50 años de “Artaud”, un disco extraño y maldito
Luis Alberto Spinetta creó un álbum que perdura medio siglo después. Se refiere a los poetas malditos, a otros artistas, a la muerte, a la guerra, a la decadencia argentina y, a su vez, es un disco que sirve de guía en la oscuridad.
Alberto González Martínez
Todas las canciones de Spinetta son del viento
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Todas las canciones de Spinetta son del viento
Las canciones de Luis Alberto Spinetta siguen vigentes cincuenta años después. Aún se habla de su poética, las referencias al poeta maldito y otros artistas, su icónica “tapa”, como le llama allá, o la portada, como le decimos acá. Le han preguntado al mismo Spinetta por la trascendencia del disco. “No tengo la menor idea. En parte es por la tapa”, ha respondido modestamente. Los covers, las nuevas versiones, los rankings que lo incluyen medio siglo después, los artículos, el tema de fondo en redes sociales, dicen más. Un disco que no se hizo para el momento. Eso, en esta época y en aquella, suena extraño.
Cementerio argentino
Era 1973. Otra vez el peronismo. Masacres, muertos, protestas, secuestrados, fusilados, torturados. Suenan disparos. También suenan guitarras, rock, jazz. Alguna luz. Eran las once de la mañana del domingo 28 de octubre de 1973. Suena Artaud.
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Por “Van Gogh, el suicidado por la sociedad”
Árbol, hoja, salto, luz. Se reparte un manifiesto en Buenos Aires. “Rock: música dura, la suicidada por la sociedad”, se titula. Era una traspolación del nombre de un ensayo del poeta Artaud que le dedicó al incomprendido pintor. Un manifiesto que maldice lo establecido y abre una posibilidad de cambio. “Es la parcialidad de pretender que algo que es de todos termina en definidas cuentas en manos de aquellos bastardos de siempre”. Podría estar hablando de política. Pero habla de rock. O de ambos. “Denuncio a los representantes y productores en general, y los merodeadores de estos sin excepción, por indefinición ideológica y especulación comercial”. Spinetta denuncia a la industria musical y todo lo que se le parezca.
Superhéroes
Quince mil personas en el Teatro Astral a las once de la mañana, dicen los registros. Que un concierto fuese a esa hora hablaba mal de la situación política. Habían puesto una bomba en el Luna Park antes. Afuera podría pasar cualquier cosa, adentro se veía El gabinete del doctor Caligari y Un perro andaluz, de Luis Buñuel. El expresionismo y el surrealismo. Ambos musicalizados por The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, que había salido ese mismo año. Buen cine, buena música, las vanguardias, Spinetta. Todos eran superhéroes.
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La sed de la decadencia
“Aparecí con guantes de cocina amarillos con todo el talco adentro. Cuando me los saqué surgió el talco y se rompió un espejo que yo había puesto en el escenario. Aparte había llevado algo que tiene mala reputación y son los fósforos Ranchera. Yo recorté la caja y me la pegué en la remera. Se rompió el espejo y en un momento me mandaron a ya sabés dónde... Fue todo producto de la misma iniquidad, hubo un poco de mala suerte”, contó después Spinetta en una entrevista a Juan Carlos Diez. Los guantes eran amarillos como el color de la portada. Dijo ese día en el recital que había soñado con sus manos de ese color. El de la decadencia, diría después.
Cantata de canciones amarillas
Hubo dos presentaciones en el Teatro Astral. La primera había sido el domingo pasado. Cantó canciones conocidas antes y otras que no tanto. “Esta la compuse cuando tenía 13 años”, dijo refiriéndose a “Barro tal vez”, que lanzaría dos décadas después. También cantó las del álbum: “Todas las hojas son del viento”, “Bajan”, “La sed verdadera” y “Cantata de puentes amarillos”. El segundo domingo cantarías las otras. A veces discutía con el público. Era una suerte de retroceso que presentara rock en versión acústica cuando la época pedía rock duro. Spinetta seguía fiel a su manifiesto. Luego leyó una carta.
Suben
“Me siento florecer en los gritos de Antonin, me siento ahogar en tu música, y siento que mis poemas están prontos a vibrar con tu homenaje al más claro de los seres de este siglo. Y te escribo porque no le puedo escribir a Artaud, y porque su posición sobre el arte, que sigo como coordinador del trabajo de un laboratorio teatral, es una idea viva sobre el arte y la vida. Porque tu música y tu poesía son tan vivas como el arte real, porque hay ya pocos silencios y pocos cuerpos sensuales. Espero tu respuesta, aunque sea silenciosa, por un rock de hatos de luz”. Alguien le había enviado ese texto y lo leyó en el recital. El público parecía contento con los aplausos.
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A la portada, la más extraña
En esa segunda presentación cantó el resto de sus canciones. Después se publicarían en el disco en vinilo. Una portada que no conservaba el cuadrado regular. Era deforme, incómoda, extraña. Se dañaban las puntas. Spinetta confiesa en la entrevista que nadie se lo quería publicar. Finalmente, lo logró y también habló sobre el significado: “¿Acaso no son el verde y el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde, para la resurrección, y el amarillo, para la descomposición y la decadencia?”.
Las habladurías de la gente
Esa generación lo vio con extrañeza. Esta no tanto y lo ha vuelto un meme en redes sociales. Spinetta hizo un álbum deforme y esta generación lo ha homenajeado y deformado de muchas maneras.