Alberto Cortez, cuando un amigo se va
El cantautor argentino de 79 años murió este jueves en España. Desde la década del 70 fue uno de los personajes emblemáticos dentro del movimiento de la nueva canción en América Latina y fue el creador de canciones como “Mi árbol y yo” y “A mis amigos”.
Juan Carlos Piedrahíta B.
Jamás consideró la idea de tener un público dedicado a escucharlo a él y seguir, en exclusiva, sus historias. Ese tipo de propiedades no estuvo en la cuenta de Alberto Cortez y aunque siempre supo que tenía adeptos en todos los países de habla hispana, no creyó que todas esas personas que se le sumaban cuando se convertía en el centro de las miradas sobre un escenario internacional le pertenecían para bien o para mal. Él, sencillamente, respondía a los vaivenes de las peticiones de sus fanáticos que querían escuchar alguna interpretación y, como artista respetuoso y consagrado, no tenía más remedio que interpretarlas, ojalá cada día mejor.
Lo que sí se negó a perder Alberto Cortez por más de que pasaran de voz en voz, de corazón a corazón, fueron sus canciones, las historias que lo convirtieron en un referente letrístico desde finales de la década del 60 hasta nuestros días.
“Puede que yo tenga cuarenta o cien hijos rodando por el mundo, que otros consienten con cariño, esmero y dedicación, pero no por eso soy capaz de dejarlos de reconocer”, comentó el artista argentino, para quien el proceso de composición resultó siempre más que placentero porque consideraba el hecho de inclinarse hacia el papel blanco como una oportunidad para narrar, relatar y, por supuesto, conquistar a todo aquel que tomara la iniciativa de leerlo o escucharlo.
Para Alberto Cortez fue más que un deleite sentarse, aislarse y tratar de contar de la mejor manera posible la idea que le daba vueltas en la cabeza. De ahí que el número de canciones, o de hijos como comentó en algún momento, fuera tan generoso como sus colaboraciones con amigos y colegas del espectro musical. Uno de ellos fue su coterráneo Facundo Cabral, con quien hizo una dupla exitosa y que puso a reflexionar a América Latina.
Cortez manifestó en una entrevista con El Espectador, durante una de sus más recientes giras, que a pesar de la experiencia en el arte sonoro, cada vez que emprendió una composición sufrió un poco para encontrar la melodía, pero que nunca sintió que debía cortarse las venas para escribir una canción.
Así fue desde la creación de sus primeros registros Welcome to the Latin Club, Mr. Sucu Sucu y Poemas y canciones, hasta sus más recientes álbumes, como Tener en cuenta, que estuvo nominado a los premios Grammy 2011 en la categoría al mejor álbum de cantautor.
“Me pegué un susto enorme cuando me dijeron que estaba nominado, porque yo no soy un artista de vender millones de discos, como hay muchos otros grandes músicos que dan megaconciertos. Lo mío es muy sencillo. Me emocioné mucho, pero me pregunté: ¿será posible que yo haya hecho el mejor disco de cantautor del año? Esa nominación me sacudió el interior”, dijo el músico en una gira reciente por Colombia.
Tantas fueron las veces que visitó Colombia que siempre supo que era casi una obligación cantar A mis amigos, mientras que en México la exigencia era con el tema Mi árbol y yo, y en España la canción emblemática siempre fue Las albercas.
“Yo nunca entré en el territorio de lo que se denominó canción de protesta, porque ese movimiento respondía a una determinada ideología y luego propone soluciones; es decir que se inmiscuye en el trabajo de los políticos, porque esa no es una labor que nos corresponda a los artistas. Mi escenario es eso y no será nunca una tribuna”, concluyó Alberto Cortez, quien murió este jueves 4 de abril de 2019 en Madrid (España), a causa de una hemorragia gástrica.
Jamás consideró la idea de tener un público dedicado a escucharlo a él y seguir, en exclusiva, sus historias. Ese tipo de propiedades no estuvo en la cuenta de Alberto Cortez y aunque siempre supo que tenía adeptos en todos los países de habla hispana, no creyó que todas esas personas que se le sumaban cuando se convertía en el centro de las miradas sobre un escenario internacional le pertenecían para bien o para mal. Él, sencillamente, respondía a los vaivenes de las peticiones de sus fanáticos que querían escuchar alguna interpretación y, como artista respetuoso y consagrado, no tenía más remedio que interpretarlas, ojalá cada día mejor.
Lo que sí se negó a perder Alberto Cortez por más de que pasaran de voz en voz, de corazón a corazón, fueron sus canciones, las historias que lo convirtieron en un referente letrístico desde finales de la década del 60 hasta nuestros días.
“Puede que yo tenga cuarenta o cien hijos rodando por el mundo, que otros consienten con cariño, esmero y dedicación, pero no por eso soy capaz de dejarlos de reconocer”, comentó el artista argentino, para quien el proceso de composición resultó siempre más que placentero porque consideraba el hecho de inclinarse hacia el papel blanco como una oportunidad para narrar, relatar y, por supuesto, conquistar a todo aquel que tomara la iniciativa de leerlo o escucharlo.
Para Alberto Cortez fue más que un deleite sentarse, aislarse y tratar de contar de la mejor manera posible la idea que le daba vueltas en la cabeza. De ahí que el número de canciones, o de hijos como comentó en algún momento, fuera tan generoso como sus colaboraciones con amigos y colegas del espectro musical. Uno de ellos fue su coterráneo Facundo Cabral, con quien hizo una dupla exitosa y que puso a reflexionar a América Latina.
Cortez manifestó en una entrevista con El Espectador, durante una de sus más recientes giras, que a pesar de la experiencia en el arte sonoro, cada vez que emprendió una composición sufrió un poco para encontrar la melodía, pero que nunca sintió que debía cortarse las venas para escribir una canción.
Así fue desde la creación de sus primeros registros Welcome to the Latin Club, Mr. Sucu Sucu y Poemas y canciones, hasta sus más recientes álbumes, como Tener en cuenta, que estuvo nominado a los premios Grammy 2011 en la categoría al mejor álbum de cantautor.
“Me pegué un susto enorme cuando me dijeron que estaba nominado, porque yo no soy un artista de vender millones de discos, como hay muchos otros grandes músicos que dan megaconciertos. Lo mío es muy sencillo. Me emocioné mucho, pero me pregunté: ¿será posible que yo haya hecho el mejor disco de cantautor del año? Esa nominación me sacudió el interior”, dijo el músico en una gira reciente por Colombia.
Tantas fueron las veces que visitó Colombia que siempre supo que era casi una obligación cantar A mis amigos, mientras que en México la exigencia era con el tema Mi árbol y yo, y en España la canción emblemática siempre fue Las albercas.
“Yo nunca entré en el territorio de lo que se denominó canción de protesta, porque ese movimiento respondía a una determinada ideología y luego propone soluciones; es decir que se inmiscuye en el trabajo de los políticos, porque esa no es una labor que nos corresponda a los artistas. Mi escenario es eso y no será nunca una tribuna”, concluyó Alberto Cortez, quien murió este jueves 4 de abril de 2019 en Madrid (España), a causa de una hemorragia gástrica.