que afortunadamente la historia nos dio la razón.
Usted habla de amenazas a periodistas.
Es importante hablar de la vulnerabilidad de la prensa regional, porque hay una diferencia entre la gran prensa y los medios que están en el territorio con emisoras comunitarias o colectivos, en zonas de posconflicto o disputa donde puede haber clanes políticos o grupos ilegales. Esos periodistas indefensos y de valor admirable se atreven a hacer denuncias a pesar de que sus vidas corren riesgo. Por eso, de los más de 130 periodistas asesinados en Colombia en los últimos 30 años, el 80 % son de las regiones.
Los periodistas también somos humanos. ¿Le ha dolido tener que compartir alguna noticia?
Hemos tenido que mirar fotografías para la portada que lo consternan a uno y dan dolor de patria, donde hay que mantener la sensibilidad de lo que significa la tragedia para que un país no se vuelva insensible, pero al mismo tiempo mantener el criterio periodístico. Esa combinación de no perder la sensibilidad y no perder el criterio racional se vuelve un dilema permanente para el periodista colombiano a la hora de enfrentar esos grandes episodios trágicos.
¿Qué responsabilidades debe adquirir el periodismo en la era digital?
Creo que el periodismo no es otra cosa que una manera de tener un criterio formativo para sintonizarse con la propia época. En la era digital, cuando hay tanta mala información y manipula|ción, el buen periodismo tiene que convertirse en un baluarte informativo fundamental para volver a tener la preponderancia que se merece en una sociedad. Principios, integridad, imparcialidad, carácter, equilibrio, información, capacidad de contextualización, investigación y rigor son elementos esenciales para hacer el buen periodismo.
¿Cambiaría algo de estos 35 años?
La historia es la historia, con todos sus aciertos y errores. Hay que dejarla así. Los errores y fracasos, más allá de cambiarlos, dejaron lecciones y aprendizajes.
¿Qué sigue para “Semana”?
Una era en la que tenemos que reinventarnos, utilizar nuestro análisis de interpretación del entorno, no sólo para seguir informando e investigando, sino para tener la capacidad de enfrentar desafíos que los medios tienen en el mundo. Además, tener la creatividad, el carácter y la humildad de saber cuál es nuestro papel en la sociedad, manteniendo siempre la mejor información y el compromiso con el país.