No se graduó de la universidad, ¿esa platica se perdió?
Sí, después de ocho semestres de derecho y un año más en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, decidí que lo mío era la actuación.
¿Pero de algo le ha servido lo que aprendió?
Claro, el estudio le deja a uno bases, se lee mucho. Del derecho me sirve la hermenéutica jurídica, que es la interpretación de las leyes, pues en la actuación la interpretación de los textos ayuda a que se construya un personaje.
¿Y qué le quedó de su paso por la Policía?
Todas las experiencias de la vida les sirven a los actores y les ayudan a enriquecer los personajes que hacen. La Policía me dejó la disciplina y el orden, soy psicorrígido con eso.
¿Cómo comenzó en la actuación?
Hace como 16 años, con el grupo de teatro de la Universidad Libre, en donde me di cuenta de que era mejor ser actor que trabajar.
¿Y por qué llegó a la televisión?
Porque conocí a Humberto Rivera, uno de los jefes de casting más importantes de la TV, y él me acercó al medio, cuando ya llevaba tres años haciendo teatro.
¿Cuál fue su primer papel en la televisión?
El jardinero de la novela En cuerpo ajeno, aunque casi siempre se me veían sólo las botas.
¿Un actor nace o se hace?
Nace, la academia y el estudio hacen que el instinto que hay dentro de uno se desarrolle y uno aprenda a ser polifacético, pero si no se tiene la destreza, uno puede estudiar todo lo que quiera y termina siendo un actor malo, como Rodrigo Obregón.
¿Quién es el mejor actor del mundo?
Sean Penn y Daniel D. Lewis son muy buenos; entre los colombianos están Edgardo Román, Julio Medina, Juan Carlos Vargas, Róbinson Díaz y Élkin Díaz.
¿Y actrices?
Internacional, Nicole Kidman; entre las nacionales, Flora Martínez, Alina Lozano y Teresa Gutiérrez, un ejemplo como artista y como mujer.
¿Qué papel le gustaría interpretar?
He querido hacer de galán, pero no he podido, soy muy bajito y la talla no me da. Me gusta mucho la comedia y me divierten los papeles que hacen reír a la gente.
¿Cuáles son los más difíciles?
He hecho de asesino, que es muy exigente por la psicología y la investigación que hay que hacer para preparar el personaje.
¿Y cuál nunca interpretaría?
Un actor debe estar dispuesto a hacer lo que sea. Eso me enseñó el derecho. Un abogado no escoge cliente y un actor no escoge personaje.
¿Qué papel recuerda más?
El de Pocalucha, en La Caponera. Fue muy bonito porque se ganó el cariño de la gente, que lo identificó con muchas personas en Colombia. Era el Sancho Panza del protagonista.
Y en la vida real, ¿usted es un pocalucha?
A mí me toca luchar demasiado, me divierto, pero lucho.
¿Hay rosca en la televisión?
Sí, como en todos los medios, pero la rosca también va seleccionando lo mejor. El que no es bueno, se queda un tiempito, pero después se va.
¿Qué le falta a la TV colombiana?
En este momento, técnica. Económicamente está muy bien, los que están mal son los artistas y los que trabajan en el medio.
¿Por qué?
Porque no tienen seguridad social estable y salarios dignos. A la televisión le falta humanizarse un poco.
Y a los actores unirse...
En eso se ha mejorado un poco, hay artistas que están liderando proyectos para reclamar nuestros derechos, pero los ven como sindicalistas y eso dificulta todo.
¿Actúa en la vida real?
Más poquito de lo que actúo en la televisión, porque se pierde la energía, es algo desgastante.
¿Cuál es su placer secreto?
Rumbear, pero no es secreto.
¿Y qué mujer lo perturba?
Todas las que he tenido me han perturbado.
¿Y una que no haya tenido?
Amparito Grisales.
¿Qué planes tiene para el futuro?
Escribir guiones para cine y televisión, porque no lo he hecho con el profesionalismo y el respeto que se debe; apenas estoy conociendo la técnica, pero creo que tengo el instinto y la habilidad para hacerlo.