17 de mayo de 2015 - 09:03 p. m.
“Simplemente soy un escritor”: Óscar Collazos
Una de las últimas entrevistas que concedió el escritor Óscar Collazos, fallecido el domingo.
Marcos Fabián Herrera
Collazos falleció en la madrugada del domingo en una clínica de Bogotá.
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El aforismo “la debilidad de los hombres será tu fortaleza”, que en “Batallas en el Monte de Venus”, le enseña la madre a su hija adolescente, ¿devela la complejidad y el “ethos” de la lógica femenina contemporánea?
Es una formulación ética. Al provenir de una madre que “educa” a su hija, se convierte casi en el paradigma “pedagógico” de una época: dinero y éxito fáciles. No diría que es una “lógica femenina contemporánea”, sino la red en la que cae fácilmente la mujer de nuestro tiempo.
Los personajes que desfilan por “Adiós Europa, adiós”, cargan pasados infructuosos, vidas fallidas y un desarraigo que los confina a la desesperanza y la desazón.
En ese libro de cuentos hay dos topografías culturales: la provinciana de mis orígenes, incluso el escenario de la Bogotá actual (en el último cuento) y el desarraigo de aquellos personajes que viven en Europa. No hay desarraigo sin la evocación obsesiva de las raíces, que es lo que hace el pintor Ernesto, muriéndose en París.
Novelas como “La modelo asesinada” y “Batallas en el Monte de Venus”, con aguda perspicacia retratan la sordidez y el advenimiento del culto a lo frívolo.
Una vez le refería a mi amigo Gilles Lipovetsky el tema de esas dos novelas. “Ah, sí, es la ‘era del vacío’”, me dijo. Y lo es: entre la sordidez de las conductas y las superficies que recorren existe ese nuevo culto a la frivolidad, el imperio de un narcisismo que ignora uno de los principios básicos de la modernidad: la solidaridad humana. Para escribir sobre esos temas fue necesario recrear ese universo de formalidades que, en muchos sentidos, sustituyen la solidaridad por el cinismo.
El caso Heberto Padilla, que significó la ruptura del “Boom” latinoamericano con la revolución cubana, ¿qué tanto influyó en el movimiento cultural latinoamericano?
El “caso Padilla” fue un ejemplo de la perversión de las políticas culturales de la revolución, pero también de los escritores que, como Heberto, querían hacerse célebres por medio de una disidencia perfectamente planificada. No es cierto que los escritores del “boom” hayan roto con la Revolución Cubana. Lo hicieron algunos: Carlos Fuentes, Vargas Llosa, etc., pero se quedaron con la revolución García Márquez y Julio Cortázar.
Sus manifiestas posturas y compromisos políticos, ¿son un intento por recuperarle el valor a la intelectualidad en tiempos de autismo y desencanto?
Podría decir que mis “manifiestas posturas y compromisos políticos” pasan por diversas coyunturas y épocas (...). Colombia es un país lleno de paradojas: vivimos en medio de una guerra que parece no tener fin, nos acostumbramos a aceptar una sociedad criminalizada en muchos sectores, pero, al mismo tiempo, vivimos como si fuéramos ciudadanos de un primer mundo sin conflictos: apoteosis del consumo y del lujo, con sus secuelas de banalidad, pero también apoteosis de una sociedad que abre zanjas mayores entre ricos y pobres.
Aunque su distancia y enemistad con R. H. Moreno Durán fue pública, ¿qué consideración tiene sobre su obra?
Es una obra importante. Un excelente ensayista, un novelista recursivo y de gran ironía, un hombre de letras que fabricó el azogue de sus espejos a la percepción que tenía de sí mismo.
Opinar en un país de intolerancias y en un periódico como “El Tiempo”, ¿qué riesgos y dificultades le han significado?
Opinar y hacerlo desde El Tiempo, un periódico en muchos sentidos institucional no ha significado más esfuerzo que el de saber dónde está el riesgo, no para eludirlo sino para enfrentarlo con inteligencia. Alguna vez me amenazaron, eso estaba en el menú del columnista. Seguí opinando como si nada hubiera pasado (...). Ni héroe ni villano. Simplemente un escritor con conciencia de época.
Mario Vargas Llosa: ¿escritor políticamente incorrecto o un novelista ejemplar?
Vargas Llosa es un gran escritor de novelas y un hombre liberal de derechas a quien sus novelas volverán insignificantes las posiciones políticas que adoptó en vida.
¿Cuál es el estado de salud de la actual literatura colombiana?
Goza de buena salud, más la poesía que la novela, no porque la nueva novela no ofrezca ejemplos admirables y prometedores, sino porque la industria editorial tiende a inventar cada año a un nuevo genio.
¿Carecemos de una verdadera crítica literaria que trascienda la escueta reseña?
Le amplío la respuesta anterior: lo terrible no es que la industria editorial cumpla el papel de promocionar productos perecederos, sino que los escritores se crean los superlativos de las secciones de mercadeo del libro. La crítica, no es que no exista; permanece confinada en la Academia, pero, al no salir de ese nicho, quienes hacen su agosto son los escritores de reseñas amañadas por los editores. Las editoriales universitarias deberían (en parte lo hacen) llenar los vacíos del mercado mediante reediciones críticas de obras que la industria editorial sepulta o ignora. No importan las tirajes pequeños. Esas ediciones buscarían lectores y no consumidores. Hay atisbos serios en este sentido: editoriales de la Universidad de Antioquia, de Eafit, de la Nacional, de la del Valle, del Externado, en fin, fuera de los circuitos comerciales, están llamadas a responder al vacío de la crítica.
