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Benedicto XVI, quien es señalado por una buena porción del mundo como uno de los papas más conservadores, tomó una decisión revolucionaria: marginarse de su cargo vitalicio. Ese hecho histórico es el eje sobre el que se estructura la película Dos papas (The Two Popes), del director brasileño Fernando Meirelles.
La postura del antes cardenal Joseph Ratzinger, interpretado por el actor Anthony Hopkins, frente a sus propias dolencias físicas y la revisión sobre su papel en cuanto al sendero que debe tomar la Iglesia católica, fueron algunos de los fundamentos que tuvo el guionista Anthony McCarten para estructurar esta película, que llega a la plataforma de Netflix a partir de este viernes 20 de diciembre.
Desde lo escrito por McCarten en el papel, hasta la puesta en escena de Meirelles, la intención nunca es mostrar a dos personas diáfanas, tan blancas como sus atuendos papales, es más bien evidenciar sus contrastes resaltando la forma en que son llevados al límite para tomar esas decisiones que, con el paso de los años, terminan pesándoles.
Tanto en el caso de Joseph Ratzinger como en el de Jorge Mario Bergoglio, a cargo de los actores Juan Minujín (Francisco joven) y Jonathan Pryce (ya adulto), la gama de los grises se hace presente y sus transformaciones durante la cinta se llevan a cabo con naturalidad y una destacada destreza histriónica.
(Puede leer: Juan Minujín, Bergoglio antes de ser Francisco)
Bergoglio silba con propiedad los acordes de la canción Dancing Queen, de Abba, mientras Ratzinger lo contempla con asombro justo antes de la votación para escoger al sucesor de Juan Pablo II. Benedicto XVI prefiere cenar solo, en la intimidad de su habitación, en lugar de compartir con las personas que lo rodean. Francisco, por su parte, se ve enfrentado a una disyuntiva durante la dictadura en Argentina y su elección es cuestionada hasta los más recientes días de su pontificado.
Para el equipo de producción de Los dos papas nunca se contempló la idea de hacerles un homenaje a los dos personajes más poderosos de la Iglesia católica en la época actual. Se tomaron rasgos de cada uno y a partir de eso los actores empezaron a establecer los cimientos para que sus representaciones tuvieran visos de realidad.
“Me relaciono con el papa Francisco. Comparto algunas de sus políticas y hasta me parezco a él, hablo como él, camino como él. Es un gran líder mundial, y esta película me parece que nos permite entrar en una discusión de manera racional, muy distinto a lo que pasa con otros personajes de la historia”, le contó a El Espectador el actor galés Jonathan Pryce, quien tiene la misión de interpretar a Bergoglio en su edad madura hasta asumir su rol como sumo pontífice.
En Los dos papas los parlamentos entre los personajes son una invitación permanente a la reflexión. En el cambio de aspecto físico, en las ideas que llegan a plantear antes y después, y en la forma en la que pasan de ser contradictores hasta convertirse en una suerte de aliados, Benedicto y Francisco van desarrollando la historia de la transición entre dos formas complementarias de entender la religión católica.
“Siempre me ha gustado el papa Francisco, y después de realizar la película puedo decir que me gusta más. En este proceso de Los dos papas aprendí sobre la junta militar en Argentina, que fue mucho más brutal que en Brasil, mi país. Para mí fue un reto el hecho de entrar de lleno a explorar la historia de una nación tan compleja como Argentina”, manifestó el director Fernando Meirelles en entrevista con este medio.
El tango, el fútbol, la comida, la persuasión del uno sobre el otro para que no abandone la actividad religiosa, y el convencimiento mutuo de que sus dos formas de pensar pueden coexistir en el universo de manera simultánea, son pruebas de que Los dos papas es una cinta para motivar una discusión real y no un documental para elevar a la santidad a ninguno de los pontífices actuales, el que está en ejercicio y el emérito.
Por el contraste, por la gama de los grises que hay en cualquier existencia humana se pasea este filme de Fernando Meirelles y se establece en el equilibrio de la reflexión desde que en estas últimas dos décadas se ha pronunciado la frase en latín Habemus Papam.
*El periodista viajó a Argentina por invitación de Netflix