Ali A.K.A. Mind y el rap colombiano en la Universidad de Oxford
El músico bogotano acaba de iniciar una gira internacional que lo llevará por México, Estados Unidos y Europa. En su paso por el Reino Unido, dará una charla sobre las motivaciones y luchas del rap que se hace en Colombia. Entrevista con un rapero que quemó su coraza.
Joseph Casañas Angulo
Lejos está el rapero bogotano Ali A.K.A. Mind de ser un músico del mainstream. Sus producciones no ostentan las millones de reproducciones que persiguen las grandes disqueras y sus fotos o videos en redes sociales tampoco acumulan las toneladas de likes que hoy exige la industria.
Y no es que Rey Montoya, su nombre de pila, no busque romper su techo de cristal para que sus letras lleguen a más oídos o que presuma de una necedad con la que camufla alguna incapacidad para estar en donde se cuecen las habas. Sabe que las redes sociales son un aliado, uno potente, pero le pone paños fríos al frenesí con el que se vive en ese mundillo del que cada vez es más difícil escapar.
“Las redes sociales enferman. Y para los artistas se volvió una competencia constante estar en búsqueda de números para poder ser parte de los festivales, ganar premios u ocupar espacios en la radio. Y al final ese afán por el reconocimiento en redes termina siendo el cáncer del arte. Nosotros como colombianos tenemos una carga psicológica muy dura por el tema de la guerra, por esos lapsos políticos que hemos tenido tan nefastos y a esa carga le estamos agregando un peso por buscar estatus en las redes sociales. Hay que ir a liberarse de esa película. Crear cosas sin pensar en el éxito, eso no importa. El éxito no se basa en los likes”, dice en entrevista para El Espectador.
Con esa armonía entre lo que quiere hacer y lo que se tiene que hacer para vivir de escupir rimas, Montoya lleva cerca de dos décadas sorteando la ola del rap colombiano. Acaba de estrenar “Agradezco”, su más reciente sencillo y con él inició una gira internacional que lo llevará por Nueva York, Miami, Ciudad de México, Puebla, Barcelona, París y Londres, entre otras ciudades. De hecho, el 12 abril, durante su paso por el Reino Unido, dará una charla en la Universidad de Oxford sobre las motivaciones y luchas del rap colombiano.
La invitación se la hizo el Centro Internacional de Justicia Transnacional (ICTJ por sus siglas en inglés), entidad que trabaja por el reconocimiento y la reparación de las violaciones masivas de derechos humanos en el mundo.
En 2019, en pleno paro nacional, esa organización, junto con Ali A.K.A. Mind, sacó adelante “Rexistencia Hip Hop”, un proyecto musical que convocó a más de 100 MC, beatmakers, productores, colectivos artísticos y activistas relacionados con el movimiento del hip hop, para narrar las luchas sociales.
“Nunca me imaginé que me invitaran a Oxford, pero creo que es un premio muy bonito que la vida me está dando. También fue gracias a la marcha que hicimos con “El rap se manifiesta”, con la que logramos encaminar la explosión social de una manera creativa y positiva para la sociedad.
Vamos a hablar de lo que significa el hip hop para Colombia. Un método para contar realidades que no se encuentra en los libros y, a la vez, cómo desde allí surgen propuestas de revolución social desde el arte, la construcción de grafitis y hasta la construcción de escuelas para la educación del hip hop en lugares donde no hay presencia del Estado. Aquí este movimiento demostró que puede ser parte de transformaciones tan fuertes, como puede ser la elección del presidente de un país”.
El rap, en esencia, ha sido eso. Una protesta sobre el bombo y la caja. Lucha, resistencia, indignación. Las crónicas de los barrios en los que morir ya no es noticia y de los pueblos marginados por la indiferencia de sus gobernantes. Y Ali le ha cantado a eso y por eso estará en Oxford; sin embargo, hay una parte del trabajo musical del bogotano que propone una narrativa distinta, una cara poco explorada. Y es esa la que muestra a un rapero que se quitó la coraza para hablar de lo que nos pasa por dentro. Para rapear de amor, desamor, decepciones y frustraciones.
