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Esta semana se estrenó “Bicentenario: anécdotas de voz a vos”. Al verlo al aire, ¿qué le pareció?
Bonito, me gustaron las animaciones y me parece que es un producto interesante para que la gente joven se fije un poco en nuestra historia. El primer episodio estuvo bastante ameno y entretenido por la variedad de historias que se narran. El programa es educativo y retoma una materia (historia) que en Colombia, infortunadamente, ha quedado relegada y me parece importante tratar de recuperarla para que la juventud se entere de quiénes somos y de dónde venimos.
Usted está acompañado por Sofía Gómez, una joven que se anima a seguir investigando.
La actitud de Sofía es supremamente propositiva y puede ser un estímulo para generar interés, para que la gente mire estos temas en profundidad. De pronto todos conocemos los elementos de nuestra historia o grandes personajes como Bolívar o Santander, pero hay muchos otros que participaron en estas guerras de la Independencia que fueron importantes, aunque sigan siendo anónimos, y por eso destaco las entrevistas (del primer capítulo) que Sofía realizó con Sully Torres, docente en Etnoeducación, y a la tejedora Evarista Riaño, con quienes habló de la importancia de la mujer en la Independencia.
Este programa tiene un formato similar al de YouTube, en el cual usted incursionó el año pasado. ¿Cómo le ha ido?
Me ha ido muy bien, ha tenido mucho éxito mi actividad de youtuber a cuenta de leer poemas de grandes escritores y contar mis anécdotas de vida. Ahora, estoy en el proceso de leer Cien años de soledad y ya casi tengo diez mil suscriptores en YouTube y otros tantos en Instagram. No acumulo millones porque la temática que manejo no es el chiste fácil ni la broma pesada o grosera; todo lo contrario, selecciono textos de grandes escritores y de pronto, todavía, el tema no ha calado suficiente, pero sí hay gente joven que me sigue y les está gustando mucho.
Dicen sus seguidores que su narración y su voz gustan. ¿Cómo es su relación con el público virtual?
El público es distinto porque no estamos en contacto, como en el teatro, en el que el público respira con nosotros (los actores), se emociona con lo que presentamos y uno siente la retroalimentación con la risa, los suspiros o uno que otro grito; eso reverbera en el escenario y es irreemplazable. Ese contacto inmediato en el mundo digital no existe porque la gente ve mis videos, no sé si unos días o unas horas después de que los he grabado y los publico, así que tengo el reflujo a partir de los comentarios que me escriben de México, Argentina, Chile, España, Colombia y otras partes. Eso también nos pasa a los actores de televisión o cine, porque uno graba una obra y se demora en salir. Siendo youtuber, la presencia humana no existe, a menos que sea por medio de un directo, cosa que todavía no estoy haciendo, así que la retroalimentación es a posteriori.
¿Qué tanto extraña el teatro y el escenario?
Muchísimo. Habíamos montado la obra Duda, con Rodrigo Candamil, Coraima Torres, Indhira Serrano y Camila Valenzuela, alcanzamos a preestrenarla y al día siguiente nos cerraron el Teatro Nacional. ¿Falta? Toda, nos hace muchísima falta y no solamente por el aspecto económico, por supuesto que también es importante; pero sobre todo por el aspecto personal, porque el actor vive en función de su público y al carecer de este, sentimos un vacío espantoso.
¿Cómo ha pasado este año de pandemia?
Yo tenía la idea guardada de explorar los terrenos de internet y plataformas como Instagram o YouTube. Tan pronto comenzó la cuarentena yo me encerré también en mi estudio y me dediqué, casi que tiempo completo, al canal que tengo. Varias personas me han comentado que les he ayudado a pasar el confinamiento con estos temas agradables, más relajantes, y desde luego me ha servido muchísimo también porque me mantengo muy ocupado, por lo que me ha ayudado a sobrellevar eso, aunque tengo que admitir que soy un privilegiado porque vivo en un cerro donde están pegadas mi casa y la de mi hijo, tenemos un jardín generoso, una vista para mirar a lo lejos, mucho oxígeno. No sufrimos el encierro y constantemente pienso en la gente que tiene que vivir encerrada en unos apartamentos diminutos, eso me duele en el corazón.