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La del pasado 15 de julio será recordada como la noche en la que uno de los movimientos culturales más fuertes, pero también más señalado y discriminado como lo es el hip hop, tuvo su reivindicación. Demostró que pasa tal vez por su mejor momento y, de la mano de Alcolirykoz, pudo, ante más de 13 mil personas en el Movistar Arena de Bogotá, terminar de romper una especie de cuarta pared que mantenía al rap en un nicho que, aunque fiel con sus principios, ya se había quedado pequeño para el fenómeno en el que se ha convertido la agrupación surgida en Medellín.
Mucho se rumoraba desde hace un par de años, sobre todo tras la publicación de “Servicios Ambulatorioz” (2017) y “Aranjuez” (2021), que la agrupación conformada por los primos Carlos (Kaztro) y Juan Carlos Fonnegra (Gambeta), y Gustavo Adolfo (Fa-zeta), podía tomar el riesgo y pasar de los escenarios tradicionales donde los artistas independientes tocaban ante mil personas en promedio a uno más grande. El elegido fue el Movistar Arena, en el que ya hemos visto a artistas de la influencia de Rosalía o Alicia Keys, a quienes, de hecho, les costó llenar el aforo.
Sin embargo, como ya lo ha mencionado Gambeta en entrevistas y pódcasts, el camino de Alcolirykoz es el largo, el que no busca atajos, sino que cocina el éxito a fuego lento. Esto y el enorme riesgo que significa para un artista que no tiene el respaldo de una poderosa disquera organizar un concierto de tal tamaño fueron a la larga los ingredientes para un show histórico en el que la agrupación, haciendo gala de sus 24 años de existencia, presentó una setlist cargada de alegría, pero también de nostalgia, recuerdos y la reivindicación de la memoria colectiva ante un escenario completamente abarrotado.
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El sonido impecable de la orquesta Nueva Filarmonía, ganadora del Grammy Latino en 2019 a Mejor Álbum de Música Clásica, fue la compañía perfecta para los melódicos y bien trabajados beats de Fazeta y las afiladas voces de Kaztro y Gambeta que, lastimosamente, por un problema con el sonido, no se escucharon bien durante la primera parte del show. “Yo creo que esto es más grande que una misa de sanación, es el milagro hecho”, decía Gambeta notablemente emocionado ante un escenario entregado al baile y el pegajoso coro de “La típica”. El maestro Juan David Osorio fue director invitado.
Los homenajes se hacen en vida, dijeron varias veces los MC en la tarima antes de invitar a La Etnnia a interpretar “Mi religión”, no sin antes agradecer a los raperos bogotanos y a otros que han sido pioneros y que abrieron caminos para la escena, así como por el colegaje y respaldo que siempre han ofrecido a los de Aranjuez.
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Agradecer en el escenario es un ritual que sagradamente Alcolirykoz hace en sus “misas de sanAZión” (como llaman a sus conciertos), no en vano aprovecharon la ocasión para también invitar a Laberinto ELC, una agrupación pionera del rap de Medellín con quienes cantaron “Los legendarios”. “Es lo más grande que yo he visto en el hip hop colombiano (…) estos manes pusieron la vara muy alta hoy”, aseguró en sus redes sociales Jr Ruiz, cantante de Laberinto.
La ya conocida influencia que Fernando González y el nadaísmo antioqueño han tenido sobre las letras de Alcolirykoz y la cosmovisión del grupo logró en el concierto sinfónico de Bogotá uno de sus momentos más emblemáticos. Al escenario fue invitado el escritor y profesor Gilmer Mesa, quien con voz firme leyó un texto cargado de emotividad, fuerza, rabia y orgullo. En él habló del barrio, de Aranjuez, ese que en una canción homónima es retratado tan finamente y con una historia tan única, pero tan repetida, que muchos la terminan cantando e incluso gritando, porque en ella se encuentran con su propia infancia y con la historia de la Colombia urbana. Así lo recordó Mesa durante su lectura cuando dijo que “en Medellín ese grito se dice Aranjuez, pero esta noche trajeron ese grito a la capital y Aranjuez se dice Bogotá”.
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Este concierto no fue solo especial por la reivindicación del rap colombiano, sino también porque es una demostración más de cómo el trabajo duro y constante da tarde o temprano frutos para quien cree en sí mismo, para el que nada contracorriente y apuesta por sus ideas.
Esa es la historia de Alcolirykoz, un grupo que transformó la estigmatización en orgullo y que hoy puede decir que protagonizó el concierto de rap con boletaría más grande que se haya hecho en Colombia y que, en palabras de Gilmer Mesa, “conquistaron hoy la cima, pero empezando desde abajo, nadando como el salmón al destajo, con el orgullo alto del eterno marginal hicieron de ese grito barrial un estado mental que te da y te quita, te quita y te da mi fa fa”.
* Periodista. @DavidRecioB