Stephanía Duque, una diseñadora con el alma en la actuación
Conquistó la pasarela cuando estaba en el colegio, en transición. Mientras estudiaba en la universidad, el modelaje y la actuación la ayudaron a pagar sus estudios, y al terminar las materias llegó a su vida el primer personaje de reparto en una serie de televisión.
El Espectador
Estudió diseño industrial, pero ahora es actriz...
Cuando estaba en el colegio ya grababa comerciales, hacía cosas de modelaje y desfiles. Había querido estudiar artes escénicas, pero tenía mucho miedo porque estando en el medio sabía que hay muchos actores en Colombia que no tienen trabajo. Pensé qué otra cosa me gustaba. Siempre he querido crear mi propia empresa; todavía no la tengo y espero tenerla en algún momento. Me gustan mucho la creatividad y las artes.
¿Esa carrera no la apasionaba tanto como la actuación?
Durante la carrera le cogí mucho amor al diseño industria y terminé el pregrado. Mi meta siempre ha sido acabar lo que comienzo. Era una inversión de tiempo y esfuerzo. Al finalizar las materias, el regalo de Dios fue ganarme el casting de Sin senos. Fue mi primer papel grande, de reparto.
Justo en el momento que podía comenzar este proyecto, porque había acabado la carrera.
Fue maravilloso. Creo que premió el esfuerzo, porque mientras estudiaba diseño industrial lo alternaba con talleres actorales y el grupo de teatro de la universidad. Nunca me quedé quieta y siempre me esforcé por hacer esas dos cosas bien.
Es Mariana en “Sin tetas sí hay paraíso”. ¿Cómo fue al “casting”?
Había presentado casting para la primera temporada, para Catalina la pequeña. Estaba muy ilusionada, sentía que Catalina tenía que ser yo. Me di cuenta de que no era para mí, de que había una persona supertalentosa que tenía el personaje y que las cosas no llegan así de fácil. Un año después presenté casting para un personaje de la serie que se llamaba Claudia, pero me vieron en el perfil de Mariana. Llegué a pruebas de vestuario y de maquillaje sin saber cómo se llamaba mi personaje y qué hacía dentro de la serie.
Mariana es un personaje que mucha gente odia.
Sí, es muy odiosa. Es una chica muy rebelde, voluntariosa, caprichosa, calculadora. Se le insinúa al novio de Catalina, desde que lo conoce lo ve con ojos de deseo.
Tuvo que tinturarse el pelo para el personaje de Mariana. ¿Fue duro para usted cambiar el color de su cabello a rosado?
Tenía muy claro que para un personaje haría lo que fuera necesario, porque estoy haciendo lo que amo, por eso no fue del todo un reto. Siempre había sido supercansona por el tema del cabello, me lo cuidaba mucho. Mi mamá es estilista y la molestaba para que no me lo cortara mucho. Cuando me dijeron que me lo pintarían de rosado sentí que la vida me estaba cobrando todo lo odiosa que fui con mi mamá pidiéndole que no me molestara el cabello.
¿Por qué le dicen Pepa?
Es una historia larga. Un primo me decía así cuando estaba pequeña; jamás entendí por qué lo hacía. Luego, a la peluquería de mi mamá llegó un niño muy pequeño que tenía la lengua enredada y me decía Pepa porque no podía pronunciar Estefanía. Un representante de modelaje escuchó ese apodo y le gustó la forma como sonaba. Por eso quedé como Pepa Duque. Algunos me conocieron con ese apodo.
¿A qué edad comenzó a modelar?
Desde que estaba en transición desfilaba en el colegio y hacía muestras de baile. Siempre me gustó la puesta en escena. Pero he trabajado en esto desde los 17 años.
¿En esa época su mamá la impulsó a que siguiera en el mundo del modelaje?
