Almes Granados, más allá de su dinastía vallenata
La perseverancia y su amor por el vallenato tradicional llevaron al tercero de la dinastía de los Granados, que suma ocho coronas, a ser un rey del acordeón.
Valeskha de la Hoz*
Al “negro grande de Mariangola”, como cariñosamente lo llaman en su pueblo, un corregimiento de Valledupar, su ascendencia lo cobija. Almes Granados hace parte de la dinastía que suma ocho coronas en su palmarés. El amor por el acordeón y la música vallenata se remonta a principios del siglo XX con su abuelo Juancito Granados, conocido como “el gallo de Camperucho”, otro corregimiento de la capital del Cesar. Juancito formó como músico a su único hijo varón, Juan Francisco, y los hijos de este convirtieron a los Granados en una de las dos familias con más reyes vallenatos (la otra son los López).
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Al “negro grande de Mariangola”, como cariñosamente lo llaman en su pueblo, un corregimiento de Valledupar, su ascendencia lo cobija. Almes Granados hace parte de la dinastía que suma ocho coronas en su palmarés. El amor por el acordeón y la música vallenata se remonta a principios del siglo XX con su abuelo Juancito Granados, conocido como “el gallo de Camperucho”, otro corregimiento de la capital del Cesar. Juancito formó como músico a su único hijo varón, Juan Francisco, y los hijos de este convirtieron a los Granados en una de las dos familias con más reyes vallenatos (la otra son los López).
Almes Granados nació y creció en Mariangola, al pie de la Sierra Nevada y del río Cesar. En una familia de acordeoneros, su primer amor fue la caja. Usaba las ollas nuevas de su mamá y las tocaba hasta que sus manos quedaban azules. Fueron varias ollas las que dañó en su casa hasta que un amigo con el que tenía un conjunto empezó a construir varios instrumentos. Gracias a él consiguió su primera caja.
Hasta ese momento el acordeón no había sido una opción, pues “tener un acordeón en esa época era tener dinero, porque eran bastante costosos”. Pero todo cambió con su llegada a la casa de su hermano Ovidio Granados en Valledupar. Villo, como es conocido popularmente en la región, concursó y quedó en segundo lugar cuando Alejo Durán se coronó en 1968 en la primera edición del Festival Vallenato. Es reconocido por ser el mejor técnico de acordeones. En aquella época llegaban a sus manos los acordeones de nombres importantes como El Binomio de Oro, el Chiche Maestre, Colacho Mendoza o Emiliano Zuleta.
Alrededor del año 1979, cuando Almes tenía veinte años, su hermano Ovidio notó su intriga por el acordeón, y un día le pidió que lo ayudara a arreglar el instrumento. “Me dijo: lo hundes y lo mueves para afuera y para adentro. Y yo hundía pito por pito y él sabía cuál estaba dañado solo por el sonido”.
De la misma manera tan intuitiva con la que Ovidio Granados arreglaba los acordeones guiándose por el sonido, Almes aprendió a tocar el instrumento. “En la música todo es oído, el acordeón te va diciendo cuál es la nota que viene y la compaginación, así fue como aprendí”, afirma el maestro.
Almes Granados creció rodeado de historias autóctonas, pero sobre todo de la música vallenata tradicional. Entre esas historias figuraban las de Francisco el Hombre, Chico Bolaño, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta y Colacho Mendoza. “Yo preguntaba de dónde venía Luis Enrique, me decían que venía de Chico Bolaño, quien era de La Guajira y le había enseñado a tocar a Luis. Luego vino Emilianito y luego Colacho. Así aprendí que en la música todo va en avance”, recuerda.
Su amor por el vallenato clásico lo ha llevado a lograr grandes éxitos. El más importante fue coronarse rey profesional vallenato en 2011, después de haber concursado trece veces en varias categorías. El 30 de abril de ese año, Almes se subió al escenario en el Parque de la Leyenda Vallenata e interpretó los cuatro aires del vallenato: paseo, son, merengue y puya. Aunque la gente afirma que se destaca más en el merengue, él se siente seguro en los cuatro ritmos y así lo demostró en aquella presentación.
Coronarse rey vallenato es un triunfo que “recuerda todos los días”, pues fue un orgullo para su dinastía, que ya tenía otros reyes en la familia: Juan José, hijo de Ovidio y sobrino de Almes, quien se coronó rey en la categoría aficionado (1992) y en la categoría profesional (2005); y Hugo Carlos Granados, también hijo de Ovidio, quien tiene el récord de cinco coronas. En la categoría infantil (1980), aficionado (1986), rey de reyes aficionado (1997), rey profesional (1999) y rey de reyes profesional (2007).
Para la familia no era nueva la emoción de tener un rey, pero sí el orgullo de saber que solo cinco de los 96 acordeoneros que participaron en esa edición pasaron a la final y de esos cinco Almes Granados fue el ganador.
El acordeonero recuerda el momento en el que se enteró del veredicto: “Me llamó un canal regional a hacerme una entrevista. No habían dado la noticia al público todavía, pero ellos ya tenían la primicia. Una periodista me contactó y me dijo que era el nuevo rey vallenato y que quería una entrevista”. En ese momento se quedó sin palabras, estaba muy emocionado, pues sabía que esa victoria es la vitrina principal de los acordeoneros y gracias a ella se abren muchas puertas.
El músico reconoce que la denominación del vallenato como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco ha servido mucho para la divulgación del género, pero afirma estar preocupado pues los conjuntos nuevos no han atendido al llamado de la entidad. No están grabando el vallenato clásico y tradicional y, por el contrario, han mezclado el vallenato con géneros como la champeta y el reguetón, lo que no lo hace feliz. “En mi concepto, ellos aprenden a tocar el acordeón por la plata y no porque les nazca del corazón”, puntualizó el maestro.
Por eso él, junto a Ivo Díaz (hijo del legendario Leandro Díaz), su compañero de fórmula, ha tomado como propósito personal seguir grabando y cantando ese vallenato clásico. Que se toca con el corazón y el alma, y se logra a través del empirismo y no de manera académica, como asegura Almes. Actualmente, esta dupla prepara un disco completo, del que ya se conoce el primer sencillo, El rey de los cajeros. Una canción con la que Ivo Díaz se coronó rey de reyes en la categoría Canción inédita (2017), un homenaje sentido al maestro Pablo López.
Los Granados siguen aportando tradición y folclor, ya en una cuarta generación. Almes José Granados Cuello, hijo de Almes, toca el acordeón y ha quedado en dos ocasiones en segundo lugar de la categoría Canción inédita en el Festival Vallenato. Jairo Andrés (sobrino) toca acordeón, Hugo Carlos Jr. canta y Ovidio Raúl Villito (sobrino) es técnico de acordeones, como lo fue su hermano Eudes, quien falleció junto a Juancho Rois en el accidente de 1994. Ellos también siguen el ejemplo de Adelmo, hermano de Ovidio y Almes, que es el actual cajero de la agrupación de Silvestre Dangond.
Como hijo de tigre, Almes salió pintado con todo el talento y la casta de su familia, y al final se comprobó aquella frase de un vallenato del viejo Villo: “Un mariangolero no pinta cachaco”.
*De la Fundación Color de Colombia.