“El amor siempre ha estado, pero tal vez cuando uno le canta al amor de una manera más romántica, desde el rap, se encuentra con gente que dice que traicionamos el género para hacer pop. Yo no lo veo así, los raperos también se enamoran y sienten despecho, y por más que nos pongamos corazas también nos sentimos mal y opté por cantarle al amor romántico, al amor por mi ciudad, por mi hija, por mi país, pero parte del problema es que vivimos en una sociedad que siente más miedo que amor, una sociedad donde la gente está más preocupada por la opinión ajena que por el amor propio”.
El origen de un rapero
A Ali Rey Montoya huir le ayudó a encontrarse. A reencontrarse. En 2006, con algunos ahorros y otros pesos que le pagaron por presentarse en Hip Hop al Parque, emprendió un viaje que se alargó por 10 años. Aunque el señor rap ya había arribado a su vida con una fuerza volcánica terrible, el Ali de ese tiempo estaba más preocupado por hacerle muecas a la languidez.
Pese a que Montoya había terminado su carrera de idiomas y negocios internacionales, muy lejos estaba de gerenciar alguna compañía. Trabajaba por temporadas como mercaderista y cada tres meses, de acuerdo con el genio desgastado del jefe de recursos humanos, su contrato era o no renovado, pero como los tiempos del sol son perfectos, como cantan los Alcolirykoz, hoy este bogotano gerencia un grupo de rap que trafica con rimas, emociones y verdades de a puño que se cantan sobre una base de rap, bolero o tango.
“Yo quisiera a veces hacer coros pegajosos, pero es que así me salen las letras. Noto que mi hija se aprende en dos segundos algún coro de reguetón, pero aprenderse mis letras le cuesta. Lo mío claramente es un tema de escritura. Soy más escritor que músico. Con el tiempo es que he venido puliendo como productor, pero lo mío es una comunicación visceral. Me sentiría muy mal si me pusiera bajo el amparo de la fórmula pop del amor para vender discos”.
Lejos está el rapero bogotano Ali A.K.A. Mind de ser un músico del mainstream. Sus producciones no ostentan las millones de reproducciones que persiguen las grandes disqueras y sus fotos o videos en redes sociales tampoco acumulan las toneladas de likes que hoy exige la industria.
Y no es que Rey Montoya, su nombre de pila, no busque romper su techo de cristal para que sus letras lleguen a más oídos o que presuma de una necedad con la que camufla alguna incapacidad para estar en donde se cuecen las habas. Sabe que las redes sociales son un aliado, uno potente, pero le pone paños fríos al frenesí con el que se vive en ese mundillo del que cada vez es más difícil escapar.
“Las redes sociales enferman. Y para los artistas se volvió una competencia constante estar en búsqueda de números para poder ser parte de los festivales, ganar premios u ocupar espacios en la radio. Y al final ese afán por el reconocimiento en redes termina siendo el cáncer del arte. Nosotros como colombianos tenemos una carga psicológica muy dura por el tema de la guerra, por esos lapsos políticos que hemos tenido tan nefastos y a esa carga le estamos agregando un peso por buscar estatus en las redes sociales. Hay que ir a liberarse de esa película. Crear cosas sin pensar en el éxito, eso no importa. El éxito no se basa en los likes”, dice en entrevista para El Espectador.
Con esa armonía entre lo que quiere hacer y lo que se tiene que hacer para vivir de escupir rimas, Montoya lleva cerca de dos décadas sorteando la ola del rap colombiano. Acaba de estrenar “Agradezco”, su más reciente sencillo y con él inició una gira internacional que lo llevará por Nueva York, Miami, Ciudad de México, Puebla, Barcelona, París y Londres, entre otras ciudades. De hecho, el 12 abril, durante su paso por el Reino Unido, dará una charla en la Universidad de Oxford sobre las motivaciones y luchas del rap colombiano.
