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¿Qué decir del reconocimiento ‘Víctor Nieto a toda una vida’?
El galardón a toda una vida es el regalo más grande y el compendio de un trabajo de casi 50 años. El hecho de que hayan estudiado mi vida y considerado que merezco este reconocimiento, es muy impactante.
¿Cómo ve su profesión después de casi 50 años de carrera?
Considero que nosotros los actores estamos privilegiados, porque con nuestro trabajo y gracias a la tecnología estamos llegando al planeta entero. Esto nos permite mostrar una cara de Colombia y el talento de nuestro país. Además, llegar a gente solitaria, a hospitales y a cárceles.
¿Cuál fue la señal para convertirse en actriz?
Soy actriz por casualidad, era una gran estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional y flautista de conservatorio. Me llamaron para tocar la flauta en una obra de teatro, allí me encontré al papá de mis hijas, acabé mi romance con un flautista famoso que vivía en Europa, me casé a los tres meses y por él me dediqué a la actuación.
¿Qué recuerda de su primer papel en la televisión?
El maestro Bernardo Romero Lozano me vio en teatro y me dijo que era muy buena para que me vieran en salas cerradas y me llevó a televisión y fui la protagonista de la novela La tercera palabra y a los ocho meses gané el primer premio de actriz protagónica.
¿Cuál es el papel que más recuerda?
El de Gertrudis Buenahora, porque es una viejita. A pesar de despistada, era la caridad caminando; siempre tenía para dar y yo digo que cuando alguien es generoso, siempre tiene para dar y le sobra.
El consejo para los nuevos actores.
Paciencia y un gran sentido del humor. Que hagan como yo, no usen reloj, ni estén contando las horas en una grabación, que entiendan que un actor no tiene reemplazo.
¿Le falta algún papel por interpretar?
No, ninguno. Me he encariñado mucho con los papeles que he hecho, me pasa que a veces se me complica soltar los papeles luego de la grabación.
El secreto para el éxito en esta profesión.
Recomiendo mucho la humildad, porque nosotros nos debemos al público. A mí me avergüenza que me pidan autógrafos, porque cuando yo pedía autógrafos era a Stravinsky, gente dura de verdad. Cuando yo doy uno, se me olvida y pongo el número de la cédula debajo.
¿Qué otra profesión hubiera ejercido?
Flautista, concertista de música clásica recorriendo como solista el mundo.
¿Hubiera sido igual de feliz?
Claro, la diferencia hubiera sido que con esa profesión hubiera llegado a un público especifico. Lo que me permitió la actuación fue llegar a todos los hogares del mundo.
¿Para qué le sirvieron los conocimientos de arquitectura?
La arquitectura es otro arte que se conjuga con la actuación y permite una exploración de la escenografía y de los espacios donde se va a grabar.
¿Cómo fue su paso por el manicomio?
Dantescamente maravilloso. Tuve fracturas de cráneo severas, la masa cerebral se me estaba saliendo por el oído derecho, parte del oído lo perdí porque la Virgen me habló. No creo en los tratamientos siquiátricos, ni en las medicinas.
¿La vida debe tener un ingrediente de locura?
Sí, a veces debe ser aburridora una vida tan recta. Es mejor ir en contravía de tanta organización.
¿Qué le pide a la Virgen?
Por los que no saben rezar, por los que no conocen a Dios, por Él.
¿Qué le falta por hacer?
Quiero que mi nieto sea sacerdote y que sea él quien me dé la extremaunción.
Una anécdota.
Yo iba a ancianatos a dar conciertos de flauta y un día las monjitas me pidieron que no volviera porque los viejitos se emocionaban mucho al verme y al tenerme tan cerca. Ellos son como niños y no manejan los esfínteres y se ensucian.