Antombo: la expresión de la diáspora
Voz de Profetas y solista. Nacida en la República Centroafricana, de padre gabonés y madre afrocolombiana. La mezcla cultural con la que fue criada, su tenacidad y espíritu se reflejan en su propuesta artística.
Laura Cortez Palacios y Leidy Caicedo Caizamo *
La alegría que irradia y su amplia sonrisa reflejan la personalidad de su música, su originalidad y su voz que introduce al oyente al mundo del reggae y del dancehall, que la han llevado a pisar escenarios nacionales e internacionales.
Infancia
Esta transcurrió entre ambas culturas, escuchando la música de papá y de mamá. “Mi mamá como afrocolombiana nos crió escuchando sus vallenatos y champeta” y su papá era amante de la salsa congoleña. Por esta razón, al llegar a Colombia en la infancia, le reconfortó notar que la música era casi la misma. “En la diáspora siempre hay un hilo casi invisible que nos unifica en todo el mundo, terminamos escuchando los mismos géneros”.
(Le recomendamos: Juliana y su “Dos dos dos”: un volcán de sonoridades)
Antombo creció en su país natal, en compañía de sus padres y sus tres hermanos mayores hasta los siete años, con muchas comodidades, viajes y cariño. Posteriormente se mudó a Colombia con su madre y hermanos, donde las dificultades comenzaron a ser parte del día a día. Sus padres fallecieron a causa de una enfermedad que en los años noventa era mortal, y ella tuvo que aprender español rápidamente al estudiar en un colegio público de Soacha, donde nadie hablaba francés como ella y su hermana.
Sus padres descubrieron que habían contraído el VIH, al que ella se refiere como una “epidemia” que invade África. Antombo no sabe cómo se transmitió el virus, pero al parecer la negligencia del sistema de salud de ese país incidió en el fatal desenlace.
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Conscientes de que podían fallecer, decidieron que Colombia era un país más seguro para sus hijos, puesto que en África lidiarían con un apellido que ubicaba a dos de sus hijas en la alcurnia de la política, y estarían expuestas a regímenes machistas donde las obligarían a casarse. A su padre, Jean Langangui, no le perdonaron que se casara con una latina.
Su inicio en la música
La música llegó a su vida como una terapia, una forma de expresarse que tocó a su puerta, inicialmente por medio de su hermano Omar, a quien le gustaba el reggae y el dancehall. Luego se unió al grupo Las Panteras Negras cuando cursaba octavo grado, pero su vida musical propiamente comenzó en unas vacaciones en Puerto Tejada (Cauca), donde conoció a Pablo Fortaleza, con quien comenzó un proyecto llamado Profetas, que la llevó al Hip Hop Al Parque en Bogotá.
Con el paso de los años, el proyecto musical de Antombo ha ido evolucionando, convirtiéndose en su forma de comunicar. Aunque los géneros musicales que canta vienen de Jamaica, y antes de eso desde África, su sonido es muy colombiano, lo que la llena de alegría. “Todo al final se conecta y unifica a toda la comunidad afro en el mundo, eso es algo que nos ha dado mucha fuerza, y es por eso que somos tan universales”, dice Antombo.
Empoderamiento afrofemenino desde Bogotá
Su objetivo también es empoderar a todas las mujeres, especialmente a las afrocolombianas. Desde que tenía 14 años ha tenido su pelo natural, fortaleciendo el conocimiento hacia su cabello y aceptándose tal cual es. “Eso me ha ayudado como figura pública a que las mujeres afro que me ven, vean que hay unos mitos”, afirma Antombo, haciendo referencia a los prejuicios sobre la cabellera afro.
Hacer su música desde Bogotá ha sido un reto. Sin embargo, ella considera que “Bogotá abre la mente a diversas culturas urbanas”, y por esta razón estuvo siempre inmersa en el mundo del reggae y el hip hop, a pesar de estar en la capital, y como ella menciona entre risas, “era como estar en el mismo San Andrés”, sin pensar en el frío de la ciudad.