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Collazos falleció en la madrugada del domingo en una clínica de Bogotá.
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El aforismo “la debilidad de los hombres será tu fortaleza”, que en “Batallas en el Monte de Venus”, le enseña la madre a su hija adolescente, ¿devela la complejidad y el “ethos” de la lógica femenina contemporánea?
Es una formulación ética. Al provenir de una madre que “educa” a su hija, se convierte casi en el paradigma “pedagógico” de una época: dinero y éxito fáciles. No diría que es una “lógica femenina contemporánea”, sino la red en la que cae fácilmente la mujer de nuestro tiempo.
Los personajes que desfilan por “Adiós Europa, adiós”, cargan pasados infructuosos, vidas fallidas y un desarraigo que los confina a la desesperanza y la desazón.
En ese libro de cuentos hay dos topografías culturales: la provinciana de mis orígenes, incluso el escenario de la Bogotá actual (en el último cuento) y el desarraigo de aquellos personajes que viven en Europa. No hay desarraigo sin la evocación obsesiva de las raíces, que es lo que hace el pintor Ernesto, muriéndose en París.
Novelas como “La modelo asesinada” y “Batallas en el Monte de Venus”, con aguda perspicacia retratan la sordidez y el advenimiento del culto a lo frívolo.
Una vez le refería a mi amigo Gilles Lipovetsky el tema de esas dos novelas. “Ah, sí, es la ‘era del vacío’”, me dijo. Y lo es: entre la sordidez de las conductas y las superficies que recorren existe ese nuevo culto a la frivolidad, el imperio de un narcisismo que ignora uno de los principios básicos de la modernidad: la solidaridad humana. Para escribir sobre esos temas fue necesario recrear ese universo de formalidades que, en muchos sentidos, sustituyen la solidaridad por el cinismo.
El caso Heberto Padilla, que significó la ruptura del “Boom” latinoamericano con la revolución cubana, ¿qué tanto influyó en el movimiento cultural latinoamericano?
El “caso Padilla” fue un ejemplo de la perversión de las políticas culturales de la revolución, pero también de los escritores que, como Heberto, querían hacerse célebres por medio de una disidencia perfectamente planificada. No es cierto que los escritores del “boom” hayan roto con la Revolución Cubana. Lo hicieron algunos: Carlos Fuentes, Vargas Llosa, etc., pero se quedaron con la revolución García Márquez y Julio Cortázar.
Sus manifiestas posturas y compromisos políticos, ¿son un intento por recuperarle el valor a la intelectualidad en tiempos de autismo y desencanto?
Podría decir que mis “manifiestas posturas y compromisos políticos” pasan por diversas coyunturas y épocas (...). Colombia es un país lleno de paradojas: vivimos en medio de una guerra que parece no tener fin, nos acostumbramos a aceptar una sociedad criminalizada en muchos sectores, pero, al mismo tiempo, vivimos como si fuéramos ciudadanos de un primer mundo sin conflictos: apoteosis del consumo y del lujo, con sus secuelas de banalidad, pero también apoteosis de una sociedad que abre zanjas mayores entre ricos y pobres.
Aunque su distancia y enemistad con R. H. Moreno Durán fue pública, ¿qué consideración tiene sobre su obra?
Es una obra importante. Un excelente ensayista, un novelista recursivo y de gran ironía, un hombre de letras que fabricó el azogue de sus espejos a la percepción que tenía de sí mismo.
Opinar en un país de intolerancias y en un periódico como “El Tiempo”, ¿qué riesgos y dificultades le han significado?
Opinar y hacerlo desde El Tiempo, un periódico en muchos sentidos institucional no ha significado más esfuerzo que el de saber dónde está el riesgo, no para eludirlo sino para enfrentarlo con inteligencia. Alguna vez me amenazaron, eso estaba en el menú del columnista. Seguí opinando como si nada hubiera pasado (...). Ni héroe ni villano. Simplemente un escritor con conciencia de época.
Mario Vargas Llosa: ¿escritor políticamente incorrecto o un novelista ejemplar?
Vargas Llosa es un gran escritor de novelas y un hombre liberal de derechas a quien sus novelas volverán insignificantes las posiciones políticas que adoptó en vida.
¿Cuál es el estado de salud de la actual literatura colombiana?
Goza de buena salud, más la poesía que la novela, no porque la nueva novela no ofrezca ejemplos admirables y prometedores, sino porque la industria editorial tiende a inventar cada año a un nuevo genio.
¿Carecemos de una verdadera crítica literaria que trascienda la escueta reseña?
Le amplío la respuesta anterior: lo terrible no es que la industria editorial cumpla el papel de promocionar productos perecederos, sino que los escritores se crean los superlativos de las secciones de mercadeo del libro. La crítica, no es que no exista; permanece confinada en la Academia, pero, al no salir de ese nicho, quienes hacen su agosto son los escritores de reseñas amañadas por los editores. Las editoriales universitarias deberían (en parte lo hacen) llenar los vacíos del mercado mediante reediciones críticas de obras que la industria editorial sepulta o ignora. No importan las tirajes pequeños. Esas ediciones buscarían lectores y no consumidores. Hay atisbos serios en este sentido: editoriales de la Universidad de Antioquia, de Eafit, de la Nacional, de la del Valle, del Externado, en fin, fuera de los circuitos comerciales, están llamadas a responder al vacío de la crítica.
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Por Marcos Fabián Herrera
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