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‘Ser mujer no es ser mamá’: Florence Thomas

Trabaja por los derechos de la mujer en Colombia desde que llegó de Francia en 1967.

El Espectador
22 de noviembre de 2010 - 10:00 p. m.
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¿Cuánto le ha costado poner las cartas sobre la mesa?

Las tuve que poner desde que estoy en Colombia porque en París ya las cartas estaban sobre la mesa. Cuando llegué encontré mujeres abnegadas y sentí que había que hacer algo, derrumbar la creencia de que mujer era sinónimo de mamá.

¿Por qué cree que en Colombia se demoraron tanto para hablar del aborto abiertamente?

Es uno de los temas más tabúes que puede haber. Aquí el poder de la Iglesia es enorme y hablar del aborto es ir en contra de todos los caminos trazados para las mujeres.

¿Cuáles son los sectores en los que las mujeres siguen siendo invisibles en el país?

En política por supuesto. Hay campos en donde es muy difícil ser mujer todavía, la economía, la administración...

¿Cuál es su método preferido de anticoncepción?

Soy de la generación de la pastilla. En 1964, estaba en una clase de filosofía en Francia y la profesora nos mostró una caja pequeña y nos dijo: “Mujeres, tengo su liberación en mis manos”. Por supuesto me tragué todas las pastillas que se puedan imaginar.

¿Qué tan importante ha sido el sexo en su vida?

Ha sido muy importante, creo que para todas las mujeres finalmente. Pero más que el sexo, prefiero la sexualidad, el erotismo, el tiempo tomado para amarse. La palabra “sexo” no me gusta mucho porque nos mete en el ámbito de la biología.

¿Cuál es el rol que tiene la sexualidad en la mujer contemporánea?

Ha sido cada vez más importante. Las mujeres han empezado a reconocer su cuerpo, a expresar sus deseos. A pesar del mito del latin lover, hoy a los hombres hay que enseñarles todo en relación con la sexualidad femenina.

¿Qué la sonroja?

A mi edad ya no hay muchas cosas que me sonrojen. A veces me siento un poco sobre el bien y del mal. Además “sonrojar” es una palabra que ni siquiera puedo pronunciar (risas).

¿Cree que el feminismo sigue vigente en Colombia?

Por supuesto. No hay nada más pertinente hoy. A las mujeres hay que protegerlas. El feminismo está ahí para estar presente donde el Estado no lo logra.

¿Sigue pensando que algunos de los dirigentes del país tienen pensamiento confesional?

Por supuesto, particularmente nuestro Procurador General de la Nación. Es tan cierto que lo llamamos Monseñor Ordóñez.

Pero algunos dicen que son más machistas las mujeres...

Somos las mujeres las menos educadas y las más pobres y evidentemente eso hace que sigamos el camino trazado para nosotras. Ser mujer hoy significa extraviarse en el camino.

¿Cuál cree que es el pecado de la mujer?

Seguir los caminos trazados y utilizar unas herramientas de seducción equivocadas.

¿Y cuáles deberían ser entonces?

La palabra, el discurso, los argumentos...

  ¿Qué extraña de Francia?

Las estaciones porque se planea el año de otra manera.

La gran equivocación sobre feminismo...

Que las feministas les declaramos la guerra a los hombres. Yo por lo menos no les he declarado nunca la guerra. Este país ya tiene suficientes guerras.

¿Cuánto ha golpeado el conflicto armado a las mujeres en el país?

Sobre las mujeres cae un fuerte impacto. Se vulneran todos sus derechos en tiempo de guerra. Tal vez la mayoría de embarazos no deseados están en las zonas en las que es más notorio el conflicto.

¿Por qué los hombres tienen  temor de que sean reconocidos los derechos de las mujeres?

Tienen miedo de perder poder.

¿Qué le han dejado todos estos años trabajando en Colombia?

Seguir creyendo en utopías. Mucho aprendizaje, a veces tristezas y decepciones, pero siempre con una vuelta a lo positivo.

Cuando llegó a Colombia dice que encontró madres y no mujeres. ¿Hoy ha cambiado un poco esa percepción?

Las cosas han cambiado. Creo que muchos de los hijos de estas generaciones van a ser diferentes. Mi generación decía mi cuerpo es mío y hoy se dice mi identidad es mía, eso es muy bonito.

¿Qué tan perjudiciales pueden ser los abortos ilegales?

Son inseguros, clandestinos, se hacen en condiciones absolutamente pavorosas.  Es jugar con la muerte realmente.

Un libro para entender el feminismo.

El segundo sexo es una biblia, es como un Marx para los socialistas.

Mañana es la presentación de su libro Había que decirlo ¿Qué era lo que había que decir?

Había que decirles a las mujeres que se tomaran la palabra, que eran sujetas de derecho. El concepto de mujer es muy bello. Hemos sido santas, vírgenes putas, brujas y de todo y nos hemos olvidado de ser mujeres.

¿Por qué hay tantos prejuicios en el país con la palabra feminismo?

No sólo en Colombia, se trata de un prejuicio importado. Muchas veces se equipara feministas con brujas. Yo les digo vengan a ver las mujeres que trabajan en los grupos feministas, son mujeres comunes, que aman, pero que al tiempo, perciben las inequidades y las injusticias.

¿Qué tan perjudiciales pueden ser los abortos ilegales?


Son inseguros, clandestinos, se hacen en condiciones absolutamente pavorosas.  Es jugar con la muerte realmente.

Un libro para entender el feminismo.


El segundo sexo es una biblia, es como un Marx para los socialistas.

Mañana es la presentación de su libro Había que decirlo ¿Qué era lo que había que decir?


Había que decirles a las mujeres que se tomaran la palabra, que eran sujetas de derecho. El concepto de mujer es muy bello. Hemos sido santas, vírgenes putas, brujas y de todo y nos hemos olvidado de ser mujeres.

¿Por qué hay tantos prejuicios en el país con la palabra feminismo?


No sólo en Colombia, se trata de un prejuicio importado. Muchas veces se equipara feministas con brujas. Yo les digo vengan a ver las mujeres que trabajan en los grupos feministas, son mujeres comunes, que aman, pero que al tiempo, perciben las inequidades y las injusticias.

 

Por El Espectador

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