La invitación se la hizo el Centro Internacional de Justicia Transnacional (ICTJ por sus siglas en inglés), entidad que trabaja por el reconocimiento y la reparación de las violaciones masivas de derechos humanos en el mundo.
En 2019, en pleno paro nacional, esa organización, junto con Ali A.K.A. Mind, sacó adelante “Rexistencia Hip Hop”, un proyecto musical que convocó a más de 100 MC, beatmakers, productores, colectivos artísticos y activistas relacionados con el movimiento del hip hop, para narrar las luchas sociales.
“Nunca me imaginé que me invitaran a Oxford, pero creo que es un premio muy bonito que la vida me está dando. También fue gracias a la marcha que hicimos con “El rap se manifiesta”, con la que logramos encaminar la explosión social de una manera creativa y positiva para la sociedad.
Vamos a hablar de lo que significa el hip hop para Colombia. Un método para contar realidades que no se encuentra en los libros y, a la vez, cómo desde allí surgen propuestas de revolución social desde el arte, la construcción de grafitis y hasta la construcción de escuelas para la educación del hip hop en lugares donde no hay presencia del Estado. Aquí este movimiento demostró que puede ser parte de transformaciones tan fuertes, como puede ser la elección del presidente de un país”.
El rap, en esencia, ha sido eso. Una protesta sobre el bombo y la caja. Lucha, resistencia, indignación. Las crónicas de los barrios en los que morir ya no es noticia y de los pueblos marginados por la indiferencia de sus gobernantes. Y Ali le ha cantado a eso y por eso estará en Oxford; sin embargo, hay una parte del trabajo musical del bogotano que propone una narrativa distinta, una cara poco explorada. Y es esa la que muestra a un rapero que se quitó la coraza para hablar de lo que nos pasa por dentro. Para rapear de amor, desamor, decepciones y frustraciones.
“El amor siempre ha estado, pero tal vez cuando uno le canta al amor de una manera más romántica, desde el rap, se encuentra con gente que dice que traicionamos el género para hacer pop. Yo no lo veo así, los raperos también se enamoran y sienten despecho, y por más que nos pongamos corazas también nos sentimos mal y opté por cantarle al amor romántico, al amor por mi ciudad, por mi hija, por mi país, pero parte del problema es que vivimos en una sociedad que siente más miedo que amor, una sociedad donde la gente está más preocupada por la opinión ajena que por el amor propio”.
El origen de un rapero
A Ali Rey Montoya huir le ayudó a encontrarse. A reencontrarse. En 2006, con algunos ahorros y otros pesos que le pagaron por presentarse en Hip Hop al Parque, emprendió un viaje que se alargó por 10 años. Aunque el señor rap ya había arribado a su vida con una fuerza volcánica terrible, el Ali de ese tiempo estaba más preocupado por hacerle muecas a la languidez.
Pese a que Montoya había terminado su carrera de idiomas y negocios internacionales, muy lejos estaba de gerenciar alguna compañía. Trabajaba por temporadas como mercaderista y cada tres meses, de acuerdo con el genio desgastado del jefe de recursos humanos, su contrato era o no renovado, pero como los tiempos del sol son perfectos, como cantan los Alcolirykoz, hoy este bogotano gerencia un grupo de rap que trafica con rimas, emociones y verdades de a puño que se cantan sobre una base de rap, bolero o tango.
“Yo quisiera a veces hacer coros pegajosos, pero es que así me salen las letras. Noto que mi hija se aprende en dos segundos algún coro de reguetón, pero aprenderse mis letras le cuesta. Lo mío claramente es un tema de escritura. Soy más escritor que músico. Con el tiempo es que he venido puliendo como productor, pero lo mío es una comunicación visceral. Me sentiría muy mal si me pusiera bajo el amparo de la fórmula pop del amor para vender discos”.