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Las películas basadas en los personajes de las editoriales Marvel y DC siguen imponiéndose en las carteleras, sin aportar demasiado a la historia del cine, pero se venden por sí solas, apoyadas en la iconografía y el trasfondo del cómic, los altos presupuestos, el casting y la venta de juguetes. Han contado, sin embargo, con directores como Tim Burton, Cristopher Nolan, Ang Lee, Zack Snider, Brian Singer, que le han dado dignidad y vigencia al género, a pesar de los desaciertos estéticos y estructurales de Suicide Squad, Batman vs Superman, Deadpool y Capitán América, Thor, entre otras.
Wonder Woman no es la excepción a esta tendencia comercial del género, aunque el tratamiento que le da la directora Patty Jenkins al personaje de DC Comics, creado en 1941 por William Moutoun Marston, revela aspectos de lo humano que no habían sido tratados por las películas de superhéroes. Estas siempre han estado enfocadas en la acción y en los contornos sobrehumanos de personajes con dificultades para integrarse con el mundo que protegen. Uno de estos aspectos de lo humano es el carácter feminista de la heroína, la supremacía mental y física que exhibe Diana de Temiscira sobre el mundo masculino que toma la forma de un héroe de la Primera Guerra Mundial.
El carácter feminista del personaje, fuera de la discusión de si es genuino o no, se fortalece con la presencia mayoritaria de superhéroes masculinos en los cómics, los roles secundarios que cumplen las mujeres y las pocas películas de superheroínas filmadas, que, valga decir, no han contado con un buen guion, una dirección acertada o con actrices que le den brillo al personaje, es el caso de Catwoman (2004), Elektra (2005) y Supergirl (1984). Pero, más allá de sus antecedentes, Wonder Woman es memorable dentro de su género por la dirección de Patty Jetkins (recordada por estar detrás de la perturbadora transformación de Charlize Theron en Monster), la manera como el guion incorpora las historias y los elementos mitológicos del cómic original y, por supuesto, la actuación de la deslumbrante Gal Gadot.
Jetkins subraya el carácter feminista de la heroína, en principio, cuando Diana sale de Temiscira, se incorpora al mundo de los mortales y cuestiona, en su condición de amazona, el rol de la mujer en la sociedad. También cuando enfrenta el sexismo de los hombres poderosos que dudan de su inteligencia y sus capacidades para la pelear en la guerra. Aquí, Jettkins no subraya la evidente superioridad moral de Diana frente a los hombres y mujeres del mundo mortal de manera evidente, sino mediante el contraste de las reacciones del rostro de Gal Gadot, unas veces se muestra inquisitiva y malhumorada; otras (la mayoría de veces), sonriendo ingenua y optimista. Se crea así un patrón emocional desde la interioridad, que refleja la compasión del personaje por los humanos como un rasgo de la profundidad psicológica femenina.
Para algunos grupos radicales, la interioridad poblada de emociones de Diana, que contrasta con la inteligencia y fuerza de amazona, no da cuenta de un feminismo genuino, sino que hace una apología de la supremacía de la mujer blanca liberal estadounidense. No se puede, en este punto, desconocer la ideología que comparte Wonder Woman con las películas de su género, en las que las emociones compasivas son un atributo de los “buenos” y justifican todo tipo de excesos contra la vida, en aras de defender la superioridad moral de los suyos. Incluso se ha cuestionado la participación de Gadot en un film “feminista”, por su filiación al ejército israelí y su apoyo a la ocupación de Palestina. Sin embargo, tomando como referencia los elementos del cómic original, que se integran en la historia de Zack Snyder, se revela una lectura menos estrecha del film.
Es un acierto la manera como Wonder Woman evoca los orígenes de la primera etapa del cómic creado por William Moulton Marston, la época de las guerras mundiales en la que las mujeres empezaron a representar roles importantes en su desarrollo. Moulton intuía el potencial del cómic para influir en la sociedad, no sólo para ensalzar valores, sino también para subvertirlos. Era cercano a la emergente cultura del pin up y las revistas pulp; además, tenía una relación amorosa consensuada con dos mujeres protofeministas, Elisabeth Halloway y Olive Byrne, quienes le ayudan a concebir y a diseñar al personaje. Con ellas se acercó a las prácticas del bondage; de ahí surge el lazo de la verdad que usa Diana de Temscira para someter a sus enemigos, así, como una concepción de lo femenino, más cercana a la superioridad moral de mujer frente al hombre que a la igualdad de sexos: la mujer debía ser sumisa, de una manera como le enseñaran a ser sumisos a los hombres.
Es cierto que estos aspectos, propios de la cultura underground, no están definidos de manera explícita en Wonder Woman, pero forman parte del background del personaje y despejan los orígenes de sus rasgos feministas. Lo que sí aparece de forma evidente es la relación con el mito de las amazonas, recreado en el preludio de la película donde se muestra la infancia de Diana en Temscira, la isla paraíso, junto a su protectora madre, la reina Hipólita (Connie Nielsen) y su tía, la guerrera Aliope (Robin Wright). Allí se pueden rastrear tanto los relatos históricos de Heródoto como los mitos de Hesíodo y Homero, compilados por Robert Graves (El cinturón de Hipólita).
La bien lograda recreación de Temscira —a cargo del director de fotografía de Game of thrones, Mathew Jensen; la escenógrafa de Amelie, Aline Bonetto, y la diseñadora de vestuario de Batman el caballero de la noche, Lindy Hemming— le da un soporte biográfico a Diana desde el principio, que hace verosímil la utopía de una sociedad donde las mujeres conviven, gobiernan y todo va bien, hasta la llegada de los hombres que traen noticias de la gran guerra. La realidad histórica y el mito conviven en un contrapunto en la historia. Steve Trevor, el piloto que rescata Diana de la muerte, representa los hechos históricos de la guerra, mientras que ella persiste en el mito, al saberse la elegida para detener la destrucción de Ares, el dios de la guerra, que es parte de su linaje divino.
A pesar de mantener una estructura narrativa que lleva a un final predecible, una ideología que exalta valores absolutos, una banda sonora que sobrecarga de dramatismo los momentos decisivos de la trama, Wonder Woman presenta otra mirada al universo de los superhéroes, al darles un lugar a la diferencia, así no permita la ambigüedad. Además, evoca sin nostalgia las apariciones privilegiadas de las mujeres, tanto en el cómic como en el cine del siglo XX, incluso en los programas de televisión de los años setenta, como lo fueron Los Ángeles de Charlie, La Mujer Biónica y la misma Mujer Maravilla, protagonizada por Linda Carter.