Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Westworld” trata sobre robots femeninos que son víctimas de violencia sexual constantemente, que luego se rebelan y dirigen una resistencia. La temática no podría ser más vigente. ¿Son adivinos?
Jonathan Nolan (J.N.): Lamentablemente no se necesita ser adivino para saber que el mundo no es, y nunca ha sido, un lugar justo o moral, no completamente. (Ver: Personajes de "Westworld" empiezan a cuestionar la crueldad del parque temático)
Pero ¿es posible hacer un programa que no esté influenciado por el contexto político general, como el movimiento #MeToo (#YoTambién)? Porque no es posible verlo sin verse influenciado por esa realidad.
Lisa Joy (L.J.): Fue posible para nosotros, porque escribimos la segunda temporada antes de que todo eso ocurriera. El solo hecho de que algo se debata ampliamente en la cultura no significa que acaba de ocurrir, sino que en ese momento la cultura masiva empieza a hablar de ello. La gente siempre ha debatido sobre estas cuestiones. Quizás a veces no abiertamente, quizás era demasiado tabú, pero el arte, la literatura, la ficción, siempre han sido maneras de explorar las cosas sobre las que la gente tal vez no estaba todavía lista para hablar. Sin embargo, las verdades estaban allí, verdades a veces dolorosas. Así es que eso era lo que estábamos haciendo: nos enfrentábamos a la naturaleza humana. Y no se puede examinar la naturaleza humana sin reconocer que en ciertos aspectos no es tan genial. Que hay injusticia, que se cometen abusos. Para comprender verdaderamente algo, tienes que analizar el estadio en el que se encuentra. Eso es lo que estuvimos haciendo y es lo que queremos seguir haciendo. (Le puede interesar: "Westworld" promete una segunda temporada más épica y brutal)
¿Qué posibilidades ofrece la ficción para hablar del mundo real?
J.N.: La frase que Dolores (Evan Rachel Wood) decía en la primera temporada: “estos placeres violentos tienen extremos violentos”, no es nuestra, es una cita de Shakespeare. No es novedad la idea de que la cultura muestra una cara, pero en realidad el comportamiento humano se ve muy, muy afectado y en ocasiones es deleznable. Una de las ventajas de escribir en el espacio de la ciencia ficción es que te permite hablar un poco acerca de este mundo, pero con otro ángulo. No hace falta lidiar con los detalles precisos y escabrosos del aquí y el ahora. Pero sí podemos llegar a hablar del comportamiento humano y de por qué estamos tan extremadamente rotos.
¿Cómo abordan el tema de las nuevas tecnologías?
L.J.: Algo interesante que a mi entender sucedió a lo largo de esta temporada fue que al hablar de las nuevas tecnologías la gente tiende a confrontar el gran miedo de lo que pasaría si esas tecnologías fueran hackeadas. Y creo que la idea surgió en mi mente como un temor a lo que pasaría si esas tecnologías atacaran a los seres humanos, porque parece muy fácil engañar a los seres humanos. Quizás no seamos tan complejos como parecemos. Recientemente hemos estado mirando a los medios de comunicación y las redes sociales. En Westworld, los personajes tienen un programa complejo de falsa realidad, de falsos orígenes y de falso todo, y se les enseña a creer una mentira. Resulta que todo lo que se necesita es una cuenta de Facebook con cierta injerencia rusa para que empieces a creer mentiras tú mismo, como ser humano. Somos más susceptibles de manipulación a través de la tecnología de lo que jamás imaginamos.
¿Qué han hecho para renovarse en esta segunda temporada y no hacer un programa de televisión convencional?
J.N.: Nuestro enfoque fue contar una historia larga en capítulos, de los cuales cada uno tendría verdaderamente su propia identidad. Podrían incluso tener su propio género. La cuestión es saber qué metodología funciona para cada capítulo. Si la primera temporada es una investigación psicológica sin prisa sobre el concepto de la identidad artificial, la segunda temporada es una especie de revolución extrema. La idea es encontrar nuevas preguntas y dejar algunas en suspenso para la siguiente temporada.
¿Cuál fue la pregunta planteada en esta segunda entrega?
Una de las preguntas que no se responden en la primera temporada es cuál es realmente la intención de Delos con este parque. Entendemos que, al igual que todas esas empresas de Silicon Valley, tienen un modelo de negocio aparente y un modelo de negocio real. Desde el piloto dejamos en claro que Delos tiene un objetivo dentro del parque. Así que esa es una de las pocas preguntas que perduran de la primera temporada y es una de las preguntas a las que responderemos. Lo hacemos en un episodio espectacularmente dirigido por mi esposa y socia, Lisa Joy.
En una serie con protagonistas femeninas tan fuertes, ¿era importante para ustedes tener también una directora mujer?
L.J.: Sí, es importante contar con directoras mujeres y directoras internacionales, pero esa presencia femenina se extiende también al elenco y al equipo, y al equipo de guionistas. Definitivamente nos hemos esforzado por tener un equipo diverso.
J.N.: Es algo que aprendimos en la sala de guionistas hace mucho tiempo. Se necesita generar la alquimia de tener una visión singular de algo y emparejarlo con la colaboración increíblemente intensa que caracteriza a la televisión. No sería posible escribir seiscientas páginas por año y dirigir diez horas solo; es necesario trabajar con otras personas.
Tienen un plan para la serie. ¿Hasta dónde llega ese plan?
L.J.: Estamos en posproducción ahora, pero estoy seguro de que Jonah y yo empezaremos a darle vueltas a la tercera temporada pronto. Estamos casados, así que ¿qué más podemos hacer? No se puede hablar del tiempo para siempre, una vez que hayamos terminado de hablar de los niños, en lugar de mirarnos fijamente en silencio durante la cena, invariablemente comenzaremos a hablar de la inteligencia artificial.
¿Tienen un destino ya definido, un destino final?
J.N.: Sí, creo que es necesario.