Cecilia Orozco Tascón: “Estamos frente al poder, no a su lado”

El Círculo de Periodistas de Bogotá exaltó a la columnista de El Espectador y directora de Noticias Uno con el Premio CPB al Mérito Periodístico Guillermo Cano. Nos habla de cómo ejerce su oficio.

El Espectador
11 de febrero de 2019 - 02:00 a. m.
“No entro en pánico, pero tampoco poso de heroína”, dice Cecilia Orozco  sobre las amenazas y presiones.  / Mauricio Alvarado
“No entro en pánico, pero tampoco poso de heroína”, dice Cecilia Orozco sobre las amenazas y presiones. / Mauricio Alvarado
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¿Qué significa el Premio CPB al Mérito Periodístico Guillermo Cano?

Primero, una enorme satisfacción profesional. Segundo, una gran emoción, porque lleva el nombre del personaje que fue mi guía hasta hoy.

Usted entrevistó a don Guillermo, un día antes de que el cartel de Medellín lo asesinara. ¿Eso marcó de alguna manera su carrera?

Justamente a eso me refiero: 24 horas después de que lo entrevisté sobre las amenazas que él y otros destacados periodistas estaban recibiendo, fue asesinado por los sicarios de Pablo Escobar, a pocos metros de donde nos despedimos la noche anterior. La huella emocional que ese crimen dejó en mí marcó mi carrera. Guillermo Cano ha sido mi norte ético desde ese día, 17 de diciembre de 1986. Espero haber honrado y seguir honrando su memoria con mi conducta.

Además de su trayectoria, la exaltan por sus denuncias en su columna de los miércoles en El Espectador. ¿Por qué se especializó en denunciar la corrupción de la justicia en Colombia?

Con la lealtad con la profesión que me prometí adelantar pese a las dificultades, incluso con tristezas como la ruptura de relaciones sociales y personales, me topé con informaciones sobre corrupción en las altas cortes, un tema que nadie tocaba porque no se podía creer que los magistrados fueran venales como muchos jueces del primer escalón o como los políticos, por ejemplo. Una vez tuve las pruebas suficientes, rompí el velo que los protegía, en particular a uno de ellos. Entonces, empezó a llegarme más información. Así terminé “especializándome” en este tipo de casos, sin proponérmelo.

También estudió Ciencias Políticas. ¿Hoy en día es más corrupta la justicia que la política, aunque la segunda corrompió a la primera?

Si no es más corrupto, el sector justicia se ha igualado con el político en esa materia, con un agravante: la comunidad puede prescindir de uno o varios políticos corruptos y nada se altera, de manera permanente. Cuando un juez se corrompe, se mueve el piso social entero porque la justicia es el árbitro, el balance y el equilibrio entre las partes en conflicto. Si dudamos de los que resuelven los problemas, se hace imposible la vida en común, porque se mina la confianza entre unos y otros. Por eso un juez corrupto debería ser castigado con penas agravadas respecto de todos los demás delincuentes.

¿Qué balance le dejan ocho años como directora del noticiero de televisión Noticias Uno hasta consolidarlo como el de oposición al poder?

Noticias Uno ha tenido esa característica desde cuando nació con Daniel Coronell a la cabeza. La fama de Daniel está cimentada en las denuncias contra el poder, tipo yidispolítica que, en otro país, hubieran tumbado al gobierno de turno. Luego llegué a reemplazarlo y a continuar su línea que, en todo caso, también era la mía. Hoy, evidentemente, Noticias Uno es un referente periodístico y lo digo con modestia: estamos frente al poder, no a su lado, observándolo para contar sus verdades.

¿Cómo enfrenta las amenazas y los intentos de censura y qué diferencia hay entre estos y los que enfrentaba en los años 80 o 90?

No entro en pánico pero tampoco poso de heroína. Ejercito la prudencia sin callarme. Primero, confirmo y reconfirmo la información. Después, no dejo de decir lo que me corresponda. En los años 80 y 90, las amenazas aterraban porque eran físicas y directas y las hacían grupos abiertamente criminales. Aunque todavía subsisten estos episodios de modo tangencial, hoy florecen las presiones económicas y las intimidaciones judiciales: nos acosan con tutelas, demandas civiles y denuncias penales para asustarnos, con la intención de que nos autocensuremos. Lo peor es que provienen de personajes que se creen ejemplos dignos de imitar cuando, en realidad, son individuos cercanos al bajo mundo. Y, ¡hay quiénes los alaban!

¿Escasean en el periodismo fugaz y farandulero de hoy el rigor, la valentía y la denuncia?

