Víctor Tarazona, detrás de la improvisación
El actor colombiano dirige la obra “El hostal”, un viaje en el que el público también será el personaje principal. Junto a Chichila Navia, Marisol Correa, Tiberio Cruz y Santiago Cottone, el espectáculo teatral hará que actores y espectadores construyan historias improvisadas nunca antes vistas. Estará en temporada del 28 de abril al 1.° de julio en La Tribu Art Club.
“El hostal” es una obra que ya ha sido presentada varias veces, ¿cómo nació esta historia?
La idea surgió porque Daniel Calderón me insistió mucho para hacer un formato de improvisación. En ese momento quería hacer una obra focalizada en la actuación y la narrativa, por eso creé este formato pensando en hacerlo únicamente con actores y actrices que no tuvieran necesariamente formación en este campo, pero sí que tuviesen un recorrido amplio. Esto es improvisación teatral engranada con una narrativa más profunda y un nivel de actuación poderoso para presentar una obra elaborada, desde ahí nace la premisa de querer un equipo sólido.
¿Por qué esa búsqueda?
Siento que la búsqueda de la improvisación genera en las personas que la hacen una amplitud creativa muy interesante, pero, como es un entrenamiento tan específico, frente a la improvisación se deja en segundo plano a la actuación la mayoría de las veces, y sentía que necesitaba más verdad en la escena, quería más conexión emocional frente a lo que estaba viendo. Mi intención era conectar realmente con el público y que todos pudieran sentir un viaje de un personaje y el arco del mismo alrededor de la historia. Esto se da con actores que han tenido un proceso largo.
¿Siente que esa conexión con el público se ha logrado?
Claro, es increíble trabajar con los actores y actrices que mencioné anteriormente, porque ya tienen integrado el interpretar; a eso se le suma la libertad que ellos tienen al momento de crear personajes en vivo y en directo, la conexión que se logra es muy hermosa. El nivel de potencia que ha tenido El hostal tiene que ver con este engranaje entre los actores y el formato.
¿Cómo ha sido para usted esta experiencia?, ¿también se ha conectado con el público?
Definitivamente, en todos los ensayos siento esa conexión. De las cosas más gratificantes que me ha dejado El hostal ha sido el proceso que han tenido los actores y actrices. La confrontación que tienen frente a un formato como este es muy grande, porque el nivel de juicio de valor que tiene una persona siempre está ahí. Para un actor que ya tiene la experiencia suficiente, esto es un salto al vacío constante, y para mí, verlos asumiendo este reto con todo y miedo significa mucho.
La obra se desarrolla en cuatro espacios: habitación, spa y salón de juegos, ¿por qué eligió estos lugares tan cotidianos?
Lo que pensé fue que la improvisación de todo lo que sucede dentro de cualquiera de estos espacios va a fluir de acuerdo a lo que pase entre los actores, pero la idea era enmarcar la improvisación en un contexto específico que es el hostal. Pensando en lugares que sean comunes en un hostal, decidimos que estos serían los más adecuados. Queríamos jugar con el arte del lugar y también con los actores que hacen parte de esta obra, porque todo es nuevo para ellos, por eso les ponemos objetos distintos en cada función, para que se sorprendan y jueguen con lo que sucede allí. Ellos suponen que saben cómo es la habitación, pero se van a encontrar con algunas diferencias.
¿Cómo cree que la participación del público beneficia la historia?
Hay una cosa muy hermosa con este tipo de formatos y es que tanto los actores como el público están creando la historia en vivo, porque tú estás tejiéndola junto a los demás y se convierte en una especie de trabajo en equipo. Es un espectáculo único que además no se volverá a repetir, y se potencia porque el público de cada función es distinto, los actores también lo son, y esa relación entre público y actores genera ese producto final.
¿Qué patrones repetitivos ha identificado en el público en las funciones que ya se han hecho?
Creo que el público siempre llega a este punto de una relación, y lo bueno de esto es que los improvisadores toman esto como base y es un motor de inspiración, pero lo pueden transformar. Esto tiene que ver con lo que no se dice normalmente, así que el público llega a El hostal con ese deseo de poder ver cosas que pasan desapercibidas, y a medida que pasa el tiempo también quieren poner en aprietos a los improvisadores, quieren retarlos.
¿Considera que esta obra va más allá del entretenimiento?
