Vladimir Torres Ramírez: “Hay que minimizar los riesgos en el consumo de drogas”
Hasta el 16 de marzo, con el auspicio de la Universidad de los Andes y de la fundación Ponte en mi Lugar, este psicólogo expondrá “La parafernalia del consumo”, en el edificio Santo Domingo de ese claustro, en Bogotá.
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¿Cuál es su objetivo con esta exposición?
Generar reflexión sobre la peligrosidad de los materiales con los cuales se consumen drogas en Colombia y mostrar que el usuario de droga es un ser humano enfermo que requiere atención, que no se debe dejar en el olvido, porque ya existen políticas de salud pública que permiten llevar una mejor calidad de vida. Por eso la muestra es un recorrido de los elementos que hay en este momento para preservar la vida del usuario y evitar la transmisión de enfermedades y su muerte.
¿Qué encontrará el visitante en esa muestra alojada en la Universidad de los Andes?
Una exposición de las 66 piezas más representativas que les sirven a los usuarios para consumir las diversas sustancias psicoactivas, como las tradicionales pipas hechas con elementos sacados de la basura, entre ellas la que está fabricada con un tatuco de PVC, el tubo de un lapicero o con partes de jeringas ya utilizadas. La muestra es un recorrido académico, histórico y formativo, donde vamos a dar información científica acerca de las políticas de reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas. Se trata de una construcción de saber con personas que llevaban años en el consumo de sustancias, para comprender que el usuario de droga es un enfermo que requiere atención. También vamos a hacer un recorrido por las maneras como están consumiendo hoy los universitarios y los colegiales, como el famoso tapazo o las balas que usan ellos. Encontraremos los procesos que se han hecho en Europa para la elaboración de “kits” desde 1990, tanto para fumar como para consumir drogas por vía intravenosa.
¿Parafernalia solo en Bogotá o en todo el país?
El consumo de drogas abarca a todo el país y el mundo, hay muchas sustancias muy comunes que se consumen en el mundo, pero el estudio y la recolección de estos elementos se centró en Bogotá y en París (Francia), donde hallamos elementos científicos muy bien diseñados y estudiados para la implementación del consumo de las sustancias psicoactivas con el fin de minimizar todos los daños asociados a este tipo de sustancias.
¿Qué similitudes o diferencias halló entre Bogotá y París en cuanto al consumo de drogas o el comportamiento de los usuarios?
Hay diferencias importantes, porque en Europa hay mucha tecnología y políticas definidas y muy humanas frente al consumo, que es lo que en Colombia no tenemos. Por ejemplo, aquí los olvidados que están en la calle tienen problemas por su enfermedad producida por el consumo de la sustancia, por la habitabilidad, adaptación, rechazo social y discriminación. No solamente es darles la dormida, sino que hay unos procesos de resocialización por medio de trabajadores sociales y abogados que, en Francia, los defienden en denuncias por abandono de hogar y situaciones particulares.
Hay también una formación en talleres para recobrar ese vínculo familiar.¿Como es ese proceso en Colombia?
Aquí tenemos los hogares de paso, día y noche, que son dormitorios, y algunas remisiones a tratamientos terapéuticos en internados que pueden durar de seis meses a un año por cada persona que entra a ese proceso. Desafortunadamente, los elementos que ellos emplean aquí en Colombia para consumo de las sustancias son hechos con materiales reciclados o extraídos de la basura. En Europa esos elementos que se destinan para esta población son hechos por laboratorios clínicos y los usuarios pueden modificar su kit.
¿Como afecta al consumidor el uso de elementos fabricados a partir de desechos y jeringas usadas?
Muchos consumidores, por ejemplo, tienen pérdida de piezas dentales y problemas bucales, y cuando se intercambian las pipas hay alta posibilidad de contagios de hongos y bacterias. El intercambio de jeringas para consumo por vía intravenosa aumenta los riesgos por la probabilidad de contagio de enfermedades letales como el sida.
Es posible cuestionar la exposición en el sentido de que podría creerse que usted, en lugar de buscar evitar el consumo, estaría haciéndole apología.
De ninguna manera. Se trata de mostrarle al país que hay unos elementos que nos sirven para tener un consumo higiénico para evitar enfermedades de alto costo, como el sida, la tuberculosis o la hepatitis C, que son de fácil contagio. Cuando entendamos que los usuarios de drogas son enfermos y que debemos diseñarles políticas públicas para beneficiar el amor y el autocuidado, veremos que no es ningún tipo de apología al consumo. Nuestra sociedad debe dejar de ser hipócrita y aceptar que los problemas de consumo de droga son muy altos y van en aumento en nuestro país en cuanto al consumo de sustancias psicoactivas. Al final, de lo que se trata es de minimizar los riesgos en el consumo de drogas.
¿Cómo surgió su inquietud por este tema?
Por una sencilla razón. En el proceso de trabajo de calle en el Cartucho, por allá en 1998, la seguridad la manejaban los famosos campaneros. A raíz de la muerte de uno de ellos, a quien apreciábamos mucho, su compañera sentimental me regaló la pipa de él. A partir de ahí nació la inquietud de guardar elementos de esta población como pipas, cuchillos, dijes y cadenitas, y luego empecé a recoger las marcas y las formas como vienen empacadas las sustancias. Y se trabajó en la consecución de los elementos cuyas piezas más representativas podrán ver los visitantes en la exposición.
¿Cuáles son las sustancias más consumidas en Colombia?
