Sobre Kevin Spacey: ¿hay que dejarlo ser Frank Underwood?
A raíz de las recientes apariciones del exprotagonista de “House of Cards”, las ambigüedades reinan: ¿quién es el que habla? ¿Spacey o Underwood? ¿Y sobre quién habla? ¿Sobre el destino de su personaje o el propio?
Alejandro Virué
El 29 de octubre de 2017 el actor Anthony Rapp denunció públicamente a Kevin Spacey por haber abusado sexualmente de él en una fiesta en 1986, cuando tenía 14 años. Pocas horas después, el entonces protagonista de House of Cards hizo un polémico descargo en Twitter. Luego de manifestar su respeto y admiración por Rapp en tanto actor, confesó sentirse horrorizado al escuchar su historia, la historia de Rapp (“his story”), de la que se excluía a pesar de haberlo tenido como protagonista. Inmediatamente después decía no recordar el hecho, pero aun así pedía disculpas en el caso de que hubiera tenido alguna conducta inapropiada, producto del alcohol.
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El 29 de octubre de 2017 el actor Anthony Rapp denunció públicamente a Kevin Spacey por haber abusado sexualmente de él en una fiesta en 1986, cuando tenía 14 años. Pocas horas después, el entonces protagonista de House of Cards hizo un polémico descargo en Twitter. Luego de manifestar su respeto y admiración por Rapp en tanto actor, confesó sentirse horrorizado al escuchar su historia, la historia de Rapp (“his story”), de la que se excluía a pesar de haberlo tenido como protagonista. Inmediatamente después decía no recordar el hecho, pero aun así pedía disculpas en el caso de que hubiera tenido alguna conducta inapropiada, producto del alcohol.
Eso no fue lo más controvertido de su declaración. La parte más extensa, de hecho, deja de lado la acusación de abuso para desplazarse a su orientación sexual. Recordemos que Rapp, en su denuncia, cuenta que tomó coraje para realizarla luego de las múltiples acusaciones en Hollywood hacia el productor Harvey Weinstein, que desencadenaron el movimiento Me Too. Spacey eligió manifestarse usando la misma frase de su víctima: “Esta historia me ha motivado a abordar otras cosas sobre mi vida” (“This story has encouraged me to address other things about my life”). Curiosa forma de empoderamiento.
La operación fue demasiado evidente. Spacey intentó correr el foco de la denuncia hacia su orientación sexual, o lo que es peor: jugar con una serie de asociaciones de la opinión pública, a la derecha y a la izquierda del espectro político. Los primeros no lo perdonarían, pero podrían encontrar una explicación de sus acciones en su perversión primaria. Los segundos, a partir de cierta empatía con un miembro de una minoría históricamente oprimida, desagraviar sus actos. Ni de un lado ni del otro mordieron el anzuelo. El resultado fue un repudio generalizado a la declaración de Spacey y al oportunismo de su coming out. Lo que siguió lo conocemos: House of Cards le rescindió el contrato y aparecieron otras denuncias del mismo calibre contra el actor, que guardó silencio hasta la Nochebuena de 2018.
El 24 de diciembre, en vísperas de la Navidad y a pocos días del inicio del primer juicio oral como acusado de abuso sexual, Kevin Spacey lanzó un video titulado Let me be Frank. Si no supiéramos nada del derrotero del actor, el video podría ser perfectamente el tráiler de una nueva temporada de la serie. Frank Underwood mira a la cámara y le habla al público, utilizando uno de los recursos que la serie norteamericana explotó a lo largo de sus seis temporadas: el quiebre de la cuarta pared, el pedido de complicidad al espectador.
Después de pasar revista por algunos de los temas de la serie (las fallas de la justicia, la relatividad de la verdad y la falsedad, del bien y del mal), Spacey se calla, piensa, titubea y dice: “No lo vieron”. Las referencias son claras: directamente se refiere a la muerte de su personaje en la serie; indirectamente, a las múltiples acusaciones de abuso sexual que recibió. Esa doble referencia —a la vida ficticia de Underwood, a la real de Spacey— atraviesa todo el video y su efecto es desconcertante.
La apuesta de Spacey no es inmediatamente reducible al tan mentado imperio de la posverdad. Esta se suele asociar con la difusión indiscriminada de noticias falsas que se disputan el terreno de lo real hasta distorsionar el límite entre lo verdadero y lo falso a través de la desconfianza hacia todas las fuentes en las que, hasta hace no tanto, confiábamos.
El video de Spacey parecería, más bien, una búsqueda siniestra de estetizar la existencia. Frank no niega haber cometido abusos. Ni siquiera los menciona, solo se refiere a ellos a partir de una negación: no los vieron. De las múltiples interpretaciones del nombre del video, la más perturbadora es, quizás, la menos evidente: Spacey no pide que le dejen ser franco ni que le permitan continuar trabajando hasta que los casos en los que está involucrado se resuelvan.
Pide, además, que lo juzguemos según los mismos criterios con los que juzgamos a su personaje ficticio, o en otros términos: Frank Underwood nos propone que le permitamos a Kevin Spacey ser como él. A diferencia de su respuesta a Anthony Rapp, en este video Spacey no pretende volver más efectista su defensa sino que se destaque su inteligencia, la única capacidad de los espectadores a la que apela explícitamente en el video.
Y a diferencia, también, del repudio que tuvo la declaración de su condición sexual oportunista de 2017, muchas de las respuestas en redes al video destacaron sus dotes actorales y su originalidad. Juzgaron el video en su dimensión estética, dejando de lado las acusaciones, aceptando el pedido de Frank Underwood de que lo dejen ser Kevin Spacey y a Spacey ser Underwood.
En esta Navidad pasada, siguiendo la estética siniestra del video anterior, Spacey publicó otro saludando a sus espectadores. Las ambigüedades se mantienen: ¿quién es el que habla? ¿Spacey o Underwood? ¿Y sobre quién habla? ¿Sobre el destino de su personaje o el propio? Desde el lado del espectador, la ambigüedad no es menor: Underwood/Spacey hace una propuesta “para que haya más bien en el mundo”, que define más o menos así: ante una agresión, en vez de contraatacar, es mejor “matar con la amabilidad”. Una reversión del clásico poner la otra mejilla.
Quienes le crean a Spacey juzgarán que ese fue su propio curso de acción desde que recibió las acusaciones de abuso. Pero para quienes lo consideran culpable (entre ellos, sus denunciantes) el video adquiere una perversidad insoportable: Underwood/Spacey les estaría pidiendo a sus víctimas que lo ignoren, que pongan la otra mejilla, que sean amables por él en pos de un mundo mejor.