Sí, aquí prima la conexión emocional, porque el público además de entretenerse y divertirse puede llegar a estados emocionales muy lindos y honestos, porque los actores van a vivir todo un trayecto de personajes, de historias... ellos viven el viaje de cada actor durante toda la obra.
“El hostal” es una obra que ya ha sido presentada varias veces, ¿cómo nació esta historia?
La idea surgió porque Daniel Calderón me insistió mucho para hacer un formato de improvisación. En ese momento quería hacer una obra focalizada en la actuación y la narrativa, por eso creé este formato pensando en hacerlo únicamente con actores y actrices que no tuvieran necesariamente formación en este campo, pero sí que tuviesen un recorrido amplio. Esto es improvisación teatral engranada con una narrativa más profunda y un nivel de actuación poderoso para presentar una obra elaborada, desde ahí nace la premisa de querer un equipo sólido.
¿Por qué esa búsqueda?
Siento que la búsqueda de la improvisación genera en las personas que la hacen una amplitud creativa muy interesante, pero, como es un entrenamiento tan específico, frente a la improvisación se deja en segundo plano a la actuación la mayoría de las veces, y sentía que necesitaba más verdad en la escena, quería más conexión emocional frente a lo que estaba viendo. Mi intención era conectar realmente con el público y que todos pudieran sentir un viaje de un personaje y el arco del mismo alrededor de la historia. Esto se da con actores que han tenido un proceso largo.
¿Siente que esa conexión con el público se ha logrado?
Claro, es increíble trabajar con los actores y actrices que mencioné anteriormente, porque ya tienen integrado el interpretar; a eso se le suma la libertad que ellos tienen al momento de crear personajes en vivo y en directo, la conexión que se logra es muy hermosa. El nivel de potencia que ha tenido El hostal tiene que ver con este engranaje entre los actores y el formato.
¿Cómo ha sido para usted esta experiencia?, ¿también se ha conectado con el público?
Definitivamente, en todos los ensayos siento esa conexión. De las cosas más gratificantes que me ha dejado El hostal ha sido el proceso que han tenido los actores y actrices. La confrontación que tienen frente a un formato como este es muy grande, porque el nivel de juicio de valor que tiene una persona siempre está ahí. Para un actor que ya tiene la experiencia suficiente, esto es un salto al vacío constante, y para mí, verlos asumiendo este reto con todo y miedo significa mucho.
La obra se desarrolla en cuatro espacios: habitación, spa y salón de juegos, ¿por qué eligió estos lugares tan cotidianos?
Lo que pensé fue que la improvisación de todo lo que sucede dentro de cualquiera de estos espacios va a fluir de acuerdo a lo que pase entre los actores, pero la idea era enmarcar la improvisación en un contexto específico que es el hostal. Pensando en lugares que sean comunes en un hostal, decidimos que estos serían los más adecuados. Queríamos jugar con el arte del lugar y también con los actores que hacen parte de esta obra, porque todo es nuevo para ellos, por eso les ponemos objetos distintos en cada función, para que se sorprendan y jueguen con lo que sucede allí. Ellos suponen que saben cómo es la habitación, pero se van a encontrar con algunas diferencias.
¿Cómo cree que la participación del público beneficia la historia?
Hay una cosa muy hermosa con este tipo de formatos y es que tanto los actores como el público están creando la historia en vivo, porque tú estás tejiéndola junto a los demás y se convierte en una especie de trabajo en equipo. Es un espectáculo único que además no se volverá a repetir, y se potencia porque el público de cada función es distinto, los actores también lo son, y esa relación entre público y actores genera ese producto final.
¿Qué patrones repetitivos ha identificado en el público en las funciones que ya se han hecho?
Creo que el público siempre llega a este punto de una relación, y lo bueno de esto es que los improvisadores toman esto como base y es un motor de inspiración, pero lo pueden transformar. Esto tiene que ver con lo que no se dice normalmente, así que el público llega a El hostal con ese deseo de poder ver cosas que pasan desapercibidas, y a medida que pasa el tiempo también quieren poner en aprietos a los improvisadores, quieren retarlos.
¿Considera que esta obra va más allá del entretenimiento?
Sí, aquí prima la conexión emocional, porque el público además de entretenerse y divertirse puede llegar a estados emocionales muy lindos y honestos, porque los actores van a vivir todo un trayecto de personajes, de historias... ellos viven el viaje de cada actor durante toda la obra.