30 años de talento de Amy Winehouse
Este sábado cumpliría años y su talento musical y poderosa voz se mantienen vivos con canciones como "Rehab" y "Back to Black".
Víctor Usón / Efe
Amy Winehouse habría cumplido 30 años el 14 de septiembre. Una cita que, probablemente, hubiera servido para celebrar la voz, la seducción y el estilo de esta cantante que murió de forma trágica hace ya tres años.
Casualidades del destino, su prematura muerte a los 27 años, ligada a los excesos, la mitificó definitivamente como una estrella, al compararla con músicos como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain o Janis Joplin, que también perdieron la vida a tan temprana edad.
Se unía así al "el club de los 27", como una más de esas leyendas musicales que abandonan demasiado pronto la vida dejando incompletas prometedoras carreras sobre los escenarios.
Sumida en una vida tan trepidante como autodestructiva, Winehouse fue encontrada muerta el 23 de julio de 2011 en su apartamento de Candem, al norte de Londres. Se había rumoreado en alguna otra ocasión con este desenlace, pero esta vez sí, el vodka, según desveló la autopsia, acabó con su vida, dejando a sus seguidores huérfanos de su personal y conmovedor estilo, en el que se mezclaban géneros musicales tan variados como el jazz, el soul o el ska.
Eran constantes los excesos de esta reina de la música, la noche y la excentricidad. Alcohol, drogas, problemas con la policía o trifulcas con su pareja habían sido algunas de las más sonadas polémicas de una Winehouse que también había sufrido bulimia y que necesitó en repetidas ocasiones ser internada en centros de rehabilitación.
Así ocurrió un mes antes de su muerte en Belgrado, en uno de los últimos conciertos de la cantante, en el que se cayó sobre el escenario, olvidó del nombre de sus músicos e interpretó con dificultad sus temas musicales. Este incidente no solo provocó el enfado de los asistentes, que la abuchearon, sino que supuso la suspensión de la gira que estaba dando por Europa.
Construir una leyenda
Aquel no fue el único concierto que la cantante se vio obligada a suspender. Su vida fue tormentosa desde la adolescencia, cuando comenzó a tener problemas con las drogas. Pero el éxito y la fama acallaban las polémicas y se unían para entretejer la leyenda que esta cantante de ascendencia judía refrendaría con su muerte.
Su extrema delgadez, su pelo ensortijado negro y sus ojos rasgados por el maquillaje hasta la exageración eran la seña de identidad de una cantante que debutó en 2003 con el disco "Frank", cargado de jazz, y triunfó en 2006 con "Back to black".
Este fue su último y primer álbum de gran éxito con el que vendió quince millones de copias y que permitió a la cantante convertirse en la primera intérprete británica en ganar cinco premios Grammys. Con éxitos como "You know I am not good" o "Love is a Losing Game" encontró Winehouse en este CD la fórmula ganadora: música "soul" acompañada de ritmos jamaicanos.
La diva del soul
La intérprete británica fue capaz de transformar el soul en un género exitoso y comercial al acompañarlo de vibrantes letras que recogían sus tormentosas experiencias. Así ocurre en temas como "Rehab", que con más de 50 millones de visitas en internet, narra su rechazo a acudir a un centro de rehabilitación para alcohólicos.
"Just friends" o "Tears Dry on Their Own" son otros de los temas que, catapultaron a la fama a esta cantante que comenzó a componer jazz a los 14 años e hizo del barrio londinense de Candem su hogar material y espiritual.
Expulsada de bares, con constantes problemas de salud y protagonizando polémicas fiestas en su casa, su escandalosa vida privada, que con frecuencia se hacía pública, resultaba casi tan célebre como sus canciones. De hecho, su matrimonio en secreto con Blake Fielder-Civil, del que se divorció en 2009, pronto saltó a la luz, lo mismo que el encarcelamiento de su marido tras agredir al dueño de un pub londinense y dar positivo en una prueba de detección de estupefacientes.
Su muerte dejó incompletos numerosos trabajos que verían la luz en un disco póstumo, "Amy Winehouse Lioness: Hidden Treasures", en el que se incluye un dueto de la artista con Tony Bennett.
"Solo decimos adiós con palabras, morí un ciento de veces", cantaba Winehouse en "Back to black", y así fue, con palabras, cómo sus fans despidieron a una cantante que perdió la batalla que, en repetidas ocasiones, le había declarado a la vida.