Eso sucede, pero también abunda algo terrible: el amiguismo, mal de los periodistas que anteponen sus afectos a sus deberes; y el sometimiento silencioso, que consiste en no cuestionar nada que provenga de fuentes oficiales o privadas si estas detentan algún tipo de poder. Es desolador ver decenas de manos sosteniendo un micrófono obsecuente mientras el reportero acucioso es censurado por el entrevistado e, incluso, por sus colegas “robots”.

¿Un periodista cómo debe asumir y manejar la fama?

Uno de los males más frecuentes del periodismo es la soberbia. Me da pena ajena ver a colegas que hablan, caminan y se comportan como si fueran los seres más importantes del universo. La fama se termina el día en que no tenga uno a su disposición un micrófono, una cámara o un espacio abierto. Por mi parte, cumplo siempre con una norma autoimpuesta: discreción, bajo perfil y, ante todo, no creerme el cuento.

Recuérdenos una lección aprendida en su principal escuela: el Noticiero de las 7 en televisión.

Que todo es efímero, incluso, la vida de un medio de comunicación tan importante como fue el Noticiero de las 7 en años fundamentales para la historia reciente del país.

¿Cómo llegó a la prensa escrita y qué le aportó a su profesión?

Aunque al comienzo coqueteé con unos medios escritos, mi carrera me llevó rápidamente a la televisión, de donde me he ido pero siempre para regresar. Hoy me divido entre lo visual y lo escrito, en un balance ideal que me ha hecho más reflexiva cuando hago televisión y más descriptiva cuando escribo.

Usted se destaca también por las entrevistas que hace en la edición dominical de El Espectador. ¿Cuál es su método para cuestionar allí a los protagonistas de la actualidad colombiana?

Después de casi 12 años de ejercitarme, cada ocho días, en realizar entrevistas que sean novedosas y tengan cierta permanencia informativa, he llegado a un método que me ha resultado eficaz a pesar de que parece antinatural: envío un cuestionario básico por correo; doy un tiempo de horas para que el entrevistado me dé sus respuestas. Y cuando las tengo en el computador, elaboro unas contrapreguntas precisas, por cuanto están hechas sobre lo informado. Y esta parte la hago a presión y en directo. O sea, pongo al personaje un poco contra la pared para que responda lo que en realidad interesa.

¿Por qué le gusta Twitter como plataforma de opinión y, entre respaldo e insultos, para qué le ha servido?

Porque allí palpita el intercambio casi emocional de quien informa con sus audiencias. Y esto me permite calibrar no solo los sentimientos que generan mis opiniones, sino también dibuja a quiénes me leen y me siguen, bien sea para odiarme o para respaldarme. Es, básicamente, un ejercicio de humildad del que uno puede aprender mucho.

En 2002 publicó el libro “¿Y ahora qué? Futuro de la guerra y la paz en Colombia”. Así se haya firmado la paz con las Farc, ¿el futuro parece de más guerra que de paz?

Después de tantos años de reportar guerras grandes y pequeñas, y de ver el inmenso dolor que generan, soy firme partidaria de las soluciones pacíficas a cualquier diferencia, incluso ideológicas, del mayor extremismo. El Acuerdo de Paz nos impulsó, como nación, a soñar con un estadio de civilización impensable para el momento. Lastimosamente, la orientación política del grupo que ganó las elecciones nos está arrastrando de regreso unos treinta años, a un pasado violento. Lo lamentaremos cuando la involución sea irreparable.

¿Qué país imagina para sus hijos y nietos?

Uno mejor que el que me tocó a mí, a mis padres y a mis abuelos. No puedo desear para ellos un estado perenne de violencia, como parecen estar configurando los grupos de poder.

¿De dónde vienen los apellidos Orozco Tascón?

Orozco es de origen vasco. En América se extendió por México, Chile, Cuba y Colombia. Tascón es de origen castellano y llegó a este continente por Cuba, Colombia y Venezuela. Este es menos común que el Orozco y hay toda una leyenda sobre él y la posesión de unos presuntos tesoros de la Corona española.

¿Una periodista y un periodista que admire?

Referentes históricas: Oriana Fallaci y Barbara Walters, y en Colombia, Silvia Galvis. En el periodismo de hoy, María Elvira Samper, ya consagrada; y hay varias jóvenes que despiertan esperanza. Entre los hombres de la historia: obviamente García Márquez; también Samper Pizano. En el periodismo presente, mencionaré solo dos pero tengo más: Antonio Caballero y Daniel Coronell.

Por El Espectador

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