Mi mamá siempre me apoyó. El que no estuvo muy de acuerdo en un principio fue mi papá, porque se ha estigmatizado un poco el rol de la modelo. Con el tiempo, al ver que seguía con mi estudio, que me gustaba y era una forma de ganarme la vida, lo aceptó y ahora le encanta.
Estudió diseño industrial, pero ahora es actriz...
Cuando estaba en el colegio ya grababa comerciales, hacía cosas de modelaje y desfiles. Había querido estudiar artes escénicas, pero tenía mucho miedo porque estando en el medio sabía que hay muchos actores en Colombia que no tienen trabajo. Pensé qué otra cosa me gustaba. Siempre he querido crear mi propia empresa; todavía no la tengo y espero tenerla en algún momento. Me gustan mucho la creatividad y las artes.
¿Esa carrera no la apasionaba tanto como la actuación?
Durante la carrera le cogí mucho amor al diseño industria y terminé el pregrado. Mi meta siempre ha sido acabar lo que comienzo. Era una inversión de tiempo y esfuerzo. Al finalizar las materias, el regalo de Dios fue ganarme el casting de Sin senos. Fue mi primer papel grande, de reparto.
Justo en el momento que podía comenzar este proyecto, porque había acabado la carrera.
Fue maravilloso. Creo que premió el esfuerzo, porque mientras estudiaba diseño industrial lo alternaba con talleres actorales y el grupo de teatro de la universidad. Nunca me quedé quieta y siempre me esforcé por hacer esas dos cosas bien.
Es Mariana en “Sin tetas sí hay paraíso”. ¿Cómo fue al “casting”?
Había presentado casting para la primera temporada, para Catalina la pequeña. Estaba muy ilusionada, sentía que Catalina tenía que ser yo. Me di cuenta de que no era para mí, de que había una persona supertalentosa que tenía el personaje y que las cosas no llegan así de fácil. Un año después presenté casting para un personaje de la serie que se llamaba Claudia, pero me vieron en el perfil de Mariana. Llegué a pruebas de vestuario y de maquillaje sin saber cómo se llamaba mi personaje y qué hacía dentro de la serie.
Mariana es un personaje que mucha gente odia.
Sí, es muy odiosa. Es una chica muy rebelde, voluntariosa, caprichosa, calculadora. Se le insinúa al novio de Catalina, desde que lo conoce lo ve con ojos de deseo.
Tuvo que tinturarse el pelo para el personaje de Mariana. ¿Fue duro para usted cambiar el color de su cabello a rosado?
Tenía muy claro que para un personaje haría lo que fuera necesario, porque estoy haciendo lo que amo, por eso no fue del todo un reto. Siempre había sido supercansona por el tema del cabello, me lo cuidaba mucho. Mi mamá es estilista y la molestaba para que no me lo cortara mucho. Cuando me dijeron que me lo pintarían de rosado sentí que la vida me estaba cobrando todo lo odiosa que fui con mi mamá pidiéndole que no me molestara el cabello.
¿Por qué le dicen Pepa?
Es una historia larga. Un primo me decía así cuando estaba pequeña; jamás entendí por qué lo hacía. Luego, a la peluquería de mi mamá llegó un niño muy pequeño que tenía la lengua enredada y me decía Pepa porque no podía pronunciar Estefanía. Un representante de modelaje escuchó ese apodo y le gustó la forma como sonaba. Por eso quedé como Pepa Duque. Algunos me conocieron con ese apodo.
¿A qué edad comenzó a modelar?
Desde que estaba en transición desfilaba en el colegio y hacía muestras de baile. Siempre me gustó la puesta en escena. Pero he trabajado en esto desde los 17 años.
¿En esa época su mamá la impulsó a que siguiera en el mundo del modelaje?
Mi mamá siempre me apoyó. El que no estuvo muy de acuerdo en un principio fue mi papá, porque se ha estigmatizado un poco el rol de la modelo. Con el tiempo, al ver que seguía con mi estudio, que me gustaba y era una forma de ganarme la vida, lo aceptó y ahora le encanta.