Su propuesta musical
Recientemente la artista explicó que es muy clara la línea que divide la propuesta de Profetas (la agrupación de la que es parte), y la de ella ahora como solista. El dúo tiene fusión de ritmos, porque uno de sus integrantes es del Pacífico, donde mezclan sonidos de marimba y la salsa, pues esta se escucha mucho en el Cauca, pero también aires de champeta y vallenatos, mientras que Antombo tiene la raíz muy definida entre el reggae, dancehall y ragamuffin. “La actitud de la mujer en el reggae es más empoderada, más pantera, digámoslo así”. Es decir, en Profetas es una versión de ella más dulce y melódica.
En su carrera como solista también trabaja de la mano con su compañero, Pablo Fortaleza (integrante de Profetas), quien está en el área de producción ejecutiva, y el sanandresano Ricardo Morales, conocido durante algún tiempo como DJ Tra y quien ahora debuta abriéndose paso en el mercado con su nuevo nombre artístico Makrobeat. Él es un reconocido productor musical autor de los sencillos: Como tú no hay dos, de Buxxi, y colaborador de artistas como Nicky Jam, ChocQuibTown, Profetas, Zion y Lennox, y J Balvin.
(Además: Jorge Drexler presenta sus nuevas canciones en su disco “Música y Palabra”)
Antombo lanzó al mercado Natural, su primer trabajo como solista, hace unos nueve años en Bogotá. Se trató de una explosiva producción musical basada en el zouk y el reggae, que irradia en sus letras las vivencias como mujer colombo-africana, producido por David King y Benny B., de Audiolírica Ent, bajo la producción ejecutiva de Pablo Fortaleza.
Como solista, para el debut de su primer álbum, presentó siete canciones, que relataban la espontaneidad de una mujer que experimentó situaciones extraordinarias en un mundo ordinario.
(Le recomendamos: Alberto Plaza vuelve a Colombia a celebrar 35 años de vida musical)
Su más reciente sencillo titulado La movie, que forma parte de su segundo trabajo discográfico como solista, en el que buscó plasmar la visión de cómo una mujer habla de lo que quiere, pero teniendo en cuenta la posición del hombre para encontrar ese equilibrio, para que el mensaje de la canción les llegue a todos y nadie se sienta discriminado o aislado.
“Para mí ser afro desde mis inicios ha sido un reto. Empecé primero con la imagen de mis dreadlocks. Mi misión como figura pública es mostrarles a todas las mujeres la belleza de nuestra cultura y etnia”.
* De la Fundación Color de Colombia.
La alegría que irradia y su amplia sonrisa reflejan la personalidad de su música, su originalidad y su voz que introduce al oyente al mundo del reggae y del dancehall, que la han llevado a pisar escenarios nacionales e internacionales.
Infancia
Esta transcurrió entre ambas culturas, escuchando la música de papá y de mamá. “Mi mamá como afrocolombiana nos crió escuchando sus vallenatos y champeta” y su papá era amante de la salsa congoleña. Por esta razón, al llegar a Colombia en la infancia, le reconfortó notar que la música era casi la misma. “En la diáspora siempre hay un hilo casi invisible que nos unifica en todo el mundo, terminamos escuchando los mismos géneros”.
(Le recomendamos: Juliana y su “Dos dos dos”: un volcán de sonoridades)
Antombo creció en su país natal, en compañía de sus padres y sus tres hermanos mayores hasta los siete años, con muchas comodidades, viajes y cariño. Posteriormente se mudó a Colombia con su madre y hermanos, donde las dificultades comenzaron a ser parte del día a día. Sus padres fallecieron a causa de una enfermedad que en los años noventa era mortal, y ella tuvo que aprender español rápidamente al estudiar en un colegio público de Soacha, donde nadie hablaba francés como ella y su hermana.
Sus padres descubrieron que habían contraído el VIH, al que ella se refiere como una “epidemia” que invade África. Antombo no sabe cómo se transmitió el virus, pero al parecer la negligencia del sistema de salud de ese país incidió en el fatal desenlace.
(No se pierda: Baum Festival 2022 en Corferias: Artistas, horarios, y cómo comprar boletas)
Conscientes de que podían fallecer, decidieron que Colombia era un país más seguro para sus hijos, puesto que en África lidiarían con un apellido que ubicaba a dos de sus hijas en la alcurnia de la política, y estarían expuestas a regímenes machistas donde las obligarían a casarse. A su padre, Jean Langangui, no le perdonaron que se casara con una latina.
