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¿Cómo recuerda sus inicios en la música?
Crecí en una familia de muchos músicos, en mi casa era común que se hicieran las típicas parrandas vallenatas con invitados como Alfredo Gutiérrez que era amigo de mi papá, Andrés Gil. Al principio fue un juego, a veces de niña me decían que cantara y la primera canción que me aprendí fue “Así fue mi querer”, una composición de Gustavo Gutiérrez que luego fue grabada por los hermanos Zuleta y tuvo mucho éxito. Empecé cantando de manera espontánea, y a medida que fui creciendo me interesé mucho más por la música.
¿Siempre quiso estudiar música? o en el camino se interesó por algo más...
En algún momento le dije a mi mamá que quería estudiar psicología, y ella me dijo: “¿tú estás loca? por qué vas a estudiar eso si lo tuyo es la música”, y yo le respondía que no era necesario estudiarla porque la llevaba dentro de mí, no entendía la posición académica de mi mamá con respecto a eso, en cambio mi papá siempre me dijo que estudiara lo que yo quisiera. Y así fue, me fui para Bogotá y me alejé de mis hermanos, de mis papás, de mis parrandas, de mi guitarra y de cantar por placer. Me dio muy duro, me deprimí en primer semestre y lloraba mucho.
¿Esos momentos difíciles la inspiraron a retomar la música?
Afortunadamente sí, recuerdo que uno de esos días tristes me rondaba por la cabeza la frase “crecí escuchando la música vallenata, en parrandas, en fiestas y también en serenatas, cómo no cantarlo, cómo no quererlo, si me da guayabo por estar tan lejos”, empecé a cantarla en voz alta y me di cuenta de que estaba componiendo una canción, me paré de la cama, busqué lápiz y papel, grabé el audio de la melodía, la canción, llamé a mi mamá y a mi hermano, y así nació “Mi vallenato”, la primera canción que hice en la vida. Desde ahí empezaron a salirme canciones como si tuviera que vomitar sentimientos.
Luego de hacer música de manera informal, ¿por qué tomo la decisión de empezar al grabar sus canciones?
Cuando entré en contacto con Luis Ángel Pastor, que es el director de la banda de Carlos Vives y muy amigo de mi familia... le dije que quería grabar las canciones que tenías hasta el momento y aceptó. Me dijo que tenía que hacerlo muy bien y me recordó mi tradición y mi dinastía. “No puedes salir con cualquier cosa”, me repetía. Desde el principio me puso un estándar muy alto en términos de calidad del sonido, la música, la producción y las canciones, fue mi tutor y aprendí mucho de él, nos montamos en el proyecto y grabamos el álbum.
¿Cuál es el legado que su padre, el maestro Andrés “el turco” Gil, le ha dejado a usted a lo largo de los años?
La respuesta es muy bonita, porque cuando era niña y salía con mi papá a las calles de Valledupar, todo el mundo lo conocía y lo saludaba con cariño. Yo no entendía por qué pasaba eso, hasta que un día le pregunté a mi mamá y sacó de un cajón todos los discos de mi papá, y me dijo “por esto, esta es su música”. Desde ahí empecé a escucharlo porque él también fue pionero de la fusión y la innovación en el género vallenato, cuando crecí pensaba que mi papá era increíble, escuchar sus melodías ha enriquecido mi producción musical.
¿Cómo recibe la gente de otros países los sonidos de su vallenato?
Cuando comenzamos con las fusiones en mi primer álbum “Mi vallenato” no fuimos tan arriesgados, era un sonido moderno, y con mi segundo álbum que se tituló “Herencia” nos atrevimos a incluir jazz, blues, bossa nova, funk. En esa oportunidad grabamos algunos covers, entre ellos “Ausencia”, hicimos una fusión con jazz y la grabamos en inglés. Cuando la cantaba e Estados Unidos la sensación era increíble, tanto así, que en un concierto que me marcó muchísimo en Chicago toda la gente me quería abrazar y felicitar porque mi música los conmovió, claro, era el sentimiento del vallenato invadiendo sus corazones.
¿Por qué decidió incorporar un género como el blues en su proyecto musical?
Ya había hecho varios experimentos con otros géneros, pero después de que canté en Chicago tuve la oportunidad de escuchar a representantes del blues, que para mí son como los juglares del vallenato. Ellos con su guitarra cantan una historia y un sentimiento, eso me atravesó el alma, y desde ese momento dije “esta es la fusión que yo quiero hacer, aquí es donde está mi vallenato”. Luego conocí al Loco Bedoya, que ya había escuchado la fusión con jazz que hicimos en “Ausencia” y las otras fusiones con funk que teníamos en mi segundo álbum. Cuando le dije que quería hacer este álbum con vallenato y blues me dijo: “eso no se puede hacer, pero lo vamos a intentar”. Y de ese intento que fue tan retador nació “Tal vez un blues”.
¿Cómo cree usted que sus seguidores van a escuchar “Tal vez un blues” en cuanto a la melodía?
Siempre digo que mis canciones se escuchan como si estuvieran borrachas, porque el ritmo del vallenato se escucha diferente, va más lento, como un jazz... como un blues. Desde que encontramos ese equilibrio entre ambos géneros ha sido mágico, hemos contado con la participación de músicos increíbles como Juan Pablo Daza en la guitarra, o Jairo Varón, y cada uno ha llegado a enriquecer lo que es esta propuesta porque estamos creándola entre todos. Estoy muy contenta y satisfecha con el resultado.