Amy Winehouse habría cumplido 30 años el 14 de septiembre. Una cita que, probablemente, hubiera servido para celebrar la voz, la seducción y el estilo de esta cantante que murió de forma trágica hace ya tres años.
Casualidades del destino, su prematura muerte a los 27 años, ligada a los excesos, la mitificó definitivamente como una estrella, al compararla con músicos como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain o Janis Joplin, que también perdieron la vida a tan temprana edad.
Se unía así al "el club de los 27", como una más de esas leyendas musicales que abandonan demasiado pronto la vida dejando incompletas prometedoras carreras sobre los escenarios.
Sumida en una vida tan trepidante como autodestructiva, Winehouse fue encontrada muerta el 23 de julio de 2011 en su apartamento de Candem, al norte de Londres. Se había rumoreado en alguna otra ocasión con este desenlace, pero esta vez sí, el vodka, según desveló la autopsia, acabó con su vida, dejando a sus seguidores huérfanos de su personal y conmovedor estilo, en el que se mezclaban géneros musicales tan variados como el jazz, el soul o el ska.
Eran constantes los excesos de esta reina de la música, la noche y la excentricidad. Alcohol, drogas, problemas con la policía o trifulcas con su pareja habían sido algunas de las más sonadas polémicas de una Winehouse que también había sufrido bulimia y que necesitó en repetidas ocasiones ser internada en centros de rehabilitación.
Así ocurrió un mes antes de su muerte en Belgrado, en uno de los últimos conciertos de la cantante, en el que se cayó sobre el escenario, olvidó del nombre de sus músicos e interpretó con dificultad sus temas musicales. Este incidente no solo provocó el enfado de los asistentes, que la abuchearon, sino que supuso la suspensión de la gira que estaba dando por Europa.
Construir una leyenda
Aquel no fue el único concierto que la cantante se vio obligada a suspender. Su vida fue tormentosa desde la adolescencia, cuando comenzó a tener problemas con las drogas. Pero el éxito y la fama acallaban las polémicas y se unían para entretejer la leyenda que esta cantante de ascendencia judía refrendaría con su muerte.
Su extrema delgadez, su pelo ensortijado negro y sus ojos rasgados por el maquillaje hasta la exageración eran la seña de identidad de una cantante que debutó en 2003 con el disco "Frank", cargado de jazz, y triunfó en 2006 con "Back to black".
Este fue su último y primer álbum de gran éxito con el que vendió quince millones de copias y que permitió a la cantante convertirse en la primera intérprete británica en ganar cinco premios Grammys. Con éxitos como "You know I am not good" o "Love is a Losing Game" encontró Winehouse en este CD la fórmula ganadora: música "soul" acompañada de ritmos jamaicanos.
La diva del soul
La intérprete británica fue capaz de transformar el soul en un género exitoso y comercial al acompañarlo de vibrantes letras que recogían sus tormentosas experiencias. Así ocurre en temas como "Rehab", que con más de 50 millones de visitas en internet, narra su rechazo a acudir a un centro de rehabilitación para alcohólicos.
"Just friends" o "Tears Dry on Their Own" son otros de los temas que, catapultaron a la fama a esta cantante que comenzó a componer jazz a los 14 años e hizo del barrio londinense de Candem su hogar material y espiritual.
Expulsada de bares, con constantes problemas de salud y protagonizando polémicas fiestas en su casa, su escandalosa vida privada, que con frecuencia se hacía pública, resultaba casi tan célebre como sus canciones. De hecho, su matrimonio en secreto con Blake Fielder-Civil, del que se divorció en 2009, pronto saltó a la luz, lo mismo que el encarcelamiento de su marido tras agredir al dueño de un pub londinense y dar positivo en una prueba de detección de estupefacientes.
Su muerte dejó incompletos numerosos trabajos que verían la luz en un disco póstumo, "Amy Winehouse Lioness: Hidden Treasures", en el que se incluye un dueto de la artista con Tony Bennett.
"Solo decimos adiós con palabras, morí un ciento de veces", cantaba Winehouse en "Back to black", y así fue, con palabras, cómo sus fans despidieron a una cantante que perdió la batalla que, en repetidas ocasiones, le había declarado a la vida.