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Un apasionado de la radio

Para este periodista con más de 30 años de trayectoria, Blu Radio, que cumple un año al aire, nació en un momento histórico para el país. Proceso de paz, protestas y reformas, asuntos que han alimentado el modelo de debate en ese medio.

El Espectador
05 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.
Néstor Morales solía dibujar retratos detrás de los libretos, una de sus grandes pasiones. Ahora, en Blu, ya no tiene tiempo ni cabeza para hacerlo. / Gustavo Torrijos
Néstor Morales solía dibujar retratos detrás de los libretos, una de sus grandes pasiones. Ahora, en Blu, ya no tiene tiempo ni cabeza para hacerlo. / Gustavo Torrijos
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¿Cómo se define en su carrera profesional?

Soy, en la mayoría de las cosas, un tipo bastante elemental. Lo único que tengo arraigado es la pasión por el trabajo. Creo que la labor del periodista tiene altas dosis de poesía, en el sentido que uno va tras una utopía que es la verdad y la transparencia, conceptos que no son fáciles de acoplar al mundo de hoy.

Usted ha pasado por varios medios: prensa, radio y televisión, ¿cuál es el que más le apasiona?

Sin duda la radio. La televisión me parece un poco ficticia, irreal. Tiene buena dosis de impostura, de maquillaje. La radio, por el contrario, lo desnuda a uno. En ella uno no puede ser diferente a lo que es. Es un poco más auténtica en ese sentido, más cálida, permite mayor cantidad de juegos con los oyentes y con uno mismo.

¿Y su etapa como docente?

La docencia la interrumpo de vez en cuando, pues suele ser una permanente frustración porque el nivel académico me parece casi siempre mediocre, incluso en los estudiantes de posgrado. Hay una cierta complacencia con la mediocridad y no he podido convivir con ella.

En ese sentido, ¿cuál debería ser entonces el rol de la academia frente a los debates y la opinión de lo público?

La academia en el periodismo no existe. En la inmensa mayoría de las facultades los estudiantes salen mal preparados. En las facultades de Medicina, como hay muerto, se preocupan, pero aquí como no lo hay, nos despreocupamos, no hay responsabilidad ni compromiso con el oficio y eso se nota en la misma práctica profesional.

Entonces, ¿cómo se debería formar un buen periodista?

Lo que deberían es clausurar las facultades de comunicación. Pienso que quien quiera dedicarse a ese oficio debería estudiar Derecho, Ciencia Política, Economía, Antropología. Tendríamos mejores periodistas. Si hoy pudiera escoger seguiría siendo periodista, pero no hubiera escogido el camino de la comunicación social, porque es fofo, desnutrido, sin gracia, ambivalente.

¿Cómo son sus rutinas de información?

Vivo de hablar con mis colegas, con las fuentes. Tengo que estar obsesionado con la información. Estoy todo el tiempo consultando el teléfono o el iPad. Poseo la virtud de desconectarme los fines de semana. Es un poco de salud mental, además muy necesaria.

¿Todavía dibuja caricaturas detrás de los libretos cuando está al aire?

(Risas) Creo que soy un pintor frustrado y malo. En Hora 20 dibujaba bocetos de los panelistas, hacía garabatos. Aquí no tengo tiempo ni cabeza. Estoy pendiente de la forma, del contenido. La radio de la mañana es muy diferente a la de la tarde.

¿Cómo hace para capotear a los ‘lagartos’ que siempre llaman para sonar?

Atender lagartos y otros animales es parte del trabajo y lo hago con cierto gusto, porque entiendo que esto no es sólo placer, sino que hay ciertas responsabilidades. Quisiera decir que les doy una patada, pero no. Y no lo veo tanto como un ejercicio de lagartería, sino como parte natural del ejercicio de la comunicación.

¿Cuál debate recuerda especialmente?

La gracia de vivir en Colombia es que todos los días hay un debate interesante. Y en Blu, que estamos cumpliendo un año, nos ha tocado un momento histórico muy importante: el proceso de paz con defensores y detractores, procurador contra fiscal, la contralora contra el resto del mundo, debates de temas sociales alrededor del aborto, las drogas, San Andrés. Hay insumos para defender el modelo de debate que hay en Blu.

En el debate y la opinión hay una postura clara, ¿cómo hace para lograr que éstos, al final, sean imparciales?

Intento alimentar el debate y que en él participen chispas de diferentes sectores políticos: hay gordos, bajitos, hombres, mujeres, de derecha e izquierda. La magia de los debates está en encontrar sectores representativos para que no sean una discusión de yo con yo.

En términos de radio, ¿se puede decir que todo tiempo pasado fue mejor o cómo estamos hoy?

Le debemos un reconocimiento muy grande a la gente que sentó las bases de la radio. Pero lo que ha pasado después es la prueba de que heredamos con cierta dignidad esa antorcha.

Por El Espectador

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