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Isabel Coixet: “Me gustan las cosas a escala humana”

La directora española habla sobre “Foodie Love”, que sigue a dos personajes que descubren que la pasión gastronómica es suficiente para degustar una verdadera historia de amor.

Lilian Contreras Fajardo
13 de noviembre de 2020 - 02:00 a. m.
Isabel Coixet dice que “Foodie Love” ofrece la posibilidad de volar y viajar sin moverse del sillón.
Isabel Coixet dice que “Foodie Love” ofrece la posibilidad de volar y viajar sin moverse del sillón.
Foto: Zoe Sala

A Ella no le gustan los restaurantes japoneses llevados por chinos ni la pizza, porque la considera una falsa promesa.

A Él no le gusta que la gente tome fotos de la comida que aún no ha degustado, ni el fernet.

Ella y Él son los protagonistas de Foodie Love, la primera serie de la directora Isabel Coixet.

Sería incapaz de enamorarme de alguien que me dijera que no le gusta comer. Ya desconfío de la gente que me dice que no le gusta el café… Entonces, no sé… en las relaciones de todo el mundo ha habido muchos lugares relacionados con la gastronomía”, dice sobre las motivaciones que la llevaron a escribir y dirigir esta historia. (Le recomendamos: Nicole Kidman: “Abro la ventana a realidades diferentes”).

La española es recordada por las películas Mi vida sin mí, La librería o Nieva en Benidorm, que presentó en octubre pasado en la Semana del Cine de Valladolid (España), pero cuyo estreno en salas de cine está pendiente.

Mientras logra exhibir su filme más reciente como quiere y no como le toca (en internet), la realizadora retoma la conversación de Foodie Love, una producción audiovisual que estrenó en Europa a finales de 2019 y ahora se puede ver en Latinoamérica en la parrilla de HBO, un canal que ya le había ofrecido dirigir capítulos de algunas series, un trabajo al que Coixet se negó.

“Quizá por formación o por generación, lo que me gusta más son las películas y la prueba es que he hecho una después de hacer la serie (…) siempre había dicho que si hacía una serie tenía que hacer algo que lo hiciera yo, que lo dirigiera yo, que escogiera las canciones yo, que fuera mi creación”, dice.

Ese gusto por controlar el proceso creativo de principio a fin lo pudo llevar a cabo con HBO, que le dio total libertad, un valor que, según sostiene, es uno de los más importantes a la hora de dirigir porque le permite que el proyecto se eleve y vuele.

Fue así como se permitió debutar en la televisión con esta historia, que califica como “muy personal” y en la que recurre a sus “amores contrariados” y a los que no lo fueron tanto, a las “montañas rusas” que le generaron situaciones vividas, a los lugares que le gustan y en los que fue feliz para narrar esas historias a través de Ella y Él, los personajes a quienes no les dio nombre porque no solo la representan, sino a todos los que alguna vez se enamoraron en un café.

Los protagonistas, que están en sus treintas, son amantes del buen comer, lo que en el mundo gastronómico se conoce como un foodie. Por medio de una aplicación dedicada a este grupo social, deciden tener una cita en un café de Barcelona (España).

El encuentro que no debería haber durado más de 45 minutos se convierte en un momento divertido, pero también estresante, porque ellos llevan cicatrices del amor que, por momentos, los cohíben de expresar todo lo que piensan y sienten.

Ella está encarnada por la artista española Laia Costa, Él está representado por el argentino Guillermo Pfening. Este personaje en principio fue pensado como español, pero al ver la química, la generosidad y el apoyo que se brindaron los actores, Coixet apostó por ellos y los llevó a sitios que existen en la vida real.

Pues como en mi vida personal muchas de las historias han tenido que ver con los lugares, me parece una cosa muy natural que de alguna manera todos los capítulos tengan que ver con esto”, comenta la realizadora.

Foodie Love no es una serie exclusivamente romántica. Es agridulce, como la vida, como algunas comidas. Ella y Él tienen secretos, se mienten a sí mismos, pero también se disfrutan y se entregan al placer.

Mientras ellos recorren ese camino, el espectador atento se dará cuenta de que, como en todas sus historias, Isabel Coixet destaca situaciones comunes que pasan desapercibidas, como la persona que sola en una mesa imagina y se inspira en la vida de los que están al lado, los sabores cítricos que hacen que un café sea más que un café, las plantas que decoran un local, la mirada o el silencio con el que se quiere negar el deseo. (Le puede interesar: “Historias ciegas”: apague los ojos y prenda la imaginación).

Foodie Love hay que mirarla y detallarla. Hay que saborearla, hay que dejarse llevar por la narrativa que sitúa al espectador en los barrios y establecimientos tradicionales de Barcelona, Roma o Tokio, porque es allí donde se disfruta la vida, donde las personas tienen la posibilidad de conocerse, de saber quiénes son, de escribir su historia lejos de las aglomeraciones.

Es que a mí me gustan las cosas a escala humana”, señala Coixet, quien defiende la teoría de que esforzarse en mirar lo que no vemos en el día a día y llevarlo a la pantalla, de repente, hace que la vida cotidiana tome otro giro.

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-(-)13 de noviembre de 2020 - 12:13 p. m.
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