En primer lugar la marihuana, segundo la cocaína y después el bazuco (para el olvidado de la calle el primer lugar lo ocupa el bazuco), éxtasis y en quinto lugar la heroína. Hay que tener presente el policonsumo que hay en la población de usuarios de droga.
¿Cuál es su objetivo con esta exposición?
Generar reflexión sobre la peligrosidad de los materiales con los cuales se consumen drogas en Colombia y mostrar que el usuario de droga es un ser humano enfermo que requiere atención, que no se debe dejar en el olvido, porque ya existen políticas de salud pública que permiten llevar una mejor calidad de vida. Por eso la muestra es un recorrido de los elementos que hay en este momento para preservar la vida del usuario y evitar la transmisión de enfermedades y su muerte.
¿Qué encontrará el visitante en esa muestra alojada en la Universidad de los Andes?
Una exposición de las 66 piezas más representativas que les sirven a los usuarios para consumir las diversas sustancias psicoactivas, como las tradicionales pipas hechas con elementos sacados de la basura, entre ellas la que está fabricada con un tatuco de PVC, el tubo de un lapicero o con partes de jeringas ya utilizadas. La muestra es un recorrido académico, histórico y formativo, donde vamos a dar información científica acerca de las políticas de reducción de riesgos y daños asociados al consumo de sustancias psicoactivas. Se trata de una construcción de saber con personas que llevaban años en el consumo de sustancias, para comprender que el usuario de droga es un enfermo que requiere atención. También vamos a hacer un recorrido por las maneras como están consumiendo hoy los universitarios y los colegiales, como el famoso tapazo o las balas que usan ellos. Encontraremos los procesos que se han hecho en Europa para la elaboración de “kits” desde 1990, tanto para fumar como para consumir drogas por vía intravenosa.
¿Parafernalia solo en Bogotá o en todo el país?
El consumo de drogas abarca a todo el país y el mundo, hay muchas sustancias muy comunes que se consumen en el mundo, pero el estudio y la recolección de estos elementos se centró en Bogotá y en París (Francia), donde hallamos elementos científicos muy bien diseñados y estudiados para la implementación del consumo de las sustancias psicoactivas con el fin de minimizar todos los daños asociados a este tipo de sustancias.
¿Qué similitudes o diferencias halló entre Bogotá y París en cuanto al consumo de drogas o el comportamiento de los usuarios?
Hay diferencias importantes, porque en Europa hay mucha tecnología y políticas definidas y muy humanas frente al consumo, que es lo que en Colombia no tenemos. Por ejemplo, aquí los olvidados que están en la calle tienen problemas por su enfermedad producida por el consumo de la sustancia, por la habitabilidad, adaptación, rechazo social y discriminación. No solamente es darles la dormida, sino que hay unos procesos de resocialización por medio de trabajadores sociales y abogados que, en Francia, los defienden en denuncias por abandono de hogar y situaciones particulares.
Hay también una formación en talleres para recobrar ese vínculo familiar.¿Como es ese proceso en Colombia?
Aquí tenemos los hogares de paso, día y noche, que son dormitorios, y algunas remisiones a tratamientos terapéuticos en internados que pueden durar de seis meses a un año por cada persona que entra a ese proceso. Desafortunadamente, los elementos que ellos emplean aquí en Colombia para consumo de las sustancias son hechos con materiales reciclados o extraídos de la basura. En Europa esos elementos que se destinan para esta población son hechos por laboratorios clínicos y los usuarios pueden modificar su kit.
¿Como afecta al consumidor el uso de elementos fabricados a partir de desechos y jeringas usadas?
Muchos consumidores, por ejemplo, tienen pérdida de piezas dentales y problemas bucales, y cuando se intercambian las pipas hay alta posibilidad de contagios de hongos y bacterias. El intercambio de jeringas para consumo por vía intravenosa aumenta los riesgos por la probabilidad de contagio de enfermedades letales como el sida.
Es posible cuestionar la exposición en el sentido de que podría creerse que usted, en lugar de buscar evitar el consumo, estaría haciéndole apología.
De ninguna manera. Se trata de mostrarle al país que hay unos elementos que nos sirven para tener un consumo higiénico para evitar enfermedades de alto costo, como el sida, la tuberculosis o la hepatitis C, que son de fácil contagio. Cuando entendamos que los usuarios de drogas son enfermos y que debemos diseñarles políticas públicas para beneficiar el amor y el autocuidado, veremos que no es ningún tipo de apología al consumo. Nuestra sociedad debe dejar de ser hipócrita y aceptar que los problemas de consumo de droga son muy altos y van en aumento en nuestro país en cuanto al consumo de sustancias psicoactivas. Al final, de lo que se trata es de minimizar los riesgos en el consumo de drogas.
¿Cómo surgió su inquietud por este tema?
Por una sencilla razón. En el proceso de trabajo de calle en el Cartucho, por allá en 1998, la seguridad la manejaban los famosos campaneros. A raíz de la muerte de uno de ellos, a quien apreciábamos mucho, su compañera sentimental me regaló la pipa de él. A partir de ahí nació la inquietud de guardar elementos de esta población como pipas, cuchillos, dijes y cadenitas, y luego empecé a recoger las marcas y las formas como vienen empacadas las sustancias. Y se trabajó en la consecución de los elementos cuyas piezas más representativas podrán ver los visitantes en la exposición.
¿Cuáles son las sustancias más consumidas en Colombia?
En primer lugar la marihuana, segundo la cocaína y después el bazuco (para el olvidado de la calle el primer lugar lo ocupa el bazuco), éxtasis y en quinto lugar la heroína. Hay que tener presente el policonsumo que hay en la población de usuarios de droga.