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En 60 años de televisión en Colombia, son muchos los personajes y sucesos por recordar. Varias generaciones han crecido viendo telenovelas, concursos, películas comedias o noticieros, pero no muchos conocen la trasescena de estos exitosos espacios. Por eso hacía falta una obra como Bestiario de la televisión colombiana, escrito a seis manos por los periodistas Luz Martínez, Federico Arango y Nicolás Samper. Un libro para acordarse de ciertas anécdotas que ya estaban olvidadas o saber de otras que estaban pasando de agache.
El día en el que, el hoy famoso locutor, Marco Aurelio Álvarez debutó como actor, con papel protagónico, en un capítulo del programa Dialogando, en los años 80. Encarnó a un desempleado que para sortear una mala racha, abrió en su garaje un consultorio de ocultismo. Algo similar al estreno de la periodista Deysa Rayo huyendo de maleantes en Siguiendo el rastro, o el excampeón mundial de boxeo, Miguel Happy Lora, cuando apareció en Dejémonos de vainas, ¿Por qué mataron a Betty? o el reality de La Granja.
Además, los autores del libro se tomaron el trabajo de seleccionar frases insólitas, dichas al aire, y algunas son de remembranza. Por ejemplo, la del presentador y animador Saúl García, para responder a un concursante que aspiraba a ganarse una platica en Guerra de estrellas. La pregunta era: ¿Hombre que come hombre? El concursante, sin muchas prevenciones, contestó: “Cacorro”. Con atributos de repentista, Saúl García manifestó: “Es caníbal, pero se la valgo. O la del actor Rodrigo Obregón, “Quise escapar de la fama de mis padres”.
En otro capítulo del entretenido libro se concluye que hay momentos de emisión que dejan huella. Como la renuncia al aire del periodista y presentador del Noticiero de las 7, José Pardo Llada, con una sucinta frase: “Ya me cansé”. O el desliz de la presentadora Tatiana Ariza cuando Yamid Amat dirigía el Noticiero Caracol y promovía una campaña para ayudar a una niña a quien su madre había quemado las manos por apropiarse de $200. Ella tomó el regalo más grande y le dijo a la niña: “Ábrelo”. La única frase que no podía ni debía decir.
De manera acertada, Bestiario de la televisión colombiana designa al seriado Los Cuervos como nuestro Poltergeist criollo. La obra de Julio Jiménez fue como una maldición: primero se murió Adolfo Blum. Luego siguió Betty Rolando. Ambos en accidentes de tránsito. O como no acordarse del día en que Antonio Navarro se coló al debate televisivo que adelantaban en 1994 los candidatos Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Nunca se supo, pero el libro cuenta que a Navarro le ayudó una unidad élite de Acotv y fue el gran ganador del debate.
Por una falla en el fluido eléctrico, el ejercicio de improvisación más largo de la televisión colombiana, protagonizado por Pilar Castaño durante la emisión del Reinado Nacional de la Belleza en 1990. El insulto más aplaudido de nuestra pantalla chica, pronunciado por el periodista y presentador deportivo César Augusto Londoño, cuando concluyó su sección y acongojado porque ese día 13 de agosto de 1999 había sido asesinado en Bogotá Jaime Garzón, cerró con una frase memorable: “Hasta aquí los deportes... ¡país de mierda¡”.
Un libro para revivir 60 años de televidentes, que nunca vieron al aire el Telectrónico, El cuchiflí, El computador del millón, La bocina de Carlina, La chicharra de José Fernández Gómez, u otros tantos cachivaches de la industria colombiana que sirvieron para sacar de apremios a los protagonistas. Las series que prometieron mucho pero cumplieron poco, algunas adaptaciones extranjeras que nunca pegaron. Las piernas más costosas de Colombia, la censura en medio de los escándalos, los enamorados de la televisión.
De todo un poco para recordar. De pies a cabeza, el Guri Guri que quiso ser nuestro Alf colombiano, la misteriosa muerte del músico Jimmy Salcedo, el asesinato del recordado Sietemujeres, Jaime Saldarriaga, la niña Mencha, Don Chinche, Pacheco, la nena Tuta, y de colofón una síntesis fraseada de la televisión en 60 años. Cuánto costó el primer televisor, los primeros sueldos, el nacimiento de Inravisión, la era del color, la transmisión del alunizaje, las vueltas de Yo y tu, un buen aporte a la memoria de la mayor entretención de los colombianos.