Su inicio en la música
La música llegó a su vida como una terapia, una forma de expresarse que tocó a su puerta, inicialmente por medio de su hermano Omar, a quien le gustaba el reggae y el dancehall. Luego se unió al grupo Las Panteras Negras cuando cursaba octavo grado, pero su vida musical propiamente comenzó en unas vacaciones en Puerto Tejada (Cauca), donde conoció a Pablo Fortaleza, con quien comenzó un proyecto llamado Profetas, que la llevó al Hip Hop Al Parque en Bogotá.
Con el paso de los años, el proyecto musical de Antombo ha ido evolucionando, convirtiéndose en su forma de comunicar. Aunque los géneros musicales que canta vienen de Jamaica, y antes de eso desde África, su sonido es muy colombiano, lo que la llena de alegría. “Todo al final se conecta y unifica a toda la comunidad afro en el mundo, eso es algo que nos ha dado mucha fuerza, y es por eso que somos tan universales”, dice Antombo.
Empoderamiento afrofemenino desde Bogotá
Su objetivo también es empoderar a todas las mujeres, especialmente a las afrocolombianas. Desde que tenía 14 años ha tenido su pelo natural, fortaleciendo el conocimiento hacia su cabello y aceptándose tal cual es. “Eso me ha ayudado como figura pública a que las mujeres afro que me ven, vean que hay unos mitos”, afirma Antombo, haciendo referencia a los prejuicios sobre la cabellera afro.
Hacer su música desde Bogotá ha sido un reto. Sin embargo, ella considera que “Bogotá abre la mente a diversas culturas urbanas”, y por esta razón estuvo siempre inmersa en el mundo del reggae y el hip hop, a pesar de estar en la capital, y como ella menciona entre risas, “era como estar en el mismo San Andrés”, sin pensar en el frío de la ciudad.
Su propuesta musical
Recientemente la artista explicó que es muy clara la línea que divide la propuesta de Profetas (la agrupación de la que es parte), y la de ella ahora como solista. El dúo tiene fusión de ritmos, porque uno de sus integrantes es del Pacífico, donde mezclan sonidos de marimba y la salsa, pues esta se escucha mucho en el Cauca, pero también aires de champeta y vallenatos, mientras que Antombo tiene la raíz muy definida entre el reggae, dancehall y ragamuffin. “La actitud de la mujer en el reggae es más empoderada, más pantera, digámoslo así”. Es decir, en Profetas es una versión de ella más dulce y melódica.
En su carrera como solista también trabaja de la mano con su compañero, Pablo Fortaleza (integrante de Profetas), quien está en el área de producción ejecutiva, y el sanandresano Ricardo Morales, conocido durante algún tiempo como DJ Tra y quien ahora debuta abriéndose paso en el mercado con su nuevo nombre artístico Makrobeat. Él es un reconocido productor musical autor de los sencillos: Como tú no hay dos, de Buxxi, y colaborador de artistas como Nicky Jam, ChocQuibTown, Profetas, Zion y Lennox, y J Balvin.
(Además: Jorge Drexler presenta sus nuevas canciones en su disco “Música y Palabra”)
Antombo lanzó al mercado Natural, su primer trabajo como solista, hace unos nueve años en Bogotá. Se trató de una explosiva producción musical basada en el zouk y el reggae, que irradia en sus letras las vivencias como mujer colombo-africana, producido por David King y Benny B., de Audiolírica Ent, bajo la producción ejecutiva de Pablo Fortaleza.
Como solista, para el debut de su primer álbum, presentó siete canciones, que relataban la espontaneidad de una mujer que experimentó situaciones extraordinarias en un mundo ordinario.
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Su más reciente sencillo titulado La movie, que forma parte de su segundo trabajo discográfico como solista, en el que buscó plasmar la visión de cómo una mujer habla de lo que quiere, pero teniendo en cuenta la posición del hombre para encontrar ese equilibrio, para que el mensaje de la canción les llegue a todos y nadie se sienta discriminado o aislado.
“Para mí ser afro desde mis inicios ha sido un reto. Empecé primero con la imagen de mis dreadlocks. Mi misión como figura pública es mostrarles a todas las mujeres la belleza de nuestra cultura y etnia”.
* De la Fundación Color de Colombia.